FÚTBOL

Un Barça menos perfecto pero más imprevisible

Tito Vilanova ha introducido un fútbol más directo que perjudica el control de los partidos,pero que también suma

BARCELONA Actualizado: Guardar
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Después de once partidos oficiales (siete de Liga, dos de Liga de Campeones y dos de la Supercopa de España), con tres apasionantes clásicos contabilizados entre ellos, ya se puede afirmar que el Barça de Tito Vilanova es diferente al de Pep Guardiola. Quizás sea todavía pronto para saber si las diferencias se deben a la mano del nuevo técnico o a la ausencia del sello del anterior entrenador, que no es lo mismo aunque lo parece,pero sí se aprecian detalles que el pasado domingo ante el Real Madrid todavía fueron más evidentes.

Michel, técnico del Sevilla, hizo un análisis tan breve como certero de ese cambio antes de enfrentarse al Barça, y de perder 2-3, en el Sánchez Pizjuán. “Con Tito Vilanova aprovechan más las bandas y quizás son menos agresivo en la recuperación, pero son más rápidos saliendo”, explicó el entrenador madrileño. Y no le faltó razón. El nuevo Barça es menos dominador, pero es más directo. Es menos perfecto, pero más imprevisible. Encaja más goles, pero llega con más velocidad al área rival. Y todo ello manteniendo la esencia del toque y del fútbol elaborado, pero con matices.

La transformación es producto de las dificultades vividas la pasada temporada para sacar adelante un buen número de partidos a domicilio que acabaron en empates, resultados que al final decantaron la Liga para el Madrid. Tito Vilanova, como segundo de Guardiola, ya apreció entonces que los rivales se encerraban más que nunca en su parcela, cerrando los pasillos interiores por los Messi y Cesc hacían estragos y obligando a jugar por las bandas, donde el Barça es menos efectivo al carecer de un delantero centro posicional y rematador. Había que tener planes alternativos.

El primero es alternar el 'tiki-taka', esa hipnosis al rival a veces criticada por poca profunda, con el pase largo de los centrales, en especial de Mascherano, el que mejor desplazamiento tiene, aunque Sergio Busquets también se prodigó en ese sentido en Lisboa. Se trata de no obsesionarse con buscar a Xavi o Iniesta o al propio Busquets cuando tienen rivales muy encima, con el consiguiente peligro de perder un balón que automáticamente se convierte en en ocasión de gol. Ensayando en ocasiones el pase largo a la espalda de los centrales o a las bandas se varía la forma de atacar, obligando al rival a pensar más de la cuenta. Es un fútbol más directo, pero más como recurso para que el contrincante varíe sus planteamientos defensivos.

Tito Vilanova no asume tantos riesgos en la salida de balón como Guardiola, que obligaba a Valdés a jugar con el pie con sus centrales, quienes a veces se abrían de forma temeraria en dirección al banderín del córner propio. Ahora está permitido el patadón del portero, quien además no está últimamente para demasiadas florituras técnicas.

El de Bellcaire de l'Empordà ha desterrado el 3-4-3 que creó su amigo Pep para ubicar a Cesc de media punta. Hasta ahora sólo lo ha usado de forma puntual en partidos que se han puesto cuesta abajo y siempre en los últimos minutos. Y le ha servido para remontar, como en Pamplona y Sevilla. El 4-3-3 es la apuesta, incluso aunque haya que reciclar de central a un lateral con pinta de extremo como Adriano. Sucedió el domingo debido a las bajas por lesión de Puyol y Piqué y a la falta de confianza en esa demarcación en Song y el canterano Bartra. Porque en eso Tito y Pep se parecen mucho. Son valientes para apuestas tan arriesgadas como la de Adriano y para subir a jugadores de la cantera como el lateral derecho Montoya.

Modificaciones a un lado, el Barça de Tito no da la seguridad que daba el de Guardiola. Sus partidos están más abiertos y descontrolados. El Madrid, por ejemplo, fue superior durante la primera parte en el Camp Nou. Pero si algo está caracterizando al nuevo Barça es que acaba los encuentros muy entero y con los cambios perfectamente ejecutados por Tito para acabar mandando. Premeditado o no, el Barça ganó la ida de la Supercopa de España al Madrid, perdió la vuelta y el título en el Bernabéu creando dos ocasiones en el descuento de Montoya y Messi que le hubieran dado el trofeo al equipo azulgrana y empató el domingo en Liga también disfrutando de las dos últimas oportunidades para ganar, como el larguero de Montoya y la galopada de Pedro. Es el Barça de Tito. Diferente, para bien o para mal. El tiempo dirá.