CRÓNICA DE AMBIENTE

93 minutos de calma tensa

La Carrera de San Jerónimo permanece abierta al tráfico y a los peatones

MADRID Actualizado: Guardar
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A la espera de lo que pudiera suceder durante la tarde, el clima en el Hemiciclo durante la primera intervención del presidente del Gobierno en el debate del Estado de la Nación ha sido de calma tensa, de rigidez contenida casi eléctrica, como el ojo de un huracán. A la espera de lo que ocurra durante la tarde y de la batalla dialéctica que se espera para entonces, sus señorías mantuvieron las formas durante los 93 minutos que duró el primer discurso y el presidente de la Cámara no tuvo que hacer llamadas al orden. Las espadas, de momento y a la espera de la intervención del líder de la oposición, siguen en sus vainas.

Desde la bancada popular apoyaron a su líder con discreción contenida, casi con cierto aire de hastío durante los primeros minutos de la intervención. Le aplaudieron en 24 ocasiones, siete de ellas mientras el presidente se refería a la corrupción y a las medidas que preparaba su gobierno. En este momento se vivieron los momentos más tensos de la mañana, cuando desde la oposición algunos diputados reclamaron a gritos una referencia al Caso Bárcenas. El presidente no se dio por aludido a ninguna de las interpelaciones y leyó sin pausa un discurso de 39 páginas sin salirse del guión en ningún momento y sin probar un sorbo de un vaso de agua que quedó intacto en el estrado. La clá popular remató el apoyo al presidente con una sostenida ovación sostenida en más de un minuto.

Por contra, Rajoy recibió de la oposición, si no abucheos, algunas risas, comentarios y murmullos, sobre todo cuando se refirió a que su Gobierno mantiene su palabra y cuando se refirió al problema de la educación.

Elvira, en el estrado

El presidente llegó al Congreso sobre las once y media de la mañana con una sonrisa discreta. En la tribuna de invitados, su mujer Elvira Rodríguez atendió a su discurso sin modificar una expresión seria, estática y opaca que en ningún momento mostró sus emociones. Estaba acompañada por el presidente Riojano, Pedro Sanz y la presidenta de la Diputación General de Aragón, Luisa Fernanda Rudi.