La 'otra guerra' en Afganistán
Dos ataques estadounidenses con 'drones' han asestado un duro golpe a la red insurgente Haqqani
MADRID Actualizado: GuardarSi se confirma, y parece que será así según una mayoría de fuentes locales, los Estados Unidos y la fuerza aliada de intervención en Afganistán (ISAF) acaban de obtener un par de grandes éxitos sin perder un soldado y sin disparar un tiro.
Dispararon, eso sí, misiles sobre objetivos previamente seleccionados por medios electrónicos y causaron la muerte el martes de Badarudin Haqqani y después, en otra acción, la del mullah Kulvi Dadullah, dos adversarios temibles por su papel de liderazgo en las áreas tribales del noroeste de Pakistán y el este de Afganistán, un solo frente a estos efectos y por su personalidad relevante.
El primero es hijo del legendario Jalaludin Haqqani, el más afamado “señor de la guerra” paquistaní en el Waziristan-Norte y una fuerza política de gran peso a los dos lados de la frontera. Su campamento fue alcanzado por misiles disparados desde “drones” (los pequeños aviones no tripulados) cuya eficacia está resultando tan decisiva que no hay fuerza aérea que se precie que no esté ya en su procura.
Con él murieron unos veinte insurgentes más, según estimaciones oficiosas de medios militares paquistaníes, y la potente red Haqqani sufre un rudo golpe. Su padre, cerca ya de una vejez incompatible con la acción, delegó el mando de la red el año pasado en su hijo mayor, Sirajudin, hermano del ahora muerto. Es también muy activo en la organización, otro hermano, el diplomático de la misma, Nasirudin, casado con una mujer árabe, arabófono él mismo y bien conocido en los países del Golfo que mantienen contactos con la familia desde los viejos tiempos de la lucha anti-soviética.
El Tehrik-e-Pakistan
Aunque el fructífero ataque fue el martes (cuando trascendió con su alto número de bajas, pero sin mención cualitativa alguna) hoy mismo sí se ha informado, con confirmación total, que la OTAN bombardeó desde el aire (no se especificó si con “drones”) un campamento en el este de Afganistán y mató al mullah Dadullah, un importante jefe de la organización central del “Tehrik - e – Pakistán” en el área rebelde e inconquistable de Badaur.
Los servicios paquistaníes le tenían por el alma política y religiosa de la rebelión en el área y su muerte ha sido valorada rápidamente en los medios militares como una especie de mensaje aliado doble: a los talibanes como tales y al Estado Mayor paquistaní, frecuentemente acusado en Washington de practicar un juego con dos barajas. De hecho, el gobierno paquistaní convocó a un diplomático norteamericano en Islamabad el mismo martes para protestar por el cruento ataque del martes y los daños colaterales.
¿Fue la protesta puro teatro? ¿Ha cambiado por fin, tras las presiones americanas, la política paquistaní? Tal política es obra del ISI, el poderoso servicio militar de inteligencia, no del gobierno, y en marzo pasado el general Kayani, jefe intocable del Estado Mayor, cambió a su jefe y nombró al general Zahir -ul-Islam. Este acaba de visitar Washington y no es necesariamente frívolo establecer alguna clase de relación entre la visita y los arreglos que haya podido propiciar y los ataques anotados. Sea como fuere, es una semana negra para los talibanes, afganos y/o paquistaníes…