El fallecido a las puertas de la discoteca Heaven./ Archivo
tribunales

23 años por matar al portero de una discoteca en Madrid

El juez condena a Carlos Monje Hidalgo por el homicidio de Catalin Stefan Craciun, en la madrugada del 12 de enero de 2009, así como por intentar acabar con la vida de otras dos personas

MADRID Actualizado: Guardar
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La Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a Carlos Monge Hidalgo a 23 años y tres meses de prisión por el homicidio de Catalin S., uno de los porteros de la discoteca 'Heaven', en la madrugada del 12 de enero de 2009, así como por intentar acabar con la vida de otras dos personas, otro portero y un cliente del local. Los magistrados absuelven a Carlos del delito de homicidio del que había sido acusado por la muerte del relaciones públicas de la discoteca Joy Eslava Alejandro M.R., quien murió esa misma noche de un balazo.

En los hechos probados, la sentencia señala que Carlos discutió con el empleado del local 'Heaven' Catalin S., a quien, con propósito de causarle la muerte, "a continuación le disparó dos veces en el abdomen y en el cuello". "Catalin murió como consecuencia de un shock hipovolémico que fue causado por la hemorragia que fue causada por las heridas que le causaron los dos proyectiles que Carlos Monge Hidalgo le disparó", señala el fallo.

Tras ello, se marchó de la discoteca, "encontrándose en las escaleras que tenía que subir para salir a la calle a Roger López Uría, cliente de la discoteca, a quien, con intención de matarle o consciente de que podría causarle la muerte y asumiendo tal consecuencia como posible resultado de su acción, le disparó". Así, continuó siendo perseguido por Aurelian G. hasta la calle Maestro Victoria, -lugar donde Carlos Monge había dejado previamente estacionado su vehículo-, y "llegando a dicho lugar Carlos Monge, con la intención de matar o consciente de que podría causarle la muerte y asumiendo tal consecuencia como posible resultado de su acción, disparó varias veces a Aureliam Albu".

En su declaración, el acusado defendió que esa madrugada acudió a la sala porque había quedado con unos amigos. En la entrada, los porteros le pusieron pegas para acceder a la discoteca y, una vez ya en las escaleras, le propinaron una paliza. En el transcurso de la pelea, a uno de los porteros se le cayó un arma, que él logró agarrar, descerrajando tiros a diestro y siniestro para lograr huir del lugar. Además, ha insistido que en la calle Arenal, donde apareció el cuerpo sin vida de Alejandro, no hubo disparos.

"Lamento las consecuencias del desarrollo de los acontecimientos de esa noche. Mis reacciones fueron por miedo y por instinto de conservación de la vida. No fue algo sopesado ni guiado por el razonamiento. Si no hubiera sido así, estoy convencido de que hoy no estaría aquí", manifestó el procesado en su turno a la última palabra