«El talento no está antes sino después de la educación»
"De nada vale que el entendimiento se adelante si el corazón se queda", asegura el profesor y filósofo José Antonio Marina
LOGROÑO Actualizado: GuardarJosé Antonio Marina, filósofo y profesor, ha abierto la segunda jornada de las II Jornadas del Futuro en Español mostrando los desafíos de la educación en busca de un cambio educativo radical.
El filósofo ha comenzado su exposición mostrando los retos ante los que se encuentra la educación en España basado en evitar el fracaso escolar y la búsqueda de una escuela de calidad para preparar a nuestros hijos para vivir en un mundo global, competitivo, con oportunidades pero feroz para quien no sepa aprovechar esas oportunidades.
Uno de los problemas que “irritan” a Marina es “que no se apliquen nuestros conocimientos a la escuela; ahora la riqueza de las acciones va a ser talento por lo que hay que generarlo”. Esto para el filósofo es primordial porque “se puede hacer porque el talento no está antes de la educación, está después. Sabemos cómo podemos establecer los medios en educación para generar ese talento”. Citando a Baltasar Gracián, Marina ha incidido en que “de nada vale que el entendimiento se adelante si el corazón se queda”.
En la educación ahora se sabe cómo hacerlo y en qué momento del desarrollo infantil deberíamos aprender estas cosas. “La cultura y la educación está introduciéndose en la formación del cerebro de un niño. El niño aprende a los 10/12 años todo lo que la humanidad ha tardado 200 mil años”.
En el momento en el que aparece el lenguaje “todo el cerebro se reconfigura”. No hay que apelar a un niño con el placer de la lectura : “Para algunos no será un placer, y se acaba el debate”. Marina advierte que “la esencia está en que nos permite manejar bien el lenguaje y los sistemas lingüísticos. No es diversión, necesitamos manejar bien estructuralmente el lenguaje”.
Una lingüística de cuarto de estar
Marina ponía ejemplos sobre cómo el manejo del lenguaje intriga e importa a los jóvenes. A los alumnos de Marina les llamaba la atención que la mayoría de los problemas que tienen las parejas es por no saber hablarse. Por eso el filósofo siempre les daba un consejo a las chicas: Durante el cortejo, los chicos hablan más que nunca y luego nunca dicen nada.
Sin embargo con los chicos tenía otro discurso: Durante el cortejo las chicas escuchan más que durante el resto de su vida. Lo que Marina pretendía era convencer de que “no tiene ningún interés educar a los jóvenes en qué es un lexema o morfema, lo que tenemos que hacer es una lingüista de cuarto de estar y de dormitorio para saber los conflictos que se nos van a presentar con el lenguaje”.
El problema de los pronombres
Otro ejemplo. Con los hijos, ironizaba Marina, siempre existe el caso que ha denominado “el problema de los pronombres”: “Normalmente son mis hijos, pocas veces son nuestros hijos y siempre que hay enfados son tus hijos”. Lo cual es, al final, un problema de educación: “Hay que desarrollar nuestra conversación porque es imprescindible para nuestra convivencia”.
En la actualidad se lee más que nunca, “pero con mensajes demasiado restrictivos que limitan nuestra capacidad de mensaje”. Para el filósofo “debido a las nuevas tecnologías (Twitter, SMS, Facebook, Whatsapp) caminamos hacia una comunicación condensada, rápida y que nos centre la atención, porque si no lo dejamos. Estamos comprobando como hasta a los que no son nativos digitales cada vez les cuesta más leer incluso párrafos”.
El número de alumnos que tiene problemas de comprensión en el lenguaje es cada vez más elevado, lo que considera Marina como unos de los grandes desafíos de la educación ya que “cuando llegan a la educación secundaria están abocados al fracaso escolar. El lenguaje el niño lo aprende de la interacción, no de la televisión”.
Marina afronta el desafío de que “estamos en un momento renovador de la educación, empezamos a conocer mecanismos donde antes creíamos que no se podía educar”. El reto es intentar conseguir “ordenar el piso de abajo, las emociones, para saber qué hacemos en el piso de arriba, el de las funciones ejecutivas”.
De esta manera comprobaremos que aquella frase del “yo soy así”, no es tan verdad. Lo real es que “has aprendido así”.