Empate de un Málaga que vivió una fiesta
Los andaluces fueron superiores a un Anderlecht indolente que termina último del grupo C
MÁLAGA Actualizado: GuardarTerminó la fase de grupos para el Málaga y con ello seis partidos que pasarán, uno a uno, a la historia de la entidad. Se puso la guinda ante el Anderlecht en la última jornada logrando la imbatibilidad con tres victorias y tres empates. O lo que es lo mismo, la perfección deportiva. Lo hizo con elegancia, sin necesitar emplearse más de lo debido. Encuentro de trámite para empatar a un equipo belga que se jugaba estar en la ‘Europa League’, pero no demostró seguir viajando por Europa.
Quienes sí continuarán acumulando puntos en los vuelos continentales son los malacitanos. La Liga de Campeones disfrutará un poco más del fútbol hecho esencia por estos chicos del sur. En el trámite que supuso el choque contra los centroeuropeos hubo tiempo para ver a los no habituales. Entre una plantilla ideada con talonario y alicatada en la realidad por profesionales, Pellegrini sacó un once mirando de reojo la competición local. Allende de la luz cegadora que es la ‘Champions’, existe un campeonato que acoge con recelo la intensidad de los malaguistas en determinados momentos.
Salieron los andaluces al ritmo que marcaba una Rosaleda de fiesta, sabedora que era momento para divertirse. Buonanotte se movía entre líneas como si bailara un tango, mientras Seba ofrecía una verticalidad que dejaba en evidencia la débil defensa rival. En mitad del guateque llegó la tristeza por una lesión fortuita de Toulalan, recién salido de un largo parón. Kameni se convirtió en un buen actor secundario salvando a los suyos, al tiempo que encontró un aliado en el colegiado al anular inexplicablemente un tanto a Safari. Duda aprovechó el desconcierto visitante marcando el gol de la festividad cuando algún compañero tenía ya un pie en los vestuarios.
Con la policía irrumpiendo en la ceremonia del graderío para enseñar cómo comportarse a los aficionados flamencos, sus ídolos enfriaron el ambiente sobre el césped. La primera juagada de la segunda parte fue trenzada perfectamente por el ataque azulino y culminada con maestría por Jovanovic. Esta vez sí subió al marcador para terminar de aumentar la ebriedad de los aficionados.
La inmediatez después de un disparo al palo izquierdo de Kameni provocó el enfado consiguiente del técnico local. La pizarra teórica marcada en los entrenamientos previos no la estaba llevando a cabo sus muchachos. Quizá el responsable eran las botas, que parecían llevar ruedas a tenor de los resbalones vistos. No hubo más remedio que improvisar un cambio de planes tácticos sobre la marcha, aprovechado a la postre por Duda para volver a adelantar a los de la Costa del Sol.
El frío del norte pareció desaparecer sobre el rostro de la afición malagueña, donde se comenzaban a dibujar sonrisas halagüeñas. Con la zaga española pensando más en el descanso que en el partido, Mbokani anotó el empate ante la pasividad reinando a su alrededor. Pudo incluso ganar el Anderlecht en una última jugada, pero Kameni demostró que no había que echar de menos a Caballero.
La unión de vítores y festejos fueron el punto y seguido a todo lo acaecido hasta ese momento. Fue el jolgorio final en el cierre de la fiesta para una fase de grupos con el cartel de la perfección. La siguiente fiesta, en octavos.