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Messi levanta al Barça

Dos goles del argentino permitieron la remontada azulgrana tras la expulsión de Tito Vilanova | Puñal también vio la tarjeta roja a falta de 13 minutos para el final

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Una vez más, el Reyno de Navarra se le atragantó al Barça. Pero a diferencia del año pasado, que acabó derrotado y herido de muerte en la lucha por la liga, el conjunto azulgrana pudo remontar este domingo un partido que se le puso muy adverso, tras una primera parte para olvidar. La peor versión del Barça en mucho tiempo tiró de oficio, se vio beneficiado por un error del juez de línea y volvió a recurrir a su jugador franquicia, Leo Messi, que hizo un doblete, el segundo de la temporada, para salir al rescate de su equipo, cuando el partido parecía que ya no tenía solución para los ‘culés’.

Da igual que Messi juegue bien, mal o regular, porque casi siempre golea. Hay días que parece ausente, cabizbajo o desanimado, pero no importa. Ya sea con la puntita de la bota, con el interior, medio cayéndose o de jugadón. Balón que le cae, pelota que aprovecha para perforar la red. Es el mejor e interviene cuando su equipo le necesita. El año pasado firmó 50 goles en liga y esta temporada ya lleva cuatro. Sus cifras son mareantes y permiten al Barça un dos de dos en el arranque liguero, seis puntos, que le sitúan al frente de la tabla. Eso sí, sufriendo, y mucho.

El caso es que el Barça estaba avisado -por la experiencia de hace un año- de lo que se iba a encontrar en Pamplona. Pero ni así, pues en el arranque, el partido recordó al de la temporada pasada. Mucho descontrol por parte azulgrana, desgobierno en el centro del campo y demasiados apuros en la zaga. La imagen de Puyol y Piqué discutiendo a grito pelado lo describía todo. El Barça tenía muchos problemas atrás. Sufría lo indecible. En parte por culpa de Llorente, un llanero solitario del área, que lucha, brega, se zafa y abre huecos como nadie. Y en parte también por Sisi, futbolista muy habilidoso que se aprovechó del trabajo del delantero guipuzcoano.

Y además el Barça padecía porque notaba la ausencia de Xavi. Los azulgrana han jugado tres partidos oficiales este curso (dos de liga y la ida de la Supercopa) y Tito ha alineado tres onces distintos. Desde el primer día quiere apostar por las rotaciones para que sus jugadores administren los esfuerzos a lo largo del año y en tres de los partidos jugados hasta la fecha, sólo hay cinco jugadores que hayan repetido en el equipo inicial: Valdés, Alves, Busquets, Messi e Iniesta. Todos los demás han calentado banquillo en alguna ocasión. Incluidos Xavi y Mascherano, los hombres que dan sentido, rigor, disciplina, orden e inteligencia al equipo, justo lo que echó de menos el cuadro azulgrana en la primera mitad y en buena parte de la segunda.

Todo este cortocircuito ‘culé’ lo provocó asimismo la puesta en escena de Mendilíbar. Los rojillos, que jugaron con el factor campo a favor (la defensa visitante sufrió con el sol de cara en la primera parte), salieron a morder desde el minuto cero. Apuesta muy física de los navarros, que presionaban en bloque, basculaban y defendían muy juntos, como un todo homogéneo.

La estrategia del técnico vasco tuvo además premio muy pronto, cerca del cuarto de hora de partido. Sisi vio a Lamah en la banda, el marfileño centró al segundo palo, donde encontró a Llorente que fue capaz de coger la espalda de toda la defensa para batir a Valdés con la derecha de forma magistral. Una vez más, el Reyno de Navarra era un puerto de categoría especial para el Barça. Como hace un año, todo era muy raro. Iniesta perdía balones, fallaba goles cantados, Busquets no sujetaba como sabe, los delanteros no existían y la defensa azulgrana parecía un coladero.

La expulsión de Tito

En parte Tito tenía un plan: esperar el bajón de los rojillos en la segunda mitad. Pero la reanudación varió muy poco el panorama sobre el césped. Sisi, Llorente, Cejudo y Lamah seguían haciendo diabluras hasta que llegó la jugada que cambió el partido. Busquets perdió un balón en el borde de su área ante la presión de Nino, el delantero almeriense encaró a Valdés y estrelló el balón en el poste. Faltaban 25 minutos y el 2-0 no subió al marcador por muy poco. En ese momento Tito Vilanova buscó un golpe de efecto. Se encaró al árbitro, le recriminó la jugada de Busquets (sólo él vio falta de Nino en el robo) y Muñiz, amigo de los protagonismos, expulsó al técnico azulgrana. Como por arte de magia, sus hombres se metieron en el partido. Para entonces, Xavi ya estaba en el campo y el cuadro pamplonés cayó en la trampa. Agravado por el cansancio, Osasuna perdió la calma y el norte. Muñiz tuvo mucha culpa. Molestó a Puñal en el centro del campo, Messi se escapó, asistió a Alexis, quien en aparente fuera de juego dio inicio a una enrevesada jugada que acabó en gol, tras el remate de Messi en el área pequeña. Patxi Puñal protestó a Muñiz y se fue a la caseta. Osasuna se desquició, se olvidó del guión que tan bien había interpretado durante 75 minutos y perdió el control. El que le dio Xavi al Barça. Quedaba un cuarto de hora, el de Terrassa trazó la única jugada de tiralíneas de su equipo en todo el partido, encontró a Jordi Alba, quien asistió a Messi para que hiciera el segundo y diera la victoria al Barça, porque para entonces, Osasuna ya no tenía fuerzas para la remontada.