El Sevilla despierta a tiempo
Los rojiblancos superaron con facilidad a un Zaragoza con muchas bajas y que acabó el partido con nueve
Actualizado: GuardarLa primera candidatura para ganar la Copa del Rey 2013 la presentó el Sevilla . Con un partido más efectivo que lúcido, los rojiblancos se sobrepusieron a los nervios iniciales para ganar a un Zaragoza gélido como el Ebro en invierno. Los zaragozanos, que acabaron con nueve, sucumbieron por un cúmulo de circunstancias ligadas a la mala suerte y a la falta de criterio por momentos.
Propuso Manolo Jiménez un equipo aguerrido, fuerte atrás y en el centro del campo. Sin Postiga arriba, no tenía un referente de categoría como ariete. Pero sí logró asfixiar a los andaluces por las bandas y no dejar pensar a su arma fundamental, Rakitic. Emery pidió a Negredo que bajara a recibir para empezar desde cuarenta metros a trenzar jugadas. Todo ello no hizo más que atenuar la debilidad ofensiva nervionense.
Quiso el Sevilla hacer su particular homenaje a Salvador Dalí en el vigesimocuarto aniversario de su muerte. Mientras el equipo sobre el césped era incapaz de dar dos pases seguidos, en la grada la masa social mezclaba su desánimo con malestar hacia los que se sientan en sillones de cuero con espíritu surrealista. Entre defensores y detractores, los de negro y amarillo se aprovechaba del mal karma que sobrevolaba el estadio. José Mari aportaba su granito de arena a la construcción del juego junto a un Wilchez que causaba estragos entre la nerviosa defensa contraria.
Para los locales solo la conexión entre Navas y Negredo generaba algo de belleza en un juego grisáceo. El choque se disputaba a ras de suelo. A los maños no les importaba frenar a los sevillistas con faltas si con ello les quitaba sus nítidas intenciones de generar fútbol. En esa guerrilla balompédica Fernández usó munición real al perpetrar una patada voladora sobre Reyes, que le costó la justa expulsión. Como si fuera una sección de necrológicas, las malas noticias para los zaragocistas no tardaron en volver. A la lesión fortuita de Álamo se le unió acto seguido el gol de Negredo tras demostrar más fuerza que Sapunaru en un córner. Herido el Zaragoza, los sevillanos olieron la sangre y tocaron zafarrancho de combate. Para hacer más daño al orgullo visitante, Rakitic sentenció la eliminatoria cuando el árbitro ya tenía en la boca el silbato para pitar el final de la primera mitad. Lo hizo tras una galopada propia de un corcel croata de Rijeka.
Con una segunda parte que se atisbaba plácida, Emery les dijo a los suyos que las confianzas solo generan derrotas. En la parte contraria, el arahalense intentó hacer ver que el empate valía y con un gol pronto provocarían miedo. Pero sus pupilos bastante tenían con frenar las acometidas de un Jesús Navas pletórico, alegre al reencontrarse con Cicinho y no a Coke como compañero. Entre toques y palmas, los maños volvieron a tener otros cinco minutos de hecatombe. Leo Franco golpeó a su compañero Lanzaro provocándole que sangrara por la nariz. Mientras era atendido, Cincinho recordó a Alves, cogió la pelota en el círculo central y se plantó en la portería hasta que le hicieron penalti. Expulsión de Fran González y doblete para Negredo.
Hubo al final tiempo para que la afición se acordara de su rival en semifinales, fuera quien fuera. Madrileños o eterno rival. También para que el técnico guipuzcoano intentara recuperar para la causa a Babá y Del Moral, aunque solo lo logró con el último, cuando marcó ya al final para su autoestima. El Sevilla ya espera en semifinales soñando con otra final en un año infausto.