El Málaga sigue asombrando a Europa
Los españoles se mostraron como un equipo serio atrás y pusieron en aprietos al equipo lombardo
Actualizado: GuardarEn Milán solo hay que pasear por la 'Piazza della Scala' para repasar la historia medieval europea. Con ese mismo espíritu, el Málaga escribió con hilo dorado su particular manuscrito gótico. Lo hizo con Isco, quien mostró su elegancia propia de la 'Via Montenapoleone' para colaborar en un empate que no debe saber a derrota y que sirvió para sellar el pase a los octavos de final en el debut del Málaga en la Liga de Campeones.
Retocó el esquema Pellegrini con respecto al once del partido en La Rosaleda. Colocó a Sergio Sánchez de titular para adelantar a Eliseu. Cambio leve, pero característico. El chileno vio en la antesala del choque de San Siro que este sería más arduo que el de tierras andaluzas. Allegri le dio la razón con una propuesta más ofensiva que en el anterior enfrentamiento, siendo Pato y Bojan las grandes novedades.
Con las cartas sobre la mesa se pudo comprobar que los lombardos querían restaurar ante su afición la imagen paupérrima ofrecida hasta el momento. Pero, como repetía en sus obras el escritor inglés Aldous Huxley, de intenciones muere el hombre. Los malaguistas salieron ejerciendo una presión descomunal que cogió por sorpresa al resto. Además, la lesión a los cinco minutos de Abate descuadró a la defensa milanesa.
Los de la Costa del Sol tuvieron maniatado el centro del campo durante bastante tiempo y Constant junto a Montolivo eran parapetos sobre el césped. En mitad de la nada surgió la figura de Willy Caballero, cuando sacó de la escuadra una falta botada por Emanuelson. En su tierra dirían que la sacó con el alma porque se cantaba gol en el graderío.
El despertar de Isco
La intensidad inicial malagueña se transformó en un ansia inaudita. Mientras, los 'rossoneri' pasaron de rifar el balón a tener una posesión del 60%. También quedó espacio para que De Jong recordara a su 'amigo', el árbitro Webb, quién era. No usó la pierna esta vez, pero sí las manos para lanzar un codazo sobre Iturra que bien pudo ser roja. El encuentro pasaba por la fase de guerra fría e Isco decidió brindar su chistera a San Siro. Con un pase magistral al hueco, Eliseu apareció a banda cambiada para dejar sin aliento a la mitad del antiguo Milanesado.
El tanto al borde del descanso provocó desazón sobre los italianos. La pesadumbre se tornó en agresividad. Tanto, que el árbitro empezó un carrusel de amarillas para colaborar en un partido que empezaba a tener síntomas de orate. Las circunstancias se presentaban como atenuantes para los intereses milanistas. Con los malacitanos acongojados, Pato aprovechó un centro a la deriva de Emanuelson para poner el empate a uno.
Ser siete veces campeón de la máxima competición continental pesó sobre el equipo alpino. Sus hombres consiguieron llevar el nerviosismo a las filas andaluzas. El Málaga aguantó como si se refugiara en el Castillo Sforzesco. Todo para alcanzar un empate que bien vale unos octavos de final. De momento, un pasito más hacia la gloria.