gira internacional

La etapa israelí de Romney

La visita a Israel despierta dudas a causa del tradicional debate sobre el peso del “voto judío” y la ponderación de cómo administraría un nuevo presidente

MADRID Actualizado: Guardar
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El candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos está haciendo la gira tradicional que todo aspirante que se precie idea para darse a conocer y ayudar a forjarse en su tierra una imagen de líder internacional e interlocutor clave de sus pares en el mundo. Mitt Romney, sin duda tras ponderarlo bien, escogió Gran Bretaña, Israel y Polonia.

La elección fue juiciosa: inauguración de los Juegos Olímpicos en Londres (aunque allí no estuvo muy atinado) y seguro calor político en Polonia, donde el anclaje con Occidente es muy fuerte y se percibe a los Estados Unidos como la mejor garantía en un contexto regional (la vecindad rusa) que aún preocupa.

Pero lo noticioso y más jugoso es su parada en Israel a causa del tradicional debate sobre el peso del “voto judío” y la ponderación de cómo administraría un nuevo presidente la estrecha y curiosa relación entre Israel y los Estados Unidos. Una relación que, en efecto, es curiosa porque es fáctica: no hay tratado formal alguno entre las partes, ni un papel que obligue jurídicamente, pero la alianza es un modelo de solidez, duración y complejidad.

Política y protocolo

El gobierno israelí debía administrar esta situación con cuidado, para no ofender al actual inquilino de la Casa Blanca, pero está asumido en Washington que el “todo Israel” verá a Romney: el presidente Peres, los ministros de Defensa y Exteriores, Ehud Barak y Avigdor Lieberman, y el primer ministro, Benjamin Netanyahu. Este y su esposa, Sara, le ofrecen esta noche una cena privada en su casa…

De haberse tratado de Barack Obama, que no visitó Israel ni durante la campaña de 2008 ni, lo que es más notable, durante su presidencia, le habrían reservado un tratamiento oficial idéntico… con la diferencia de la cena particular y habría bastado una entrevista en la oficina del primer ministro y una cena oficial. Pero cuenta la amistad particular que sostienen desde hace muchos años Netanyahu y Romney, que incluso fueron consultores de la misma compañía financiera, “Boston Consulting Group”, antes de que Romney, un multimillonario, creara su propia compañía, “Bain Capital”.

Técnicamente, pues, no hay novedad alguna y los formatos protocolariamente dispuestos resuelven sin tiranteces la situación… pero eso no puede ocultar la dimensión política de la visita, en la que, por la norma siempre observada de no hablar de la gestión del presidente en el extranjero, Romney se abstendrá de criticar en público la política israelí de Obama.

Convicciones y cálculo

Sin esta inhibición, Romney ha hecho de la política medio-oriental de Obama y, específicamente de su conducta con Israel, el asunto central en lo tocante a problemas exteriores, más que de Afganistán o de los planes presupuestarios de ahorro que afectan al Pentágono, con la hostilidad del aspirante, que lleva en su programa la necesidad de mantener la superioridad militar norteamericana a cualquier precio.

Más allá de las legítimas convicciones de Romney hay en su decisión un cálculo electoral, legítimo pero tal vez algo más arriesgado de lo que cree su estado mayor electoral. El público americano es muy mayoritariamente pro-israelí, pero, además de que eso está cambiando lenta pero sostenidamente, esa militancia ha llevado a ciertas iniciativas que han suscitado gran controversia, lo último que desea un candidato.

En efecto, cuando el multimillonario judío-americano Sheldon Adelson dejó de financiar a su reconocido candidato conservador, que era Newt Gingricht, rápidamente derrotado en las primarias, puso su dinero al servicio de Romney… y eso le ha complicado las cosas. En primer lugar, con los votantes judíos (que de una mayoría tradicional pro-demócrata, del 72 por ciento ha pasado a ser de solo 62 por ciento) poco a gusto con la irrupción de Adelson y su chequera y, lo que es peor, con los cristianos evangélicos más integristas, impresionados por lo que algunos comentarios llaman “dinero manchado” de Adelson tras comprobarse que en sus casinos de Macao se tolera la prostitución…

El dossier iraní

Romney y su equipo han visto el peligro y atenúan con éxito la ominosa presencia del incansable y versátil Adelson mientras se vuelcan en la convencional lección de pro-israelismo sin más desde el criterio de que Obama, en su opinión, ha dado a Israel un trato vil, reducido, desde luego, no a la provisión de ayuda militar, estable y creciendo con lo último de los arsenales americanos, sino con diferencias sobre el dossier palestino y, sobre todo, a cuenta de Irán.

Los republicanos, aunque con muchos matices, critican lo que tienen por debilidad americana frente al programa nuclear iraní y sugieren alguna connivencia con el islamismo político en el escenario post-primavera árabe, sobre todo tras la visita de Hillary Clinton a El Cairo hace pocos días. Pero, bien leído lo que dicen unos y otros, las diferencias entre Obama y el presidente Romney (no el candidato Romney) probablemente no son tantas. Ambos promueven más y más presiones políticas y económicas y rehúsan excluir la opción militar…

Es sabido que prácticamente nadie – y en Israel muchísimos generales, políticos de todos los partidos y ex-responsables legendarios de los servicios de Inteligencia – defiende sin más el bombardeo de las instalaciones iraníes, que con toda probabilidad no resolverían el problema e incendiarían la región. De modo que ciertas crudezas de Romney o sus portavoces deben ser situadas en el marco temporal o geográfico en que se producen. Otra cosa es que el aspirante republicano critique la falta de calor y de sintonía de Obama con Netanyahu: esa sí existe, es comprobable, clamorosa incluso …