Duelo fratricida en la Super Bowl
Baltimore Ravens y San Francisco 49ers disputarán un choque marcado por la presencia en los banquillos de los hermanos Harbaugh
MADRID Actualizado: GuardarEl Mercedes-Benz Superdome de Nueva Orleans será el escenario donde se despliegue este domingo un guion que muy pocos se habrían atrevido a escribir al inicio de la temporada y, ni siquiera, una vez comenzados los playoffs. Baltimore Ravens y San Francisco 49ers disputarán el duelo más esperado del año dentro del deporte americano, un partido que paraliza el país, revienta récords de audiencia y genera un negocio de millones de dólares. Un choque todavía más especial, si cabe, este año al cobijar el primer enfrentamiento entre dos hermanos desde los banquillos de toda la historia de las finales de la NFL y en el que las líneas defensivas de ambos conjuntos tienen reservado, a priori, el papel estelar.
La 'ciudad del jazz' hierve ya con los cánticos de los seguidores de los dos equipos que aspiran a hacerse con el Trofeo Vince Lombardi mientras las tiendas de todo el país agotan sus reservas de cerveza y comida basura para saciar el ansia de los fanáticos de un deporte que, una vez al año, reina también en los medios de comunicación de todo el mundo.
Todo es superlativo cuando de la Super Bowl se habla y ninguna cantidad de dinero es demasiado alta si de lograr colar la marca de turno en uno de los eventos televisivos del año se trata. Poco importa que el espectador desconozca las reglas y la terminología empleada le suene a chino. Desde España hasta Japón pasando por Alemania o Rusia, gentes de todo el mundo estarán atentas a lo que ocurra en un estadio con capacidad para 69.000 espectadores y que en su día sirvió como refugio para miles de personas que lo perdieron todo a causa del huracán Katrina.
Entre hermanos anda el juego
Alicientes puramente deportivos, desde luego, no faltan. Sobre el campo se podrá ver a dos de las mejores defensas de la liga que han impuesto su ley precisamente en uno de los años con mayor promedio anotador -45,5 puntos por partido- que se recuerdan, en parte por la especial vigilancia de los árbitros sobre el juego duro.
Un contexto en el que tanto la retaguardia de los Ravens -20 puntos encajados por choque durante la temporada regular, el undécimo mejor registro de toda la NFL- como la de los 49ers -15,5 tantos recibidos por duelo, los terceros mejores- se han fajado a la perfección. De otro modo ninguno de estos equipos habría llegado tan lejos. Más aún cuando en las respectivas finales de conferencia hubieron de hacer frente a dos conjuntos que aparentemente partían como favoritos, los New England Patriots, subcampeones el año pasado, y los Atlanta Falcons. Pero mientras Tom Brady, uno de los mejores quarterbacks de la historia, acababa desquiciado ante el buen hacer de Ray Lewis, Bernard Pollard y compañía, Frank Gore decantaba en favor de los 49ers, a ocho minutos del final, un reñido partido ante unos Falcons que buscaban acceder por segunda vez en su historia a la Super Bowl.
Gran parte del mérito hay que otorgárselo, como no podía ser de otra forma, a los técnicos de ambos equipos, John y Jim Harbough, hijos de un entrenador de fútbol americano sobre los que están posadas todas las miradas a la espera de ver cuál de ellos tiene en su mano la carta ganadora. El primero, 'head coach' de los Ravens, llegó a Baltimore en 2008 procedente de los Philadelphia Eagles, donde se encargaba de preparar los equipos especiales. El segundo jugó durante catorce temporadas como quarterback en la NFL antes de pasar al banquillo de los San Diego Chargers y posteriormente al de la Universidad de Stanford. Sin las difíciles decisiones adoptadas a lo largo de la temporadas, como el despido de Cam Cameron como coordinador ofensivo de los Ravens y su sustitución por Jim Caldwell, o la entrada de Colin Kaepernick en lugar de Alex Smith en la posición de quarterback de los 49ers, la XLVII edición de la Super Bowl hubiese tenido un horizonte muy diferente.
Más allá de esa pelea entre hermanos, el Mercedes-Benz Superdome de Nueva Orleans será testigo de la despedida de uno de los integrantes de esa fábrica de leyendas que es la NFL. Ray Lewis, linebacker de los Ravens, disputará a los 37 años su último partido en medio de la controversia generada a raíz de los extractos publicados de un reportaje de la revista 'Sports Illustrated' que verá la luz el 4 de febrero y en el que se le acusa de haber recurrido a sustancias prohibidas para recuperarse más rápidamente del desgarro subrido en el tríceps en octubre del año pasado. La estrella del equipo de Baltimore, el único linebacker que ha logrado ser escogido como MVP en los últimos 33 años, ha negado las acusaciones, que han nublado un tanto los días previos a un partido que podría acabar deparándole su segundo Trofeo Vince Lombardi, tras el logrado ante los New York Giants en 2001.
Es la única ocasión en que la franquicia de Baltimore consiguió auparse a lo más alto del fútbol americano. Mucho más pedigrí tienen los 49ers, que vivieron una época de gloria en los años ochenta comandados por el mítico quarterback Joe Montana. Cinco títulos de la Super Bowl jalonan la historia del equipo de la costa oeste, que tras varios años en el dique seco, tratan de iniciar una nueva era de la mano de Jim Harbough y de Colin Kaepernick, un quarterback que ha maravillado en su segunda temporada en la NFL después de que la lesión de Alex Smith le obligase a dar un paso al frente.
¿Quién se llevará el gato al agua en la ya denominada por muchos como 'Harbowl'? ¿Arredrará Ray Lewis a los 49ers con su teatral 'baile de la ardilla'? ¿Se coronará Colin Kaepernick en su segundo año, algo que ni Joe Montana pudo lograr? Todas y muchas otras preguntas tendrán respuesta este domingo en uno de los mayores acontecimientos deportivos del planeta. Se admiten apuestas.