El equipo de Copa Davis checo posa con el trofeo. / Ap
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Stepanek frustra el sueño de la sexta Davis

Tras la contundente victoria de Ferrer sobre Berdych, el número dos checo se impuso a un Almagro muy agarrotado todo el duelo. El equipo checó ganó su segunda 'ensaladera' y privó al equipo español de la cuarta en cinco años

MADRID Actualizado: Guardar
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Ferrer y Almagro se levantan con un objetivo en la mente: agigantar la leyenda del tenis español. El alicantino cumple con creces. Arrolla a Berdych y mete el miedo en el cuerpo a los checos. Es el turno de Nico y de Stepanek. Pero rápidamente se ve que el murciano no está cómodo.

Es el terror al fracaso. La ansiedad de estar ante el partido de tu vida. Todo eso fluye por la cabeza de Almagro. Todo ello bloquea su cuerpo y agarrota su mano. La situación puede con el número dos del equipo español, que se encuentra dentro de la trampa y no sabe como salir. Pasan los puntos, pasan las horas y la batalla mental la gana el centroeuropeo. El de Murcia sufre, piensa y reflexiona en el banco con la ayuda de Corretja. Pero no hay manera. No es el día. La presión le puede y Stepanek, con el permiso de Ferrer, se convierte en el héroe de la final número 100 de la Copa Davis.

Esto es tenis, y el número dos checo dio una exhibición de juego en la red y de saber sobreponerse a las situaciones más complicadas. Esto es Copa Davis, una competición especial y única, donde la clasificación no importa, donde el carácter y la personalidad de los tenistas se imponen. Así ganó Ferru a Berdych (6-2, 6-3 y 7-5). Y así cierra la eliminatoria Stepanek ante Almagro (6-4, 7-6, 3-6 y 6-3) y da a la República Checa su segunda ‘ensaladera’. O lo que es lo mismo, priva al equipo español de su cuarta título de Copa Davis en cinco años.

La esperanza en el equipo español al comienzo del partido de Almagro fue poco a poco evaporándose. El choque comienza feo. El primer set del segundo partido de la jornada no es que fuese malo. Simplemente fue una manga prototípica en un quinto partido de una final de Copa Davis. La tensión y los nervios se imponían al ritmo y a la solidez desde el fondo. Nico no estaba cómodo. El partido se movía por la irregularidad y la arritmia que benefician al checo. Los saques apenas encontraban oposición en los resto. Los errores no forzados brillaban por encima de los tiros ganadores. Y en ese contexto, el número dos local sacó tajada. Rompió el servicio del murciano en el momento clave y cerró la manga.

Almagro jugaba demasiado retrasado en la pista. No tenía confianza ni sensaciones. Estaba agarrotado. Seguía sin jugar bien. Y después de una rotura suya, la realidad se impuso. Stepanek devolvió rápidamente el ‘break’ y volvió a marcar el ritmo del partido. Al final del segundo acto, las bolas de set fueron cayendo una tras otra a favor del checo. Nico las salvó y forzó la muerte súbita. Pero ahí se desplomó. Un 7-0 en ese ‘tie-break’ le dejó muy tocado.

Muy atrás en la pista

Estaba hundido moralmente. Los recursos de Nico no existían. Su juego hacía aguas por todas partes. Su tenis era sota, caballo y rey, lo que permitía que Stepanek se plantase perfectamente dentro de la pista y mandase. El checo pudo rematar al encuentro al comienzo de la tercera manga. Pero Almagro se agarró a la pista. Se soltó ligeramente. Obtuvo el ‘break’ y se lanzó a por el set. Con dos parciales a uno en contra, parecía que Nico empezaría a imponer su juego. Pero Stepanek obtuvo una temprana rotura que le allanó el acto. El número once del mundo lo peleó hasta el final, pero enfrente tenía ante un tenista excelso, de los que están en peligro de extinción, que completó el torneo de su vida.

Ferrer hizo soñar

Uno de los aspectos negativos de la derrota de Almagro fue que empañó la gloriosa eliminatoria de David Ferrer. Porque antes de que fallase el murciano, el de Jávea dio otra exhibición y demostró ser prácticamente infalible en esta competición. El domingo el alicantino fue un huracán. Arrasó con todos los golpes que tiró. Y gracias a ello empezó de la mejor forma posible y rápidamente se marchó en el marcador.

Tras llevarse la primera manga con comodidad, su confianza era total. Y Berdych no estaba en el partido. Era incapaz de seguir el ritmo del de Jávea. Desgastado por la paliza del viernes y el sábado, era una marioneta para el español. Así había sido el primero y así fue el segundo. Ferru movía al checo. Impedía que pegase en el sitio abriéndole la pista y llevándole de esquina a esquina. Así cerró también la segunda manga.

Ya en el tercero, el parcial se complicó. La placidez se transformó en nerviosismo. El público y el número seis del mundo se habían enchufado. Pero ahí estaba el alicantino, el mejor Ferrer, el que sacó lo mejor de sí mismo y ganó los dos puntos; el que demostró ser el mejor jugador de la eliminatoria pero que no pudo evitar que Stepanek rememorase los grandes años del tenis checo con su heroica victoria ante Almagro. Delante de Ivan Lendl el número dos checos escribió una de las últimas páginas de su carrera. La más glroiosa. La que permitió completar una hazaña inolvidable y difícilmente repetible en la República Checa.