La acumulación progresiva de aditivos puede dañar la salud. / MujerHoy.com
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Aditivos, ¿sabes lo que comes?

Para algunas voces discordantes, sus beneficios alimentarios no superan a sus riesgos para nuestra salud

MADRID Actualizado: Guardar
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Hubo un tiempo en el que solo se consumían productos de temporada, en el que los alimentos llegaban a nuestra mesa con el color, el sabor y el olor original, y en el que sabíamos con exactitud de qué estaba hecho aquello que nos llevábamos a la boca. Hoy podemos comprar cerezas en noviembre, tomar yogures de colores o disponer de magdalenas que permanecen esponjosas durante semanas. Todo ello es posible por obra y gracia de unos ingredientes, los aditivos alimentarios, que nos hacen la vida más fácil y el paladar más caprichoso, pero que plantean numerosos interrogantes acerca de sus efectos sobre nuestra salud. “Desde hace ya muchos años se ha visto que existe una relación entre los aditivos alimentarios y determinados problemas de salud –explica el neuropsiquiatra Javier Aizpiri–. No se trata solo del cáncer, sino de enfermedades metabólicas, alteraciones del sistema nervioso... Estamos desprotegidos, porque cuando comemos algo no sabemos con exactitud qué nos estamos metiendo en el cuerpo. A todo eso se suma que sus nombres viene muchas veces camuflado y hace falta ser un experto para discernir qué es lo que te puede hacer daño”.

Pero vayámonos a los orígenes. Para ello, pensemos en que un alimento natural no puede conservarse más que durante un periodo corto de tiempo. Esto lo sabían bien nuestros abuelos, quienes, para prolongar la vida de los alimentos, recurrían a procesos de conservación naturales, como el secado al humo, la sal, el vinagre o las conservas. Pero estos métodos se mostraron insuficientes una vez que se desarrollaron la industria alimenticia y las grandes superficies, que necesitaban disponer de enormes cantidades de alimentos almacenados. Y no solo hacía falta otro tipo de conservantes, sino también encontrar el modo de que determinados víveres no perdieran el sabor o el color durante los meses que permanecían a la espera de ser consumidos. De ese modo, la industria química fue ideando antioxidantes, potenciadores del sabor, edulcorantes… y, p rogresivamente, sustancias que tuvieran colores más originales o sabores más intensos. Buscaban atraer a nuestros sentidos y fueron surgiendo más y más aditivos. El problema, según Azpiri, es que “en estos momentos somos una sociedad muy contaminada. Como resultado, han comenzado a aparecer enfermedades propias de la alteración química: problemas de tiroides, incremento de los cánceres, aumento del Parkinson, hiperactividad infantil...”. (Más información en MujerHoy.com)