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De Manhattan a Ohio
El presidente de EE UU, que debe ejercer como anfitrión de los líderes mundiales reunidos en la ONU está urgido por la campaña electoral presidencial
MADRID Actualizado: GuardarSolo sucede una vez cada cuatro años, pero el escenario es parecido y, a veces, idéntico: el presidente de los Estados Unidos, que debe ejercer como anfitrión de los líderes mundiales reunidos para la Asamblea General de la ONU en su sede de Nueva York, está urgido por la campaña electoral presidencial y Obama no es una excepción.
Le ha sacado algún partido a la situación. Por ejemplo, ha podido utilizar los consabidos – y esta vez particularmente creíbles – “problemas de agenda” para no recibir bilateralmente a dos jefes que querían verle a solas: Benjamín Netanyahu y Mohamed Morsi, primer ministro israelí y presidente egipcio respectivamente.
El primero está poco o nada acostumbrado a verse igualado en el protocolo y en el acceso al presidente y se ha escrito en la prensa israelí que está en los peores términos posibles con Obama y deseando el triunfo de su adversario Mitt Romney, quien visitó Israel a primeros de agosto (Obama no ha ido como presidente). Morsi fue instruido sobre las costumbres del día por sus diplomáticos y se ha conformado con una entrevista ayer con Hillary Clinton, Secretaria de Estado.
Escenarios y novedades
La reunión en Manhattan de cientos de dirigentes mundiales (jefes de gobierno y/o ministros de Exteriores) es el problema, pero también la solución: la gran recepción permite el apretón de manos con un breve intercambio de saludos y la clásica photo opportunity que, convenientemente reproducida en la prensa del país correspondiente, cubre el expediente. No ha habido excepciones: nadie se reunirá bilateralmente con Obama.
El escenario internacional sobre el que versará el discurso de esta tarde neoyorquina es tan obvio que, ayudados por indicaciones de los ayudantes del presidente, permiten suponer lo que dirá y, desde luego, a qué se referirá en lo concreto: Irán, con un esperado tono imperativo y categórico, Siria, implorando que, con cambios en la conducta rusa y china, que no se producirán, el Consejo de Seguridad pueda autorizar una intervención internacional y el mundo árabo-islámico en erupción… tales son los grandes asuntos.
Tal vez haya – y es posible que algunas capitales europeas lo hayan solicitado – una exhortación sin menciones nominales a la necesidad inaplazable de que Europa supere su grave crisis económica e incluso que lo describa como una necesidad estratégica, política de hecho. Japón, el aliado central de los Estados Unidos en el Pacífico parece haberlo entendido: su política económica es expansiva sin aparentes preocupaciones por su enorme deuda pública, percibida como un asunto técnico. Si se produjera la exhortación presidencial, el destinatario de la misma sería, obviamente, Berlín, un país donde todavía se almacenan armas nucleares norteamericanas, un pequeño detalle apenas mencionado.
La campaña
En cuanto termine en Manhattan, el presidente se irá… a Ohio, uno de los diez estados, tal vez menos ahora, donde persiste un cierto empate técnico en la votación y en los que se jugará la elección presidencial del seis de noviembre y donde hay veinte votos electorales en juego (la elección presidencial es indirecta y son los 538 grandes votantes quienes reciben en primera instancia la opción del público, y a veces sucede que gana un presidente con menos respaldo popular directo que su adversario, como ocurrió en 2000, cuando Al Gore tuvo más sufragios directos que George Bush).
En este momento, sin embargo, la división del trabajo presidencial entre el Manhattan de las Naciones Unidas y el terreno en Ohio tiene algo de común y es que Mitt Romney sabe que la política exterior y de seguridad del gobierno demócrata es percibida como exitosa, sobre todo por la política de cancelación de guerras (en Iraq con aplicación estricta y rápida del acuerdo alcanzado por Bush en 2008 y en Afganistán con un plan propio muy deudor del trabajo del vicepresidente Biden) y con la erupción democrática en el mundo árabe.
Así, lo que diga en el esperado discurso también deberá obtener la validación del público y estará bajo estricto escrutinio de los asesores de Romney, en su gran parte ex-altos funcionarios o consejeros en administraciones republicanas cuyo programa básico es mantener a cualquier precio la preponderancia militar norteamericana e impedir que el siglo XXI sea un siglo chino… como dijo el propio candidato.