![](/el_correo_2009/vizcaya/noticias/201302/17/Media/ramos--300x180.jpg?uuid=6afc6b90-7953-11e2-96d7-389282ffe86a)
El Madrid castiga pronto la osadía del Rayo
Morata y Ramos marcaron muy pronto y resolvieron un extraño duelo en el que Paradas Romero quiso ser protagonista y el defensa sevillano sufrió la expulsión más rápida de su carrera
MADRID Actualizado: GuardarLos partidos del Madrid son como una montaña rusa: vértigo, descontrol, subidas, bajadas, emociones y cambios de dirección. Y mucho más si enfrente está un Rayo Vallecano al que hay que agradecer que fomente el disfrute con ese fútbol alegre y desencorsetado que le caracteriza, por momentos hasta suicida si el rival posee tanta pegada como el campeón. En un visto y no visto, los de Mourinho ya habían sentenciado. Fruto de una puesta en escena huracanada y de un enemigo que no opuso resistencia defensiva, llegaron dos goles en poco más de 10 minutos. Morata, tras una buena maniobra de Kaká y una ofensiva en manada de todo el frente de ataque blanco, y Sergio Ramos, que cabeceó sin oposición porque a Javi Fuego se le ocurrió la brillante idea de marcarle por detrás en lugar de anticiparse en una acción de estrategia, permitieron soñar con una goleada balsámica en Chamartín. Nada más lejos.
Mitad porque el defensa sevillano cometió un doble error pueril tras su gol y otra mitad porque Paradas Romero quería ser protagonista y mostrarse en el escaparate único del Bernabéu, el choque cambió de rumbo. No el resultado, ya que el triunfo local jamás se vio en peligro, pero sí el juego y el dominio. Una falta innecesaria en el centro del campo y una mano bastante clara, aunque Ramos disimuló llevándose la mano al rostro en un gesto que le delató, le costaron la expulsión en un par de minutos. La decimosegunda roja con el Madrid, más que ningún otro futbolista, y la más rápida de su carrera. Al Madrid le tocaba jugar una hora en inferioridad. Está bastante acostumbrado pero eso le obliga a sufrir un desgaste extra innecesario.
‘Mou’ tiró a su equipo mucho más atrás e hizo un cambio lógico pero discutible. Introdujo a Albiol para reforzar la zaga pero retiró a Morata, el chaval de la cantera al que le había brindado una excelente oportunidad desde el inicio y que respondió con un gol casi en su primer balón tocado. El público silbó esta decisión. Tampoco se entendió que Adán se fuese a la grada en beneficio de Jesús, portero del filial que ocupó plaza de banquillo. Si hace poco Adán estaba mejor incluso que Casillas, es de suponer que al madrileño le debería alcanzar para ser al manos suplente de Diego López. El castigo a Benzema sí estaba más justificado, a pesar incluso de la sanción a Higuaín, y la titularidad de Kaká se esperaba. Por desgracia para todo un ‘Balón de Oro’, se ha quedado para participar en citas de poco fuste. O al menos eso piensa ‘Mou’. Es encomiable el esfuerzo del brasileño en cada minuto. En un tipo de su caché, no sería extraño bajar los brazos y dejarse ir.
El Rayo se adueñó del balón, del centro del campo y hasta de las ocasiones. La más clara, justo antes del descanso, la lanzó al limbo Trashorras. Ahí tuvo la posibilidad de meter a su equipo de lleno en el partido. Paco Jémez, sancionado, se lamentaba en un palco. Tan animado primer acto, dejó otra acción para la polémica. Un forcejeo entre el ‘Chori’ Domínguez y Pepe, que volvía al once titular, acabó con un pisotón del portugués en la espalda. Solo el luso sabe si fue una acción intencionada o no, pero sus antecedentes le marcan. El argentino no le aceptó las disculpas ni camino del túnel de vestuarios. Antes, Paradas no amonestó a Pito por un piscinazo desleal con sus compañeros y falto de ética. Si no es penalti, es amarilla. Y nada más reanudarse el choque, ni el pésimo trencilla andaluz ni su asistente vieron un claro penalti por mano de Coentrao. Al margen de esa nueva jugada polémica, el segundo acto fue más soso. El Rayo quiso pero no pudo y al Madrid le alcanzó con estar ordenado atrás y buscar balones largos. Pero incluso a Cristiano le faltaba fuelle para correr en busca de pelotazos. Lo más hilarante, las protestas de Mourinho a Paradas, a punto de echarlo del banquillo. Triunfo sin discusión y crónica de incidencias.