El paro en el aeropuerto de Barajas deja en tierra más de la mitad de los vuelos
Las compañías aéreas fueron previsoras y optaron por desprogramar 600 trayectos de los 1.100 habituales un miércoles
MADRID Actualizado: GuardarA medio gas. Así ha estado durante toda la jornada el aeropuerto de Barajas. Desde primeras horas de la mañana, el ambiente ha contrastado con el que suele ser habitual en su terminal más importante, la T4, donde tiene su base Iberia. Las aerolíneas fueron previsoras y ya habían desprogramado más de 600 vuelos de los 1.100 que suelen ser habituales un miércoles. En las pantallas donde se informaba a los pasajeros de las salidas apenas se evidenciaba que era una jornada de huelga, sencillamente esos vuelos no existían. Del resto de los 480 trayectos que sí estaban programados, la mayoría, salvo once cancelados, han ido saliendo con normalidad hasta el momento. Desde los sindicatos, se ha cifrado en un 90% el seguimiento de la huelga entre el personal del sector aéreo y en un 97% en el caso de los empleados de cafeterías de Barajas.
La presencia de los piquetes informativos se ha dejado notar durante toda la mañana. El objetivo principal: el McDonald’s de la T4, donde de madrugada se había producido la detención de un sindicalista de CC OO, integrante del piquete de hostelería. Según la secretaria general de Comercio, Hostelería y Turismo de este sindicato en Madrid, Paloma Vega, se había producido una “sobreactuación” de la Policía. “El compañero intentó acceder al local para informar a los empleados y hubo un forcejeo”, comentó Vega. El restaurante de comida rápida fue el punto de concentración de los piquetes en la T4 durante más de dos horas. Vigilado en todo momento por la Policía Nacional, el piquete de hostelería crecía al incorporarse el del sector aéreo y concentrar a varios centenares de personas. A las 11 de la mañana, McDonald’s decidía echar el cierre ante el júbilo de los sindicalistas, que emprendieron un recorrido por la T4, durante el que consiguieron cerrar otros dos quioscos, para después dirigirse en autobús a la T2.
“Llevo un año sin ver a mi familia, parece que los españoles no quieren que me vaya”, comentaba esta mañana Mila, una joven estudiante estadounidense de Denver que se veía sorprendida por la cancelación de su vuelo a Chicago. Junta a ella, varias decenas de pasajeros hacían cola frente al punto de atención al cliente de Iberia a primera hora de la mañana, la mayoría por incidentes derivados por la huelga. “Me han perdido el equipaje y no hay nadie que me atienda. Por eso he venido aquí”, comentaba una pasajera. A su lado, una familia cuyo vuelo a Barcelona había sido cancelado esperaba con optimismo una solución. Con todo, el ambiente entre los pasajeros distaba de la crispación habitual en otras huelgas en el aeropuerto.