«La política es sinónimo de mentira, sectarismo y corrupción»
"Los errores son maestros extraordinarios" asegura el autor de 'No me cuentas tu vida'
MADRID Actualizado: Guardar"Los errores son extraordinarios maestros". Lo dice Luis García Montero (Granada, 1958) que se quita de nuevo el traje de poeta para acomodarse en el de novelista con 'No me cuentes tu vida' (Planeta). En una optimista y vivificante exploración del eterno conflicto generacional en tiempos de crisis el que un padre desorientado y un hijo adolescente y enrabietado con un mundo tan desnortado como él. Ambos confrontan sus equivocaciones, sus dudas y sus errores para acabar comprendiendo cómo y cuán necesario es el compromiso y el afecto en tiempos duros e insolidarios.
Es un relato muy apegado a la realidad en dias "de zozobra, de caos y de incertidumbre" en el que las crisis personales se entrelazan con la grave crisis que nos atenaza "que hurta el futuro a los más jóvenes y mina la democracia tal como la hemos conocido". "La historia de un país es la historia de su gentes, y esta novela mezcla historias familiares con la historia colectiva" resume el narrador, poeta y profesor.
"Ahora que hay desorientación y caos político, es más necesario que nunca saber comprometerse con el otro, saber que hay un refugio en la lealtad y que hay relaciones humanas fundamentales que debemos cuidar como la propia vida" propone García Montero. "Debemos apelar a esos sentimientos y al compromiso para evitar que la política sea un discurso hueco, ajeno a la realidad, una invitación a la mentira el sectarismo, la corrupción y la calumnia, que es lo que estamos viviendo", lamenta. "Tenemos que recuperar el optimismo si queremos salir de la crisis".
Partiendo de su propia experiencia como padre y profesor, García Montero plantea un juego especular entre tres generaciones. Mira al pasado «sin que se convierta en una trampa de melancolía que nos cierre los ojos al presente». Se confronta la mirada del padre que busca en su pasado claves para entender el presente de su hijo y la dura realidad de la inmigración, de los otros españoles, a través de la joven asistenta rumana de la que se ha enamorado el chaval que le grita a su padre 'No me cuentes tu vida'.
La mirada a la inmigración le demuestra al narrador que "somos más racistas de lo que creemos". A medida que los problemas se agravan "tendemos a buscar culpables y hallarlos en los inmigrantes a los que responsabilizamos del mal funcionamiento de la sanidad o la educación", apunta. "Eso nos hace peores personas, porque el racismo en una de la fórmulas que tiene el ser humano para engañarse y envilecerse" sostiene.
Canicas y videojuegos
El padre "baila entre los almanaques de los sesenta a la Transición y a la crisis para tratar de orientarse en el caos". "Confronta la España oscura y falta de todo en la que se educó con la de su hijo, moderna, europea, consumista, pero que le niega oportunidades". "El padre se educó en la lectura y jugando en la calle con cromos y canicas: el hijo con el ordenador y videojuegos" acota el escritor.
"Los hijos son el segundo país donde nacemos" dice un poema de Montero. La novela incide en esta idea y se pregunta "sobe la conveniencia de proyectar en ellos nuestras propias ilusiones y anhelos". "Si queremos ver en nuestros hijos una segunda oportunidad para nosotros, deseando que no cometan nuestros errores y que tenga las virtudes que nos faltan, si les obligamos a vivir con nuestras ilusiones, erramos y les hurtamos su propia vida" dice García Montero. "Esa es a menudo la espoleta de la incomprensión" plantea.
Relevante poeta, premio nacional de poesía y de la Crítica, catedrático en excedencia, García Montero se dispone a volver "encantado" a la universidad "que me mantiene en contacto con los jóvenes y e constante negociación con la vida". Ha sacado enorme provecho literario a un tiempo sabático que le dio para un par de poemarios y para su primera incursión en la novela, 'Mañana no será lo que Dios quiera', un viaje por la infancia de su muy querido y admirado Ángel González.
"En aquella había mucha literatura y un afán de realidad total y aquí la ficción me sirve para iluminar la realidad. En este caso me he convertido en un personaje literario y tengo como guía mi propia experiencia, pero con libertad total para crear personajes y situaciones. Ese personaje es Juan Montenegro, poeta y catedrático de Literatura como él, marido de Lola, científica de prestigio en el ámbito universitario. Fue un poeta joven que compartió la amistad de uno de los grandes poetas de la Generación del 27, Pedro Alfonso, trasunto de Rafael Alberti con quien García Montero viajó a la Rumanía de Ceacescu y a varios países del este europeo antes de la caída del telón de acero.