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Preocupación por Groenlandia

En cuatro días de julio de 2012, cerca de 50 kilómetros cúbicos se han podido fundir según las primeras observaciones

GEÓLOGO. UNIVERSIDAD NAVARRA Actualizado: Guardar
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Desde mediados del siglo XIX viene haciéndose un seguimiento de los espesores del hielo de Groenlandia, considerada la mayor isla de la Tierra, tiene un origen geológico difícil de descifrar. En la práctica totalidad de su superficie (un 97%) se han fundido varios centímetros de hielo superficial. La última vez que se vio algo así fue todo un acontecimiento, era el año de 1889. Ahora este fenómeno se ha repetido, pero en tan sólo unos días; si seguimos observando este tipo de acontecimientos con tan acelerada fusión en los próximos años, la cuestión será preocupante.

De 1996 a 2000, la fusión del hielo glaciar generalizada se encontraba en latitudes inferiores a 66º N. Con la aceleración del fenómeno alcanzó a los 70ºN en 2005. Los investigadores estimaron la pérdida de masa de hielo como resultado de un mayor flujo con retroceso de los glaciares, aumentó de 63 kilómetros cúbicos en 1996 a 162 kilómetros cúbicos en 2005.

En combinación con el aumento de la fusión del hielo y la acumulación de nieve durante ese mismo período de tiempo, los glaciaristas determinaron la pérdida total de hielo de la capa, que pasó de 96 kilómetros cúbicos en 1996 a 220 kilómetros cúbicos en 2005. En cuatro días de julio de 2012 cerca de 50 kilómetros cúbicos se han podido fundir según las primeras observaciones. Y según lo que se comenta ahora en los círculos de expertos, en lo que queda de verano la fusión parece que va a continuar. 

Las fotografías tomadas por los satélites muestran que prácticamente la isla al completo sufre de una fusión superficial que afecta a esos primeros 2 ó 3 centímetros. El vertido de decenas de kilómetros cúbicos de agua en unos días o semanas puede traer consecuencias difíciles de prever, así que si nos ponemos catastrofistas podemos dibujar un incómodo escenario.  Hoy el deshielo ya afecta a toda la isla.

Las fotografías de julio de 2012

Las últimas imágenes de satélite de Groenlandia son bien claras y muy preocupantes. Son Nghiem desde la NASA ni siquiera creyó lo que vio en su primer examen, dudó de si había algún error en los datos, por eso impulsó una campaña de comprobación por el mundo entero y se lo corroboraron: las fotografías eran fieles a la realidad, Groenlandia había perdido un 97% de su capa externa más superficial (unos 2 a 3 cm) del casquete de hielo de 2 a 3 km de espesor que cubre la práctica totalidad de la isla, y lo había perdido en sólo unos días.

Desde mediados del siglo XIX viene haciéndose un seguimiento de espesores de esta isla de origen geológico aún prácticamente desconocido, pues el acceso a sus rocas para comprobar su génesis y estructuras es dificultoso, aunque ahora lo tenemos más a mano. Nunca se habían alcanzado esas tasas de deshielo estival y menos a esa velocidad, el día 8 de julio afectaba a un 40%, el día 12 al 97%. Después del desprendimiento de hace unos días de un iceberg de un tamaño del doble que la isla Manhattan del glaciar Petermann, es la tercera cosa extraña que le sucede a la isla. La otra es el descubrimiento del cráter más antiguo de la Tierra de unos 100 km de diámetro y unos 3.000 millones de años. Tanta visibilidad debe aprovecharse, desde 2009 se buscaban evidencias, pues ya se sospechaba que en Groenlandia había una rica concentración meteorítica.

Las especulaciones sobre el cambio climático han rebrotado, que si sí, que si no, que si faltan datos… El caso es que tal cantidad de agua dulce (cuatro veces España por 2 cm de espesor) vertida en unos pocos días al océano, traerá consecuencias a medio y largo plazo.

Según recientes investigaciones de la Universidad de Postdam, si aumentase la temperatura global en unos 2º y parece que vamos camino de ello, se derretiría todo el hielo que queda en el Ártico. La elevación del nivel del mar sería de unos 7 m y prácticamente todas las ciudades costeras del mundo deberían ser abandonadas. Parece una película de miedo, pero es que el aviso viene de muy lejos. Aunque si nos fijamos en los efectos a corto plazo, es decir para los próximos meses, no hablamos de nimiedades.

Las posibles consecuencias

Quizás las medusas, que son un indicativo excepcional como los incendios, al mismo tiempo que efectos de la cuestión, ya nos lo venían avisando por el Norte y por el Sur, pero las consecuencias para nuestro futuro más cercano son por lo menos inquietantes, veamos:

En primer lugar tal cantidad de agua dulce cambiará, al mezclarse con la salada, las grandes corrientes oceánicas; por lo tanto se trastocará un poquito más el clima; incendios, inundaciones y sequías en lugares inhabituales ya están al acecho. También los vientos, su dirección y su intensidad se podrían ver afectados, no sabemos cuándo o dónde pero la temporada de huracanes podría ser excepcional. Si además tanto peso concentrado ha desaparecido de una zona de la Tierra en tan poco tiempo, ésta tenderá a reequilibrarse, pues el globo que habitamos es más parecido a un flan que a un balón de fútbol, lo que se traduce en un reajuste tensional cortical, un efecto dominó que puede golpear en forma de terremoto en cualquier parte propensa.

Confiemos en que los cambios climáticos y geométricos de nuestra casa-planeta sean cuestiones naturales y llevaderas que ya se han dado en más ocasiones como en 1889 y no suponen sino ciclos, ritmos, intervalos que aún no alcanzamos a comprender en toda su plenitud, pues las teorías de calentamiento basadas en las emisiones del CO2 conviven con las de la actividad solar o las cíclicas, y todas ellas con las del enfriamiento global, además cualquiera de las interpretaciones pueden ser apoyadas por según qué intereses industriales, de aseguradoras o de vertidos.

Lo que está claro es que vamos a tener que ir preparándonos a nivel planetario para un inminente cambio en uno de esos intervalos o ciclos, que no tiene por qué ser catastrófico, pero tampoco seamos excesivamente optimistas y justifiquemos lo injustificable por mantener los niveles de contaminación, vertidos, talados, sobreexplotación, intereses corporativos, etc., que acompañan a nuestra cultura global.

Ese cambio deberá empezar por cada uno de nosotros de forma individual y luego colectiva, no es una labor de cuatro días, está claro, será una labor educativa, intergeneracional y en un mundo en el que los tremendos desequilibrios de hoy hayan sido solventados. Un mundo que no está tan lejos como para pensar de la forma egoísta que nos ha llevado a subrayar cada vez más esos desequilibrios, ni tan cerca como para pensar en un fin del mundo en 2012.