Tres notables novillos de Bohórquez en las Ventas
Tarde distinguida de Emilio Huertas, templado y preparado con el mejor lote, digno debut de Javier Antón y paso discreto de Ángel Bravo
MADRID Actualizado: GuardarLa bella novillada de Soto de la Fuente salió más floja que brava: renco y no solo acalambrado el tercero; claudicante un serio cuarto de buen galope primero; se derrumbó bajo el peto el sexto. Los devolvieron. Entraron en liza tres sobreros del segundo hierro de los Bohórquez, que se anuncia con el nombre de la finca donde pacen -Fuente Rey- y que, siendo Bohórquez, no son de sangre Murube sino de procedencia Domecq por varias vías: Torrestrella, Santiago Domecq, parece que Hermanos Sampedro también.
De pintas variadas: un espectacular tercer sobrero cárdeno ensabanado, un bien comido cuarto burraco, un tercero negro listón de preciosas hechuras. Los tres se prestaron a fiesta sencilla y cordial. Más en bravito el tercero, de llamativa elasticidad; más en bondad pajuna el cuarto; muy completo el sexto, que peleó en el caballo con carácter y murió de bravo. La fiesta no estaba anunciada. Los sobreros de Madrid deparan sorpresas.
Favorecido por la fortuna -los dos sobreros mejores de Fuente Rey-, el manchego Emilio Huertas -de Santa Cruz de Mudela- salió bien librado de todo: del sorteo -que es parte de la suerte- y del trance. Soltura y sitio con el capote, facilidad, colocación, paciencia. El más rodado de la terna, el más capaz también. No hay torero novel que no tenga espejo en que mirarse. Torero espejo de generación reciente: han salido joselitos, ponces, morantes, josetomases, julis, talavantes, castellas. Pero no se había visto a ninguno tomar el ejemplo de Miguel Ángel Perera, lo cual implica pureza, ajuste, poder y verticalidad. Y temple, naturalmente.
Cinco tandas templadas al excelente sexto, y abundantes las cinco, a suerte descargada más de una vez, pero ligadas todas en el sitio; rotunda sencillez para ligar al tercero con la izquierda, que parece la mano buena o mejor. Ricos remates de pecho. Esos fueron los puntos brillantes de los dos trabajos de Huertas. Los dos parecieron de torero maduro: por la manera de sujetar en engaño los dos toros y por la manera de medirlos, traerlos y dejarlos. Cierta autoridad. Una estocada muy delantera al segundo intento tumbó al tercero; y otra de muerte muy demorada al sexto. No hubo orejas, no hubo goles, pero quedó la impresión de torero formado y cabal.
Fue el debut en Madrid de Javier Antón, de Murchante, en la merindad de Tudela, tierra tan de toros. Hijo del cuerpo: su padre, el notable picador Vicente Antón "Chamaco de Ablitas". Veintisiete años, no es propiamente una promesa. Trajo gente. ¿Dos autobuses? Tres pancartas: "Murchante con su torero", "Tus amigos están contigo, ''Suerte!!!" (con triple signo de admiración) y una tercera -"!Aúpa Torero!"- casi de diseño porque dos letras góticas amachambradas simulaban la imagen de dos banderillas enhiestas en el morrillo de un toro. Se dejaron oír y sentir los de Murchante. Incondicionales de Javier.
Javier, digno y entregado
Javier estuvo digno, firme, entregado. Si Huertas es de espejo Perera, Antón parece tener cerca la sombra de un torero de su país, Francisco Marco. La firmeza se traduce en una manera de talonarse muy a la antigua. De corte bueno fueron las tandas de tanteo en la apertura de las dos faenas. Al estirarse, un punto de rigidez agarrotada. Buena cabeza para entenderse con el sobrero de Fuente Rey tras el bello arranque de toreo andado. Mucho corazón para fijar de capa a ese toro. Media soltando engaño pero sin puntilla en el primer turno; pérfido bajonazo al cuarto. Su gente bramó dichosa y Javier no tuvo otra que corresponder desde el tercio. Seguramente por honrar la condición de hijo del cuerpo, Javier se trajo una cuadrilla de lujo: Yestera, Roberto Bermejo y Manolo de los Reyes hijo; y a caballo, Daniel López y Teo Caballero.
Poco toreado el salmantino -de Fuentes de Oñoro. Ángel Bravo. Le costó asentarse con el capote. Detalles que delataban falta de sitio. Y, sin embargo, supo sujetarse con la muleta y llegar a asentarse para sacar partido de los dos novillos de Soto de la Fuente que mató. Más a la voz y a toques que empapando viajes, pero gobernando con sorprendente pulso algunos. Dos faenas muy desiguales, enojosamente larga la del quinto, paciente la otra.