La cocinera vasca Eva Arguiñano recuerda el año del 'no' rescate. / Vídeo: Virginia Carrasco
UN MINUTO DE 2012 | eCONOMÍA

«Es alucinante que vivamos un retroceso sin que haya una guerra»

La cocinera Eva Arguiñano recuerda el recrudecimiento de la crisis en 2012, el año del (no) rescate

MADRID Actualizado: Guardar
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Incredulidad, impotencia, alucinación. Son las palabras que acuden raudas a la mente de la cocinera Eva Arguiñano para describir su sensación ante la crisis que devora el país desde hace cuatro años y que ha dejado al país exhausto en el 2012 que recién termina. “Estoy alucinada y lo he vivido con total impotencia, porque me parece alucinante que estemos viviendo un retroceso sin que haya una guerra”.

La chef vasca comparte la impotencia vivida por los ciudadanos mes a mes, observando cómo los datos negativos se agolpaban en los titulares a golpe de tambor. Crisis, paro, déficit, deuda, inflación… términos que siempre estuvieron ahí pero que nunca acapararon tanta atención. También otros nuevos que forman ya parte natural de la jerga de marquesina de autobús, como el banco malo, los hombres de negro, las participaciones preferentes o la prima de riesgo, un indicador que ha tenido a la población en vilo como en una final de Eurocopa eterna.

Y planeando sobre todos ellos, el rescate, término que, a fuerza de evitarlo, generó eufemismos como “línea de crédito”, “préstamo en condiciones extremadamente favorables” o “apoyo financiero”, que duelen menos pero golpean igual. Una medida de urgencia que se logró sortear in extremis, para sorpresa de analistas, expertos o los propios ciudadanos y que dejó bautizado el 2012 como el año del ‘(no) rescate’.

Termina además como el año de los recortes, de la subida de impuestos, de las dos huelgas generales, de las “mareas” ciudadanas y de los desahucios, una de las manifestaciones más dramáticas de la crisis. “Hace cuatro años me dicen que esto va a pasar y hubiera dicho que es imposible, que no puede ser. Y que no estemos todos en la calle ya gritando a ver qué pasa… estoy entre la impotencia y la incredulidad”, explica la jefa de repostería del restaurante Karlos Arguiñano que regenta su hermano en Zarautz.

“Alucinada, la palabra es alucinada porque veo que vamos para atrás, para atrás, para atrás. Y nos dicen, el año que viene y no me lo creo porque llevan así tres años diciendo que será el siguiente, y el siguiente, y el siguiente… Miro a mis hijos y les digo, ¿qué va a ser de vosotros? ¿Y de mis nietos? Alucinada, sin guerra".