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Cristiano suaviza el amargor de la Copa

El portugués evita que la fiesta del Celta sea completa, pero la eliminatoria está abierta para el Bernabéu

MADRID Actualizado: Guardar
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Cristiano. Siempre Cristiano. Cuando al Real Madrid se le complicaba su continuidad en el torneo, y desde la posición de delantero centro puro, el crack portugués aprovechó un genial pase de Xabi Alonso para suavizar el amargor de la Copa en Balaídos. Cristiano evitó que la fiesta del Celta fuese completa, y la eliminatoria está ahora completamente abierta para el Bernabéu, donde al Madrid, que sigue dando tumbos y muestras de desconcierto, solo le valdrá la victoria. Los octavos son más difíciles de lo que se preveía, y si no llega a ser por Cristiano, estaría en verdadero peligro la continuidad de Mourinho y los suyos. Para el 9 de enero el Madrid deberá mejorar su pobre fútbol y mostrar más intensidad si no quiere firmar un fiasco copero. El peligro está en la vuelta de las Navidades.

Ya lo mejor del Madrid en el primer tiempo fue el resultado, porque dio muchas facilidades en defensa al Celta, sobre todo a balón parado, lo que ya empieza a ser más que preocupante, y solo disparó una vez a portería, por medio de Cristiano, pasada la media hora de un partido muy incómodo para los blancos. Por la disposición, ánimo y juego del Celta, pero sobre todo, por su incapacidad para crear fútbol, con un mediocentro tan nulo y fuera de forma como Essien, y con Modric, como casi siempre, más desaparecido que participativo. Así, Benzema no recibió un balón, hasta que debió retirarse lesionado a causa de un esguince de tobillo. Y sin un delantero centro en el banquillo, porque Morata se quedó al final fuera, como tampoco jugó Nacho, porque Mourinho prefirió cambiar de banda a Arbeloa, alinear a Varane en el lateral derecho -hasta que Essien pasó a ser lateral- e incluso dar la oportunidad en el once al defenestrado Carvalho como sustituto de Sergio Ramos.

Con esos mimbres, al Madrid le faltó juego colectivo, conexión entre líneas y profundidad, y le sobró la verbena defensiva que se repitió en los córners, donde el Celta dio más de un susto a un Adán que, al igual que se le critica a Casillas, tampoco salió en los saques de esquina, ni tampoco en el gol. Mientras el dominio territorial del Madrid se fue difuminando con el paso de los minutos, el Celta, que juega bien al fútbol, se lo fue creyendo, liderado por Iago Aspas, aunque le faltó más atrevimiento. A la contra y a balón parado sí creó peligro y al final de la primera parte incluso logró superar a un Madrid enredado en una madeja de desconcentración y nula intensidad. El Celta también quiso intimidar con sus feas entradas a Cristiano o Varane, obligado a ser desplazado al centro de la defensa cuando, tras el descanso, y visto el despropósito en el medio campo, Mourinho recurrió al talento de Özil y retrasó a Essien al lateral. Después ocuparía de nuevo ese puesto en la banda Callejón, y Varane, como estaba tocado, incluso pasó a ser delantero, en otro experimento de Mourinho entre el caos.

Mejoró el Madrid con el alemán en la mediapunta en lugar de otro que no está nada bien (Di María), pero antes de que saliese Kaká, Xabi Alonso siguió sin colaboración en el centro y con el Celta tan bien plantado, los blancos continuaron muchos minutos atascados, sin enlazar una jugada y demasiado espesos y lentos. El Celta cortocircuitó así el ataque madridista, durante casi una hora, hasta que los blancos se vieron, como no podía ser de otra forma, por detrás en el marcador. El equipo de Paco Herrera se aprovechó de una de sus contras y Bermejo de la pasividad de Adán para adelantar al Celta y provocar la inmediata reacción de Mourinho. No esperó para sacar a Kaká y conseguir que el Madrid, tan acostumbrado al juego directo y a los balonazos, ganase en presencia y toque arriba. Sin embargo, cuando más cerca parecía el empate que impidió Sergio, tuvo que ser el sustituto de Iago Aspas, Bustos, que acababa de saltar al campo, quien alimentó la fiesta de Balaídos con un derechazo. Un golazo que empujaba al Madrid a lanzarse con todo arriba, y en el sitio preciso, Cristiano hizo más amable la noche para un Madrid que no carbura.