Una voluntad inquebrantable
Robert Kubica ha probado esta semana en Valencia con un Mercedes del campeonato alemán de turismos
MADRID Actualizado: GuardarSu sonrisa al lado de Toto Wolff, recién nombrado responsable de Mercedes Motorsport en lugar del veterano Norbert Haug, lo decía todo. Robert Kubica se bajaba exultante del Mercedes AMG C-Coupé después de dar más de cien vueltas al circuito Ricardo Tormo de Cheste (Valencia), precisamente el mismo escenario donde se montó en un Fórmula 1 por última vez, para realizar los ensayos de la pretemporada de 2011. Unos días después, su vida daría un vuelco (otro más), y le alejaría, quien sabe si para siempre, de la consideraba máxima categoría del automovilismo mundial.
El de esta semana ha sido un paso más en el regreso de Robert Kubica a la primera fila de los titulares deportivo. El mejor piloto polaco de la historia lleva batallando casi dos años, entre quirófanos y sesiones de recuperación, con su maltrecha mano derecha. El 6 de febrero de 2011, sábado, el por entonces corredor de Lotus perdió el control del Skoda Fabia con el que competía en el rally Ronde di Andora y quedó empotrado contra el guardarraíl. Salvó su vida por escasos centímetros, y hasta los médicos hablaban de milagro. Sin embargo, el lado derecho, y especialmente su brazo, quedó destrozado. La amputación de la mano fue una carta que estaba en la baraja que le había tocado en suerte a Kubica, y de ser otro, los médicos no hubieran dudado. Sólo la determinación feroz del piloto lo evitó. En su mente sólo estaba volver a competir, volver a subirse a un coche, sea de Fórmula 1, de rallies, o de lo que fuera. Su pasión por la velocidad, ese veneno que corre por las venas de casi todos los pilotos, le impedía rendirse. Optó por el camino difícil.
Un aura de milagro
Robert Kubica ya sabía en aquel 2011 lo que era ver su vida peligrar seriamente. Los días que pasaron desde ese 6 de febrero hasta que se dio plena cuenta de lo que le había ocurrido permitieron rememorar su fortísimo accidente en el Gran Premio de Canadá 2007. Tras tocarse con el Toyota de Jarno Trulli, su BMW Sauber salió disparado por los aires rebotando contra el suelo y las protecciones del peligroso circuito Gilles Villeneuve, hasta que sólo quedó el 'cockpit' (el habitáculo de los pilotos) y poco más. El resto de su monoplaza se desintegró, y gracias a los sistemas de seguridad -especialmente el HANS, que evitó lesiones medulares posiblemente fatales- salió con vida de aquella.
Muchos lo consideraron un milagro. Literalmente. La figura del Papa Juan Pablo II, polaco como Kubica, creyente católico, ocupó una parte fundamental en la vida del piloto. De hecho, desde siempre y en especial desde el fallecimiento del Pontífice, Robert llevaba una fotografía de su compatriota para que le protegiera. El Vaticano llegó incluso a tener en consideración este incidente de cara a la beatificación del predecesor de Benedicto XVI. Con este precedente, es normal que muchos buscaran una explicación divina a la recuperación de Kubica tras el accidente de 2011, y mientras estaba ingresado en el hospital Corona de Pietra Ligure en Génova le hicieron llegar algunas reliquias -unas gotas de sangre y un trozo de tela- del Santo Padre.
Entre los rallies y los circuitos
Su regreso a la competición se iba a producir en 2012, pero el infortunio se cruzó de nuevo en su camino: un accidente casero le provocó complicaciones en su maltrecha pierna derecha, y le alejaron definitivamente de la Fórmula 1. Kimi Raikkönen ocupó su definitivo lugar en Lotus, que antes había tirado de Nick Heidfeld y Bruno Senna para sustituirle, y el nombre de Robert Kubica se difuminó en la bruma de los ex pilotos.
Sin embargo, él nunca se rindió. Por eso, en cuanto recibió el permiso médico del doctor Igor Roselló, volvió a calzarse los guantes, ponerse el mono y ajustarse el casco para subir a un coche de competición, en este caso de rallies. Después de un 2011 y casi todo el 2012 entre hospitales, en septiembre se subió a un Subaru WRC para participar en el rally Ronde Gomitolo Di Lana, en Italia, que ganó con cierta autoridad. Otro accidente, esta vez sin consecuencias, en San Martino di Castrozza le hizo refrenarse un poco, pero no tardó en volver a subirse a lo más alto del podio, en el Rally di Como. Después del éxito en estas pruebas en territorio italiano, probó suerte en el Rally du Var francés, pero su incursión acabó mal: se estrelló y su coche acabó en llamas, aunque sin consecuencias personales. Más allá de los resultados obtenidos, Kubica salía de cada prueba con más confianza. Su mano derecha guardada, sin grandes gestos que denotaran que no tiene la movilidad previa al accidente de 2011, pero con confianza en sus capacidades. En este 2013 seguirá su camino firme hacia la total recuperación participando en el Campeonato Europeo de Rallies, comenzando con el rally de Canarias a finales de marzo.
Antes, ha querido aceptar la invitación de Mercedes de rodar con ellos a los mandos de un AMG C-Coupé con el que compiten en el campeonato alemán de turismos. Considerado uno de los certámenes más importantes del mundo, el DTM -donde se ha refugiado, por ejemplo, el ya ex piloto de Marussia Timo Glock, o han participado hombres como el piloto de Force India Paul di Resta (campeón del DTM en 2010) o los españoles Miguel Molina y Roberto Merhi- también tienta a Kubica. Sus palabras son claras: “Esto ha sido tan solo un test para ver como me siento pilotando un DTM. La temporada empieza bastante tarde así que hay un poco más de tiempo. Definitivamente es una posibilidad pero depende de muchos factores. Lo más importante es que mi ritmo es bueno y me siento cómodo en el coche”, destacaba desde el asfalto de Cheste a 'Auto Motor und Sport'.
Sin embargo, su sueño, su gran objetivo, es volver a 'su sitio'. “Por supuesto que preferiría estar pilotando un monoplaza de Fórmula 1”, admitía al citado medio alemán, “tengo que dar un paso al mismo tiempo y espero tener algún día la oportunidad de sentarme en un coche de Fórmula 1 de nuevo”. Esa meta está lejos, al menos a corto plazo, pero si de algo podemos estar seguros es que Kubica lo dará para volver. Su voluntad es inquebrantable, y no hay accidente o impedimento que lo pueda frenar. La Fórmula 1 te espera, Robert.