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El embrollo de los nuevos horarios en el fútbol

Los aficionados son los más damnificados de los retrasos en los partidos que cierran la jornada

MADRID Actualizado: Guardar
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Son muchas las quejas existentes en relación a los extraños horarios establecidos por la Liga de Fútbol Profesional en España. Presidentes, entrenadores y jugadores se alarmaron en cuanto vieron que los clubes tenían que disputar encuentros a las once de la noche. Eso supone terminar a la una de la madrugada. Pero, ¿y los aficionados? Ellos son los más perjudicados en el asunto. Salir del estadio a la una de la madrugada y emprender camino a sus hogares implica, aproximadamente, otra hora más, sobre todo, en las grandes ciudades. Si a todo ello, se le añade que al día siguiente el aficionado debe acudir a su trabajo por la mañana, no podrá descansar lo suficiente. Por tanto, existen dos opciones: ir al fútbol y dormir esa noche entre cuatro y cinco horas o desaprovechar el carnet de abonado, en caso de tenerlo, e ignorar el inapropiado partido nocturno.

Los jugadores y entrenadores son profesionales que se deben atener a cualquier horario determinado, al igual que el resto de trabajadores. Viven de esa labor. Por si fuera poco, atraen a millones de espectadores a través de los medios de comunicación o 'in situ' en el estadio, aunque las cifras se vean reducidas por culpa de los horarios y de la crisis. Los números de asistentes al estadio darán o no la razón a los dirigentes de la competición que fijan una hora concreta a cada partido.

Parte de razón tienen las quejas de entrenadores y jugadores como Simeone, Míchel o Falcao que consideraron la imposición de los horarios nocturnos como una falta de respeto a los profesionales y, sobre todo, al aficionado. Se olvidaron de los periodistas deportivos que tienen que alargar su jornada diaria, de los hosteleros, de los propios trabajadores del estadio y de los amantes del fútbol en general.

Variación de rutina

En cuanto a los hábitos de vida, las personas son capaces de adaptarse a una rutina en los horarios de sueño y de comida. Por ejemplo, un/a trabajador/a que cada mañana se levante a las ocho, coma a las dos, cene a las nueve y se acueste a las once o doce, no le supone un esfuerzo enorme levantarse porque tiene una rutina asimilada y adecuada diariamente. Es posible, que algún día se encuentre más cansado/a de lo normal, pero puede ser provocado por cualquier factor circunstancial como un resfriado o factores externos como el calor, que fatiga más al organismo.

Esta rigurosa rutina puede desbaratarse en tan solo un día, por ejemplo, cuando se modifique el horario de irse a dormir.. Para volver a adaptarse a la rutina hará falta entre uno o varios días, dependiendo de la capacidad de adaptación de la persona, que tendrá una dificultad mayor o menor para conciliar el sueño.

En el caso de empleados de fábrica, caso más común en la variación de los horarios por turnos, deben adaptarse cada semana a su nueva jornada. Eso supone, variar rutinas de descanso y de comida, además de perder horas de sueño para poder acoplarse al nuevo horario marcado durante la semana. También los pilotos de vuelos transoceánicos sufren, a menudo, los efectos del 'jet-lag' y la desorientación en sus costumbres vitales. En definitiva y de vuelta al tema inicial, los aficionados al fútbol que madruguen por compromisos obligatorios y laborales, pueden perder la rutina de vida y son los más perjudicados por los horarios de la Liga. La siesta podría ser la vía de escape para enmendar el sueño perdido.

Por otro lado, Simeone se olvidó de las salidas nocturnas de muchos profesionales. Esas parecen no afectar ni trastocar los hábitos estrictos de los futbolistas.