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España, a la final por la puerta grande

Los Hispanos derrotan a Eslovenia con una impenetrable defensa tras el descanso

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Eslovenia dejó patente en la primera mitad todas las virtudes que le han llevado a las semifinales del Mundial, mientras que España no consiguió mantener su ritmo de partido, en especial en defensa. Y es que los eslovenos tenían muy clara la lección. Vertiginoso balance para sorprender a la defensa española en medio de los cambios o descolocada. No son amigos los eslovenos de ataques largos y se vio precisamente en los primeros veinte minutos de partido, donde se perdían en mil y un pases que no conducían a nada y que a duras penas lograban llegar a las redes de Sterbik, sustituto de un poco afortunado Sierra.

España imponía claramente su defensa 6-0 cuando llegaba a hacer el balance o bien un 5-1 si el contragolpe les impedía los cambios. Poco a poco, ataque tras ataque, España consolidó su fortaleza defensiva mientras también encontraba huecos en la zaga eslovena. El control sobre Aguinagalde permitía los huecos a Sarmiento o Entrerríos para ganar las superioridades y encontrar el mejor lanzamiento. Las diferencias en el electrónico se fueron hasta los cuatro goles y el técnico esloveno paró el partido en el minuto 21. Sus indicaciones no ofrecieron efecto inmediato. España logró su mayor renta (12-7) y daba la impresión de que su superioridad era incuestionable. Pero surgió la figura del veterano guardameta Skoff (10 paradas en el primer tiempo), y a ella se unió la rapidez en el contragolpe. Y España comenzó a sufrir. Ariño, Aguinagalde, Ruesga, Entrerríos, Montoro... Todos probaron fortuna y se encontraron con el portero esloveno. Y encima el fulgurante contragolpe se culminaba siempre por el lado derecho, el lado del cambio español, para que Marguc (cuatro goles) definiese sin oposición ante Sterbik. Además, la defensa eslovena se adelantó casi hasta los 9 metros para frenar el juego hispano y la selección se quedó sin orden ni concierto en ataque. El parcial de 4-1 dejó las cosas prácticamente como estaban al principio y ni siquiera en superioridad, España pudo obtener mayor ventaja al descanso (13-12).

El peligro esloveno era patente. Los autodenominados ‘Héroes’ habían teñido su biografía en este Mundial a base de remontadas inverosímiles, de rachas fulgurantes y de victorias en los últimos instantes. En el vestuario, España tomó buena nota de lo que le había sucedido. Los vídeos y las clases teóricas están muy bien, pero no hay nada como sufrir en las propias carnes los errores para rectificarlos. Y el equipo de Valero Rivera saltó al terreno de juego con el convencimiento de que el partido, tal y como demostró en la primera mitad, había que ganarlo en la defensa. Pero una defensa a muerte desde el minuto 31 hasta el final. Los primeros momentos de tanteo, de toma de contacto, de fijación de las ideas y de los rivales, dejaron el marcador en un 15-13 eterno. Cinco minutos de juego, de defensa numantina española, con un Sterbik que, como siempre, estuvo inspirado justo cuando se le necesitaba. El ataque español no era precisamente un vergel de ideas y tampoco Entrerríos era capaz de conectar con Aguinagalde. Los minutos pasaban y el marcador esperaba con ansiedad para saber cual de los dos equipos rompía el hielo. Finalmente fue Eslovenia la que anotó el 15-14, pero fue su sentencia. España había aprendido a defender el ataque esloveno y a devolverles la moneda de la primera mitad. Contragolpes vertiginosos, goles fáciles que minaban la moral balcánica. Desde ese momento, un tanto en poco menos de quince minutos fue lo que pudo hacer Eslovenia. Ni el tiempo muerto ni el cambio de Zorman por Bezjak dieron resultado. Los ‘Hispanos’ habían cerrado a cal y canto su defensa y la impotencia eslovena se estrellaba una y otra vez permitiendo los contragolpes y el despegue en el marcador.

Y con la lección aprendida, España no dio ninguna opción a los eslovenos para la remontada. Tenían la final a tiro de piedra, a seis goles de ventaja, y esta vez no iba a haber ‘héroes’ ni sorpresas. España ralentizó el partido en ataque, pero mantuvo toda la intensidad defensiva. Ni siquiera las absurdas exclusiones dictadas por los colegiados islandeses hicieron perder la concentración a los de Valero Rivera. Al final un 26-22 que vale una final del Mundial. La segunda en la historia de la selección española. En la primera se llevó el título en Túnez 2005. Ocho años después la historia puede repetirse. El domingo, a partir de las 17.15 horas, en el Palau San Jordi, España luchará por el oro.