Balonmano | MUNDIAL

España supera la agresividad de Egipto

Los de Valero Rivera reaccionaron a la pájara de diez minutos tras el descanso

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Nuevo triunfo de España ante un Egipto, que demostró tener mucho más potencial que su vecina Argelia. Estaba dentro del guion la victoria del combinado de Valero Rivera, si bien los egipcios pusieron nuevamente en entredicho algunas lagunas en el conjunto español. El ataque estático tiene más problemas de los previstos y muy especialmente si no están sobre la cancha Maqueda o Entrerríos. Los recambios de la primera línea, hasta el momento, no han demostrado estar a la altura y la selección lo acaba pagando. Porque se pierde el orden, el juego y cada uno intenta hacer la guerra por su cuenta. Y eso en un Mundial se acaba pagando porque el balonmano es un juego de conjunto. En el haber de la selección, su capacidad de reacción para dejar las cosas en su sitio. Este martes, España cierra este plácido inicio del campeonato ante la que se supone que será la cenicienta del torneo, Australia (19:00 h.). Un entrenamiento con camiseta oficial.

España se puso las pilas para ganar a Egipto sin dar pie a los árabes a pensar en sorpresas o bien tener que recurrir a la heroica de los minutos finales. El planteamiento defensivo de los de Valero Rivera dejó bien claro desde el inicio que la agresiva defensa egipcia no iba a tener nada que envidiar a los perros de presa hispanos. Maqueda, Virán Morros y Canellas debían formar un muro impenetrable a la vez que evitar los lanzamientos exteriores de Zein y Ahmed Mostafá. Guardar la ropa en la línea pero a la vez evitar que Sterbik sufriese con lanzamientos lejanos. Y le costó entrar en ese juego agresivo a la selección española. La movilidad de los jugadores egipcios ponía en evidencia a un equipo español que parecía no encontrar su sitio en los primeros minutos. Pero solo fueron diez minutos en los que poco a poco los defensores españoles fueron conociendo a sus rivales. En el lateral izquierdo Ali Zein, un tipo que se levanta en un instante para lanzar sus latigazos; Mohamed Alaa, un central que da continuidad y una movilidad extrema al balón, y Ahmed Mostafá, el lateral zurdo, el único del conjunto egipcio que juega en Catar y que es toda una estrella del balonmano árabe, con una excelente técnica individual. Ellos fueron los que mantuvieron a Egipto por delante en el marcador durante los primeros diez minutos mientras España se asentaba sobre la pista tanto en defensa como en ataque. Porque está claro que se está jugando un Mundial y cualquier selección crea problemas. Y a los de Valero Rivera les volvió a costar enlazar jugadas en ataque viendo como los defensores egipcios les tocaban, golpeaban, agarraban y no dejaban un solo pase sin ‘tocar’.

Y pasados los diez minutos de tanteo, la selección comenzó a carburar, especialmente tras la inferioridad por la exclusión de Maqueda. Ahí el equipo de Valero Rivera sacó a relucir la pizarra en una jugada perfectamente estudiada que hizo mucho daño a un crecido conjunto egipcio. Y es que, además, la zaga hispana, con la colaboración de Sterbik, impidió que los árabes anotase en superioridad. Fue el denotante del despegue de España. Los egipcios vieron cerrados todos los huecos, se diluían en mil y un pase ante la férrea defensa de la Roja y acaban lanzando sin convicción o perdiendo el balón en manos de los jugadores españoles. Y eso es tanto como sentenciarse. Valero Rivera se erigió, después del primer fallo, en el talismán del equipo español. Al contragolpe fue el auténtico martillo del marcador.

El técnico egipcio solicitó un tiempo muerto (8-11, min. 19) para evitar la sangría mientras Valero Rivera hacía los oportunos cambios y colocaba a Montoro y Antonio García en la primera línea. Las diferencias se mantuvieron hasta el descanso, e incluso España, merced a los contragolpes o Aguinalgade, se fue al vestuario con cinco goles de ventaja, pero también dejó la evidencia de que tanto el gigante Montoro como el ‘parisino’ Antonio García aún están muy lejos de las prestaciones de un Alberto Entrerríos o de Jorge Maqueda, y en estas situaciones la labor de Sarmiento tampoco se puede decir que brillase especialmente. Y ahí el juego de la selección se atasca y solo la brillantez de alguno de sus hombres es capaz de sacarla del atolladero, al menos ante rivales de la entidad de Egipto.

Con 11-16 comenzó el segundo tiempo y una vez más la selección volvió a chocar con esos diez minutos de espesura, de jugadas inconexas, de errores en el marcaje, de balones perdidos absurdamente. Enfrente estaba Egipto, que no supo sacar rendimiento a estos regalos. En un Mundial, estos minutos de basura se pagan ante rivales de mayor entidad. Maqueda se obcecó en llevar el peso del equipo y falló estrepitosamente hasta el punto de que Valero optó por cambiarle, Sarmiento estaba desaparecido, Canellas no entraba en juego. Solo Aguinagalde y los balones que llegaban a los extremos eran aprovechados para mantener el dominio en el marcador, pero los egipcios estaban lanzados y mucho más agresivos. Un parcial de 4-0 (20-23, min. 47) obligó a Valero Rivera a pedir un tiempo muerto. No llegó la sangre al río, pero la amenaza árabe quedó patente. Recuperó la primera línea titular con Entrerríos, Sarmiento y de nuevo Maqueda, pero lo que finalmente resolvió el problema fue la exclusión de Mamdouh. Eso sí, España jugó la superioridad de libro, con Rocas como ejecutor, y el marcador volvió a ensancharse. Además, la defensa española, que se había hundido hasta la línea de los seis metros, recuperó terreno y volvió a forzar los errores en la zona de creación del juego egipcio. España devolvió a su rival el parcial de 4-0 y con un 20-28 a falta de cinco minutos quedó visto para sentencia.

Solo era cuestión de aguantar el tipo. Y se aguantó sin problemas, aunque Gamal se empeñase en engordar sus estadísticas con 3 goles en esos últimos cinco minutos. Al final, 24-29 para España, que suma dos puntos más a su casillero. Egipto fue un rival digno y además dejó en evidencia que España puede tener muchos problemas en ataque.