PERFIL

El Cervantes desagravia a José Manuel Caballero Bonald

Tras quedarse tres veces a las puerta de la RAE obtiene por mayoría el premio mayor de las letras hispanas imponiéndose a Goytisolo, Mendoza y Muñoz Molina

MADRID Actualizado: Guardar
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Al fin el nombre de José Manuel Caballero Bonald (1926) queda ligado al premio Cervantes. Tras años y años como eterno finalista, descabalgado en las últimas votaciones en sucesivas ediciones, por fin el gran poeta, memorialista y narrador jerezano entra el selecto ‘club Cervantes’, el de los Borges, Cela, Delibes o Vargas Llosa. Con 86 años cumplidos y una montaña de premios, recibe Caballero Bonald este desagravio de las letras españolas con orgullo y sin rencores. Pone así un merecido broche de oro a la larga e intensa carrera de uno los más brillantes maestros en la lengua cervantina en el último medio siglo, según reconoció el jurado. Recibirá Caballero Bonald el galardón y sus 125.000 euros de bolsa, junto al diploma y la medalla acreditativa, el próximo 23 de abril de manos del Rey Juan Carlos en la solemne ceremonia que acogerá el paraninfo de la Universidad Complutense de Alcalá de Henares. Quizá ese día tan señalado no recuerde el gran poeta y narrador la amargura de haberse quedado tres veces a las puertas de la Real Academia Española (RAE).

«El corazón me falla, pero recibo el premio con cierta calma y agradecimiento», fueron las primeras palabras de este destacado miembro de la generación del 50, poeta, narrador y memorialista que hizo honor a su primer apellido el día que las letras hispanas saldaban la deuda con este gran escritor a menudo socarrón, irónico y políticamente incorrecto. «Me siento muy honrado y me satisface que un jurado como el de este premio haya decido que mi obra completa lo merece», se felicitó. «El nombre de Cervantes, mi maestro y mi espejo continuo, es una garantía y un premio añadido», agregó satisfecho el también flamencólogo y ensayista.

Caballero Bonald se impuso por mayoría y tras cinco votaciones, dejando en la cuneta a candidatos como Eduardo Mendoza, Juan Goytisolo, Antonio Muñoz Molina, José Luis Sampedro, Martín de Riquer o Francisco Brines. El hecho de que no lo obtuviera por unanimidad y de que hubiera que consumir cinco rondas de votos da prueba de que fue una deliberación reñida, aunque no en exceso. Al contrario que en años anteriores, José Ignacio Wert, ministro de Cultura, Educación y Deporte, leyó el acta del jurado apenas un cuarto de hora después de las dos de la tarde, hora fijada para comunicar el fallo.

Maestría

«Ha contribuido a enriquecer el legado literario hispánico», dijo de de la obra del ganador un conciso Wert, flanqueado por Ana María Matute, el académico Darío Villanueva y el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle. Villanueva se refería al novelista, poeta, memorialista y fabulador como «un maestro en el uso del idioma». «Su primera dedicación fue poética y la ha mantenido viva hasta hoy mismo. No ha guardado la pluma y sigue presente en nuestro repertorio de hoy. Fue evolucionando hacia una novela que nunca renunció a la poesía de la palabra», apuntó Villanueva, que destacó su proyección iberoamericana.

El jurado respetó un año más la ley no escrita que cada año alterna el Cervantes entre las dos orillas del Atlántico. Dado que en 2011 el premio recayó en el poeta chileno Nicanor Parra, todas las quinielas apuntaban este año a un escritor español. No obstante, entre los candidatos iberoamericanos figuraban el nicaragüense Ernesto Cardenal, el argentino Ricardo Piglia, el colombiano Fernando Vallejo y el uruguayo Eduardo Galeano.

«No escribo apenas. Pero un poema viene, llega de cuando en cuando y se aloja en la memoria y se desarrolla. Esta claro que ya no me plantearé escribir un libro a largo plazo. Los poemas sobrevienen y los aprovecharé. No voy a despreciar esa posibilidad», explicó este poeta «discontinuo e intermitente», que hace apenas doce meses se despedía de las musas con el poema ‘Entreguerras’ (Seix Barral). Es una suerte de autobiografía en un único poema de 3.000 versos sin rima, métrica o signo de puntuación que publicó 60 años después de su primer poemario, ‘Las adivinaciones’, y medio siglo después de su primera novela, ‘Dos días de septiembre’. «Ahí está todo lo que he escrito y todo lo que he vivido, como el compendio de mi literatura y mi vida y eso le da un valor estético especial», dijo el autor de poemarios como ‘Manual de Infractores’ y ‘Diario de Argólida’.

Tiene pendiente de publicación ‘Oficio de lector’, compendio de ensayos sobre la literatura, reseñas, prólogos y conferencias en tono a Cervantes, Juan Ramón Jiménez, Góngora, Quevedo Mallarmé, Kafka, Gabriel Miró, Onetti, Cunqueiro, César Vallejo o José Ángel Valente.

El Cervantes era uno de los pocos grandes premios que faltaban en el palmarés de Caballero Bonald, ganador del Nacional de las Letras (2005), el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2004), el García Lorca y tres veces el de la Crítica, por los poemarios ‘Las horas muertas’ (1959) y ‘Descrédito del héroe’ (1977) y el de narrativa por la novela experimental ‘Ágata ojo de gato’ (1974).

Las voces del 50

La publicación de ‘Las adivinaciones’ le situó desde el primer momento en el grupo poético de los años cincuenta, articulado en Barcelona en torno a figuras como Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Josep María Castellet o José Agustín Goytisolo, y al que también se adscribieron Ángel González, Carlos Bousoño, Francisco Brines, José Ángel Valente y Claudio Rodríguez.

Nacido en Jerez de la Frontera el 11 de noviembre de1926, José Manuel Caballero Bonald cursó estudios de Náutica y Astronomía en Cádiz antes de licenciarse en Filosofía y Letras por la Universidad de Sevilla. Fue profesor de Literatura Española e Hispanoamericana durante diez años en la Universidad Nacional de Colombia y en el Bryn Mawr College. A su regreso a España dirigió una empresa editorial, fue secretario y subdirector de la revista ‘Papeles de Son Armadans’ y trabajó en el Seminario de Lexicografía de la Real Academia Española. Fue presidente del PEN Club Español hasta 1980, y es miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española.

Es también autor de las adaptaciones teatrales de ‘Abre el ojo’, de Rojas Zorrilla, estrenada en 1979 por el Centro Dramático Nacional, y de ‘Don Gil de las calzas verdes’, de Tirso de Molina, en 1994 por la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Escribió además los guiones de la serie documental ‘Andalucía de Cine’, dirigida por Manuel Gutiérrez Aragón para la Radio Televisión Andaluza.

El académico Darío Villanueva presidió el jurado que falló a favor de Caballero Bonald y del que formaron parte Ana María Matute, galardonada en 2010; Arístides Martínez, por la Academia Panameña de la Lengua; Rosa Navarro, por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE); Malena Mijares, por la Unión de Universidades de América Latina (UDUAL), Montserrat Iglesias, por el director del Instituto Cervantes; Valentí Puig i Mas, por el ministro de Educación, Cultura y Deporte; Fernando Urbaneja, por la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE); Ernesto Carmona, por la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP); y Patrizia Botta, por la Asociación Internacional de Hispanistas. Excusó su asistencia y no tomó parte en la deliberación el chileno Nicanor Parra, ganador en edición de 2011.