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Gaza: un modesto alto el fuego
Lo sucedido en las últimas 24 horas es la constatación de que Estados Unidos da una prioridad máxima a la estabilidad en Oriente Medio
MADRID Actualizado: GuardarAfortunadamente, el atentado terrorista de esta mañana contra un autobús en Tel-Aviv solo causó heridos. De haber sido una matanza, Israel habría ignorado el proceso negociador en marcha y, como mínimo, hubiera seguido sus duros bombardeos hasta elevar mucho la cifra de bajas producida hasta hoy, 140, de los que una tercera parte, más o menos, son militantes armados, o sea los soldados de Gaza.
Lo sucedido en las últimas 24 horas es, por lo demás, la constatación de que los Estados Unidos dan una prioridad máxima a la estabilidad en Oriente Medio (la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, abandonó el viaje oficial con el presidente Obama en Asia y se dirigió precipitadamente a Israel ayer) y se volcaron en controlar la situación y, de paso, en protagonizar el resultado final: el ansiado alto el fuego.
Hablar de simple alto el fuego es más razonable que de otra cosa, incluido el concepto de "tregua". La misma Secretaria de Estado se refirió esta tarde en El Cairo al acuerdo como un "cease-fire" y nadie ha mencionado la palabra "truce" (tregua). Jurídica, política y militarmente es distinto: en las guerras de la reconquista española hubo "treguas" que duraron años y fueron renovadas cuando hizo falta.
Washington, no la ONU
El dinamismo norteamericano, hijo de sus obligaciones y su capacidad de influir sobre las partes, hacía de Washington el actor indispensable y, de hecho, sorprendió la rapidez con que se presentó sobre el terreno, un día y medio antes que Clinton, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, quien se reunió con las partes al más alto nivel pero cuyo trabajo no ha merecido ni una mención de las partes esta tarde ni una foto del interesado junto a Clinton y su colega egipcio, Mohamed Kamal Amr. Gajes del oficio…
Obama habló por teléfono con Netanyahu, quien dijo haber aceptado la petición norteamericana de "dar una oportunidad al alto el fuego" y desde luego (hasta tres o cuatro veces) con el presidente egipcio, el islamista Mohamed Morsi, convertido en un interlocutor de peso y pleno derecho con la Casa Blanca. En el contexto diplomático regional, Morsi ha hecho el trabajo que solo Egipto puede hacer con los islamistas de Hamas y con la misma gente sobre el terreno.
En efecto, la tradición impone que toda crisis en Gaza es manejada en primera instancia por la 'Dirección de Inteligencia General' (los servicios secretos ampliamente vistos, no como una policía política secreta). En los días de Mubarak se ocupaba el intocable general Omar Suleiman, relevado en su día (y fallecido, por cierto, apenas producido el cambio de régimen) y ahora es su jefe el general Rafaat Shehata, un hombre de la casa en excelentes términos con los islamistas.
Los interlocutores válidos
Estos hechos suenan a vistos y oídos y así ha sido a menudo y, singularmente cuando en el invierno de 2008-9 Israel devastó a fondo la franja de Gaza y causó casi 1500 muertos palestinos. Suleimán hizo entonces el trabajo por cuenta de Egipto, el único país -con Jordania- que ha firmado un Tratado de paz con Israel. Morsi ha heredado el Tratado, que obliga a muchas cosas, pero sobre todo es de hecho la detallada base de la relación bilateral con los Estados Unidos.
A eso se refería Hillary Clinton hace unas horas cuando dio las gracias a Morsi por "asumir el liderazgo que ha hecho de su país la piedra angular de la paz y la estabilidad en la región". En términos de pura estima en Washington, pues, la parte egipcia sale gananciosa y su condición de interlocutor indispensable y guardián del vigente statu quo regional queda confirmada y públicamente refrendada por quien puede hacerlo. Clinton, naturalmente, no puede hablar con Hamas (aunque todo llegará) pero hacerlo con Morsi es bastante: el 'Movimiento de la Resistencia Islámica' no fue en su origen sino la versión gazana de los Hermanos Musulmanes.
En Israel, que celebrará elecciones legislativas el 22 de enero, el primer ministro Netanyahu puede darse por satisfecho. No ha necesitado bombardeos masivos ni matanzas con insoportables pérdidas civiles, pero se ha mostrado enérgico y ha hecho un favor a Obama, con quien mantiene una relación mediocre. Por lo demás, si su gestión de la crisis fue aprobada muy holgadamente en las encuestas, una invasión de Gaza y una guerra como la de 2008-9 solo la aprobaba un tercio del público…