Eliseu alarga el sueño europeo del Málaga
Isco volvió a ser fundamental ante un flojo Anderlecht para mantener líderes a los andaluces
Actualizado: GuardarEl Málaga logró aferrarse al liderato del grupo C gracias a una cómoda victoria en Bruselas. Lo hizo con tesón, cabeza fría, sin miedos. Sigue con paso firme en la máxima competición y corrobora las buenas sensaciones en Liga capitaneado por su técnico.
Manuel Pellegrini planteó el partido sabedor que los nervios de debutar en la liguilla como visitante iba a perjudicar a los suyos. Acertó el chileno, porque la imprecisión fue la tónica en el comienzo. Algo lógico. Por eso los malagueños basaron su primera media hora en controlar el balón, sin grandes riesgos. Posesiones largas, moviendo al rival, incapaz de trenzar jugadas.
Esta guerra de movimientos desgastó al Anderlecht y consiguió que surgiera la figura de Isco. El de Benalmádena se alió con su compañero de batallas, Joaquín, para hacer soñar a los andaluces. En cinco minutos, estos dos futbolistas, junto a Saviola, lograron enfriar el ambiente festivo en el ‘Constant Vanden Stock’. La belleza de la perfección, que diría Kandinsky, llegó gracias a Eliseu. Ocurrió cuando el árbitro ya quería irse a descansar al vestuario. Tras un córner, el extremo empalmó fuera del área un rechace para llevar a la gloria a sus compañeros.
Con el 0-1 se hacía justicia, pero no había cabida para la relajación. Aunque pronto los españoles calmarían el brío inicial con el que salieron los flamencos. Primero Monreal penetró con su eficacia habitual para que le hicieran penalti. Joaquín marcó, con tranquilidad, sutilmente. Ni la búsqueda del honor hacía ya posible una remontada de los locales. Más bien ocurrió que la ex perla del Valencia siguió forjando su destino. Isco volvió a servir en bandeja de plata un tanto a Eliseu, que llevó el delirio a una grada que se teñía de blanquiazul.
Ser líderes se convertía ya en una anécdota. En algo sencillo, como si fuera normal en un debutante. Su contrincante no quería más batalla. Solo su Drogba particular, Mbokani, parecía tener algo de amor propio. Pero fue más un soldado al que hieren inútilmente en la batalla. Era tiempo para descansar y pensar en la competición nacional. Así lo creyó Pellegrini, quien hizo el carrusel de cambios pertinentes para terminar de languidecer el encuentro.
Lo importante estaba en el graderío. Allí 400 aficionados de la Costa del Sol alzaban sus voces sobre los lugareños. Lo hacían en la vieja Flandes. Esta vez no fueron capitaneados por Alejandro Fernesio, pero sí por Isco, que casi tiene los mismos galones de capitán general. Ahora toca otra ex colonia hispánica, Milán. Cuentan que por allí ya se tema a la invasión malaguista.