Uno de los habituales personajes que acuden a presenciar el sorteo en directo. / J.R. Ladra
LOTERÍA

Cantata y cante por un Gordo peregrino

El 76058, el último pelotazo navideño libre de impuestos, se atomiza y viaja a toda España

MADRID Actualizado: Guardar
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Unos vinieron a disfrutar la cantata del último Gordo libre de impuestos y otros a dar el cante. La cantata más dulce fue la del 76058, un número más que peregrino, que regó de euros todo un país. El cante lo dieron los friquis habituales en el sorteo más deseado del año y quienes eligieron tan señalada fecha para protestar. Un pequeño grupo de personas que reivindicaban la Sanidad Pública con carteles y batas blancas y los trabajadores de Telemadrid, que dieron su cante en el momento en que se cantaba el Gordo, fueron expulsados de la sala sin contemplaciones por los encargados de la seguridad.

No fue madrugador, pero tampoco remolón. El último Gordo libre de impuestos se hizo esperar algo más de una hora. El 76058 repartía una atomizada lluvia de millones que llegaba el día después del fin del mundo. Barcelona, Madrid, Alcalá de Henares, Burgo de Osma, Oviedo, Tudela, Benidorm, Soria o Valencia fueron algunos de los muchísimos puntos que repartieron la pila de millones.

El premio fue recibido con alborozo en las quinientas plazas del patio de butacas del Teatro Real de Madrid. Lo cantaron a las diez y siete minutos, en la tercera tabla, Ismael Rastrelli y Sherley Fonseca Ortiz, debutante en esta labor. Extrajo la bola del número Adrián Castro García y la del premio Ysssin Akrouh.

Ismael y Shreley fueron los absolutos protagonistas de la jornada lotera. Además del Gordo cantaron un cuatro y un quinto premio en menos de media hora. Ismael y Sherley ya habían cantado el Gordo en el ensayo del día anterior, así que lo hicieron con pasmosa naturalidad y sin atisbo de nervios. Sherley tiene once años. Es hija de cubanos -su mamá se anegó en un mar de lágrimas- y lleva cinco años en España. Algo más joven es Ismael, de diez añitos. Hispano-italiano de madre argelina, no espera ningún regalo a cambio de los millones que ha repartido. Los dos demostraron una enorme templanza y repitieron hasta la saciedad su trino millonario ante las decenas de cámaras y micrófonos.

No le fueron a la zaga Darío Beltrán Barahona y Evelyn Calderón, que en la quinta tabla y en un santiamén cantaron tres quintos premios extraídos por María José Polisgua y Noemí Fernández.

Poco sitio

Por primera vez en sus más de dos siglos de historia, el más prometedor sorteo del calendario lotero recalaba en la casa de la ópera y repartía suerte desde su escenario. Al contrario de lo que suele ocurrir, el primer premio de la mañana fue el Gordo. La tensión se desinfló un poco y la sala se fue vaciando poco a poco. Muchos ciudadanos se quedaron fuera a pesar de haber hecho varias horas de cola y expresaron su disgusto ante los policías que velaban por la seguridad del recinto.

Muchas de las butacas del salón las ocuparon personas ataviadas con los más diversos y estrafalarios disfraces. La mayoría habituales de este evento mediático al que acuden cada año en busca de la suerte en forma de millones y de unos fugaces segundo de fama.

Forofos loteros a los que la multitud de cámaras que cubren el sorteo ofrecen una cálida y simpática complicidad. No faltaron un Miliki, los habituales Santa Claus, pasando por abanderados, emplumados, enmonedadados o endecimados, y empedrados de bisutería.

Marcelo, Rufino y Fernando fueron, un año más, el trío más llamativo. Sus coloristas disfraces estaban hechos con lentejuelas y monedas -dos modelos nuevo y uno ya bien conocido a base monedas de las extintas peseta-. Los diseña Marcelo, un simpático octogenario de Leganés (Madrid) que lleva desde 1979 dándole al coco para innovar. «No los vendo por nada del mundo, que los hereden mis hijos. Estos diseños no tienen precio». El primero fue del de las pesetas, que ayer lo lucía Rufino y que fue creado a primeros de los ochenta. Fernando Gracia, de 67 años, lucía el de lentejuelas como Marcelo, de 78 primaveras.

No faltó a la cita otro clásico, el señor Vilches, de Cebreros, un clásico del salón, optó este año por homenajear Miliki, Emilio Aragón, el payaso recientemente fallecido. Él ya había dado el campanazo otros años al venir disfrazado de duquesa de Alba, esposo incluido, o de Belén Esteban.

Pero este año el más atractivo y llamativo atavío era el de otra veterana: la danesa Lis, cocinera afincada en Benidorm, que se disfrazó de bombo. Con un pequeño bombo de bingo por sombrero, llevaba más de 400 bolas blancas pegadas a su sayón rojo, con otros tantos números.