Doctor Rajoy
Apareció de traje oscuro pero podía haberlo hecho con bata blanca porque salía a dar las constantes vitales del enfermo que no son buenas
MADRID Actualizado: GuardarTan poco se prodiga el presidente tras los consejos de ministros que lo ordinario se convierte en extraordinario y no será por factores objetivos que hayan demandado antes su presencia. Como lo hizo en clave económica hay que reconocer que 1 Rajoy es igual a 100 Guindos, y más de 500 Montoros. Al menos hay que apreciar el esfuerzo didáctico por describir una situación que «a nadie le gusta» (se incluye él mismo en el grupo de decepcionados por Rajoy preelectoral). Otros en su lugar, como de Fátima Báñez, lo hubiera confiado todo a la Virgen del Rocío pero en su caso tiene claro que de la crisis solo se sale vía recorte porque hemos vivido por encima de nuestras necesidades. Lo duro es que no hiciera reproche a ningún político que ejerció de alocado gobernante derrochador en los años de la deuda sin límite y, en cambio, admita que la crisis la han de pagar los ciudadanos a generoso escote. Ciudadanos que desconocían que la prima de riesgo fuera pariente tan cercano.
Apareció el presidente de traje oscuro pero podía haberlo hecho con bata blanca y fonendo porque salía a dar las constantes vitales del enfermo que no son nada buenas, estamos en consumo asistido por ventilación mecánica. Una comparecencia de convalecencia que empezó y acabó en clave de refrán. Sus primeras palabras se engloban dentro de la teoría de quien da lo que ha menester no está obligado a más, y la despedida -«feliz verano a quien se lo pueda permitir»- corresponde a la idea de que a quien buen Draghi se arrime buena sombra le cobije y con Dios muy buenas, porque esto es todo amigos.
Nada, ni la presión de la calle, ni el enfado del que es consciente, ni la soledad parlamentaria, ni las voces de Europa le han cambiado el carácter de hombre tranquilo. Lo apuesta todo a la reforma laboral y al futuro mejor que ha de venir (esta vez no añadió la coletilla «o no»). A otros con menos temple se les ha visto sudar en partidas de póquer porque no es fácil jugar a las cartas con la angustia de saber que en cada mano pueden echarte de la mesa los tahúres del Rhin. A Rajoy, presidente volcado en la causa económica, nada le aparta de su camino.