Fútbol

Humillación a Adán y castigo a Benzema

Mourinho utilizó al portero canterano en su guerra con Casillas y contra el Rayo ni siquiera fue suplente

MADRID Actualizado: Guardar
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Con Arbeloa sancionado para recibir al Rayo, José Mourinho no castigó a Sergio Ramos con el banquillo como hizo ante el Manchester City cuando el central sevillano respondió públicamente al técnico por unas críticas que incendiaron el vestuario. Sin embargo, el portugués dio una vuelta de tuerca aún más sorprendente, no solo al relegar a la suplencia a Benzema por su bajo estado de forma, sino por humillar a Adán, a quien Mourinho utilizó en su guerra personal con Casillas y el domingo ni siquiera estuvo entre los suplentes.

La explicación sobre el enigmático 'caso Adán' solo la puede dar el entrenador y mánager general del Real Madrid, porque su ayudante, Aitor Karanka, se limita a comentar que «las decisiones que toma el míster son por el bien del equipo en cada partido» y, desde las altas esferas, Emilio Butragueño apunta: «Me imagino que es una cuestión técnica, en la que nosotros no entramos. Es muy buen chico y un buen profesional, pero en la plantilla del Real Madrid la competencia es enorme y hay que superar cualquier dificultad». Adán tendrá muy complicado asumir la situación, ya que si hace un mes y medio era titular, supuestamente por estar mejor que Casillas, cuando el Madrid se dispone a afrontar sus dos partidos más trascendentales de la temporada -en el Camp Nou en Copa y en Old Trafford en 'Champions'- incluso ha cedido su puesto al tercer guardameta, Jesús.

Mourinho se quejó de que a Adán se le faltase al respeto cuando su divorcio con el 'aburguesado' Casillas sacudió los cimientos del Bernabéu, tras airearse que el guardameta campeón del mundo y de Europa no se entrenaba como debía y necesitaba un toque de atención en forma de suplencia. También Adán, entonces aliado de su técnico, insistió en la «falta de respeto» por parte de los periodistas tras ser criticado por su rendimiento en Málaga, creyéndose probablemente que estaba entonces en mejor momento que Casillas y que podría llegar a ser una competencia real en la portería.

Con el vestuario dividido con el entrenador, Mourinho generó un nerviosismo innecesario en Adán y desde el primer momento como titular se pudo comprobar que su ansiedad y el presunto pedestal en el que le colocó el portugués le perjudicaría. Su penalti y expulsión ante la Real Sociedad el día de Reyes le sentenció. Antes de que el fichaje de Diego López obligado por la grave lesión de Casillas frenase unas esperanzas que Mourinho se ha encargado de arruinar de forma definitiva al llevarle a la grada. Lo que demuestra que el técnico luso nunca ha confiado en Adán, al igual que una afición que entiende que el guardameta canterano, ya de casi 26 años, no tiene categoría para defender la portería del Real Madrid.

Ramos responde otra vez

El aviso a Benzema tampoco ha sido sutil, sino contundente, ya que con Higuaín sancionado, Mourinho prefirió apostar por Morata en el once, cuando el delantero canterano había sido condenado al banquillo desde que marcó el gol de la victoria ante el Levante, hace ya tres meses. Mourinho pretende una reacción inmediata del francés, a quien no concedió un solo minuto frente al Rayo. Higuaín tampoco está nada fino y, si sus dos únicos delanteros centro del primer equipo están erráticos, al Madrid no le queda otra que agarrarse a Cristiano o a alguna acción a balón parado, como ocurrió el domingo con un cabezazo Sergio Ramos poco antes de su expulsión.

Considerado por Mourinho el culpable del gol del Manchester, el sevillano ya contestó la noche del miércoles a su entrenador, pero la del domingo insistió con más fuerza: «Cada uno es libre de opinar, tanto el míster como nuestros compañeros, pero mi estilo y mi educación es no señalar nunca a nadie». El indisimulado enfrentamiento entre el técnico y el segundo capitán vivió así un nuevo capítulo en el seno de una plantilla sometida a un estado de tensión permanente. Incluso Mourinho fue amonestado el domingo por saltar del banquillo en el minuto 74 y gritarle a Paradas Romero: «¡Es tarjeta esa mano!». Es el clima de desasosiego instaurado por el portugués.