Ecuador: la apoteosis de Correa
El presidente fue reelegido con el 61 por ciento de los votos, el triple del segundo aspirante
MADRID Actualizado: Guardar"Arrasar" no es un verbo aceptado aún por la Real Academia, pero en el lenguaje coloquial eso es lo que hizo ayer en Ecuador el presidente Correa, que fue reelegido con el 61 por ciento de los votos, el triple del segundo aspirante, y se vio acompañado por una gran victoria de su partido, Alianza País, en la elección del nuevo parlamento, donde dispondrá de holgada mayoría absoluta.
¿Demasiado poder? ¿Demasiada fascinación? El caso Correa comienza a ser un ejemplo de libro para politólogos y aunque no es por definición inexportable es en América Latina donde hay procesos parecidos (singularmente en Argentina y Venezuela) pero no idénticos. De iguales tienen solo dos notas: el carácter personal y un punto carismático del líder que vence y el recurso a procedimientos rupturistas con los modos de hacer política mezclado con dosis considerables de populismo.
De los citados cabe distinguir a Rafael Correa Delgado, de 49 años (Chávez tiene 58 y Kirchner cumple mañana 60) por su formación académica: es un distinguido economista con muy buenos estudios en Europa y en los Estados Unidos e incluso fue por algunos meses ministro de Economía en 2005 con el presidente Palacio, quien recibió el convulso país que dejó antes de salir malamente del escenario el general Lucio Gutiérrez, también populista, elegido en 2002 para ser destituido por el Congreso un par de años después.
El aprendizaje sobre el terreno
Se dice mucho ahora que su etapa como ministro de Economía le permitió confirmar lo más o menos sabido: un cambio real del país remitía a la necesidad de un cambio del marco político general, es decir a una refundación del Estado desde una nueva Constitución que, antes que nada, recuperara sin inhibiciones y como una prioridad el papel y el destino de las comunidades indígenas.
En Ecuador un buen 26 por ciento de la población es india y se reconocen hasta 13 lenguas habladas y vivas, empezando por el quechua, e ignorar este hecho (que está siendo igualmente central en los procesos políticos de Bolivia y el Perú) sería un error… que Correa, un blanco cultivado y listo que hasta aprendió quechua, no cometió. Afrontó la tarea ímproba de redactar una nueva Constitución que, aunque fuertemente discutida por la clase política y los medios en Quito y Guayaquil, la capital económica del país, fue aprobada en referéndum en 2007 por el 81 por ciento.
Previamente, Correa había triunfado sobre Alvaro Noboa por el 56 por ciento y necesitando una segunda vuelta, pero fue reelegido en 2009 con el 52 por ciento en la primera. Si se añade el doble triunfo de hoy se tiene un récord que solo iguala Chávez (que, sin embargo, perdió un referéndum de reforma constitucional en 2007) y parece confirmar la extendida impresión de que el presidente Correa ha asentado firmemente su oposición y prevalecido en un ambiente difícil y a veces inquietante y confuso, como el todavía no muy aclarado intento de policías insubordinados de detenerle y derribarle el 30 de septiembre de 2010. La oposición, aunque muy indispuesta con el presidente, condenó los hechos y la OEA los calificó de intento de golpe de Estado.
La gestión social y la prensa
El presidente, con atribuciones más amplias y consolidadas en la nueva Constitución, acompañó el proceso de reinstitucionalización descrito con una gestión económica que ha mezclado los elementos de la gestión liberal con una fuerte inversión pública de equipamiento del país con gestos de directo cultivo de los sectores populares: aumentos salariales, más centros de salud y de higiene e incrementos de la inversión en educación primaria.
Lo que Correa criticó en primera instancia (la dolarización de la economía, literal desde que en 2000 el presidente Mahuad adoptó el US dollar como la moneda nacional) ha sido finalmente asumido por razones pragmáticas y porque tiene la ventaja inmensa de que ningún presidente puede lanzarse a imprimir dólares como si fueran los antiguos y poco añorados sucres…
La economía creció el año pasado un excelente 5,4 por ciento, el desempleo está por debajo del cinco y, lo más relevante es que estas cifras no son el mero resultado del seguro ingreso por petróleo (unos 50 millones de dólares cada día por la producción diaria de medio millón de barriles), sino por el auge de la industria, el comercio y, sobre todo, los servicios.
Correa se está saliendo con la suya, ha terminado por ser un líder correoso, todo lo populista y mitinero que sea útil para ganar y todo lo práctico y hacendoso que conviene para gobernar. Su talante autoritario y sus crónicos conflictos con la prensa privada -que le han dado un perfil poco edificante a veces y van a continuar ahora- no han importado nada ayer. Ni el conflicto diplomático con Washington, obligado a evacuar la base aérea de Manta y a repatriar a sus soldados y con el episodio Assange complicando la tarea del embajador Namm. Hay, sin embargo, una extendida impresión -me dicen amigos ecuatorianos- de que la relación bilateral va a mejorar pronto…