![](/RC/201206/25/Media/madrehija--300x180.jpg?uuid=b7b053a6-bea6-11e1-867a-f0d61d1a5a48)
¿Quién es el responsable cuando un hijo fracasa?
Culpabilizarse por los malos resultados y ser intransigentes no ayuda a los adolescentes a superar las malas rachas
MADRID Actualizado: Guardar¿Hasta dónde nos afecta lo que les pasa a nuestros hijos? ¿Negamos sus conflictos porque nos sentimos culpables de ellos? ¿Aceptamos sus fracasos? ¿Les exigimos demasiado? Si hay algo que nos conmueve de forma especial es lo relacionado con nuestra prole. No es raro escuchar a una madre o a un padre decir cómo le molesta el modo de actuar de un hijo o una hija. Es muy probable que aquello que le molesta evoque algo de su propia infancia. Nos perturba aquello que se acerca a nosotros, pero que no es fácil de localizar porque se entierra en lo más inaccesible de nuestra vida emocional.
Las alteraciones y los conflictos en los niños dejan al descubierto fallos en la realización de la función del padre o de la madre o de ambos. Culparse de ello solo entorpece el proceso para solucionar lo que sucede. La relación entre padres e hijos es una asignatura de la que se puede estar aprendiendo toda la vida, los adultos somos sus maestros, pero también sus aprendices. Y quizá sea de sus fracasos de lo que más podemos aprender. Los padres somos responsables de los recursos emocionales y educativos que proporcionamos a nuestra descendencia. No somos culpables de lo que les sucede, porque nosotros también somos víctimas, al igual que ellos, de la educación emocional recibida.