Nagy, durante un partido del Mundial de balonmano./Juan Carlos Hidalgo (Efe)
Balonmano

Lazslo Nagy, de desertor a héroe

A un paso de nacionalizarse español, el lateral zurdo prefirió un suculento contrato en su país

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Hungría cuenta con una de las estrellas del balonmano mundial, Lazslo Nagy, mejor jugador mundial en 2011. Un hombre que a punto estuvo de renegar de su país para jugar como 'Hispano', pero al que el color de la camiseta magiar, de sus raíces y del dinero le hicieron cambiar de opinión. De desertor a héroe nacional húngaro en un santiamén. Lazslo Nagy, a sus 31 años, es la estrella que plantó al Barcelona, a la Federación Española y al Ministerio del Interior para dar brillo a la selección de Hungría.

Este jugador inició su contacto con el balonmano en su ciudad natal, Szeged, donde militó en los equipos de base del club local, el Pick Szeged. Los tentáculos del poderoso Barcelona de finales de los 90 se fijaron enseguida en ese joven espigado de más de dos metros de altura y zurdo. Los azulgrana necesitaban un repuesto para el entonces lateral, Iñaki Urdangarin, y no dudaron en 'robar' al diamante en bruto al balonmano húngaro. Con 19 años llegó a Barcelona y debutó en partido oficial en la final de la Supercopa de España el 12 de octubre de 2000, en el partido que los azulgrana ganaron en la prórroga al BM Valladolid. Fue su primer título como jugador del equipo profesional azulgrana.

Desde entonces su progresión ha sido constante. En estos doce años vistiendo la camiseta del FC Barcelona Nagy lo ha ganado absolutamente todo y se ha erigido como uno de los mejores jugadores del mundo. Además, su temprano aterrizaje en Barcelona le permitió adaptarse perfectamente al estilo de vida español e incluso aprendió el catalán para su mejor integración.

Deportivamente el único lunar de su carrera era que su país de origen, Hungría, no contaba con una selección suficientemente poderosa como para aspirar mínimamente a los títulos. Y como todo deportista de elite, Nagy también quería gozar de los honores del Europeo, del Mundial y de los Juegos Olímpicos. Y empezó a tramar su nacionalización. Y al balonmano español se le pusieron los dientes largos con un lateral zurdo de sus características. Desde 2009 dejó de jugar con su selección. Por uno y otro motivo, Nagy declinaba la invitación de su país para los torneos internacionales. Tenía que estar tres años sin jugar con su país para poder cambiar de colores y poder disputar los Juegos Olímpicos de Londres con una selección española, a la que le faltaba un peldaño para luchar por el oro.

El aparato federativo español se movió con rapidez para que el Ministerio del Interior tramitase con carácter de urgencia la nacionalización de Nagy. Desde luego no iba a ser menos que otros nacionalizados en mil y un deportes. En mayo, a dos meses vista de la cita olímpica. Nagy recibió la notificación de la concesión de la nacionalidad española. Solo tenía que pasar por la Delegación del Gobierno a cumplir el protocolo de la aceptación de la Constitución y jurar la roja y gualda. Y se rajó.

El mejor pagado del mundo

Dio la espalda al país que le acogió siendo una promesa, le formó, le crió y que incluso quiso hacerle uno de los suyos. ¿Qué motivos tenía para semejante afrenta? Los mentideros del balonmano son amplios pero en estas situaciones tan especiales nada es blanco ni negro, ni todo lo contrario. El Barcelona quiso apretar las tuercas a sus estrellas en plena crisis. Nos referimos por supuesto a la estrellas del balonmano, no a las de fútbol, para las que parece que no hay límite. El club le ofreció renovar simplemente por otro año, con opción a uno más y con una leve reducción de su ya importante sueldo. El jugador entendió que el club, pese a haberle nombrado el primer capitán extranjero del equipo, pretendía poco menos que deshacerse de él, por lo que se puso en el mercado. Y ahí apareció el club húngaro Vezsprem para lanzar una sustanciosa oferta. El Barcelona hizo una nueva contraoferta, pero imposible de llegar a lo que le ofrecían en su país. Y de la noche a la mañana, el que nunca fue español volvió a ser húngaro.

Otros comentan que detrás del club Veszprem está el aparato gubernamental húngaro, que se entremezcla con intereses industriales de patrocinadores y que provoca que la oferta por el regreso de la superestrella a su país sea completamente irrechazable. Más de tres millones de euros en cuatro años es lo que cobrará Nagy en el Vezsprem para convertirse en el jugador de balonmano mejor pagado del mundo, contratos publicitarios y demás extras aparte. Y claro está, una vez en su país no podía renunciar a jugar en la selección magiar, una de las condiciones expresas de su fichaje. Así pues, don dinero pudo más que las aspiraciones deportivas.Y eso que además se marchó al club rival de su ciudad natal. Vezsprem y Pick Szeged son el Atlético de Madrid y el Barcelona del balonmano húngaro.

Ahora, Lazslo Nagy se ha convertido en el líder que necesitaba la selección húngara para luchar por los títulos internacionales. De hecho, en los Juegos Olímpicos de Londres se quedó a un paso de la medalla con su cuarto puesto. En este Mundial, las bajas han restado potencial a Hungría, pero con Nagy el combinado magiar ha ganado muchos enteros. La principal amenaza para los 'Hispanos' ha surgido de España.