ANÁLISIS

Paraguay, lo nunca visto

Muchos observadores hostiles a lo sucedido, incluidos algunos gobiernos, han descrito lo ocurrido como un “golpe de estado” blando

MADRID Actualizado: Guardar
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Un observador paraguayo ajeno al periodismo nos dijo ayer en Madrid que lo sucedido en su país el viernes es lo nunca visto (el juicio político sumarísimo del presidente Fernando Lugo por el Senado y su destitución), pero los amigos del nuevo jefe de Estado y ayer todavía vicepresidente, Federico Franco, insisten en que hay precedentes…

Algo es cierto: en el país que soportó una dictadura de 35 años en la persona del general Alfredo Stroessner, quien se hacía reelegir y obedecer desde la violencia y el fraude, un Senado puntilloso en el cumplimiento de sus obligaciones creyó que el grave incidente de hace ocho días en Curuguaty, con la muerte de once campesinos y seis policías, era una prueba del mal desempeño del presidente y que podría, como prevé la Constitución, podía juzgarle y destituirle.

Dicho y hecho: por nada menos que 39 votos contra cuatro y en ausencia de dos senadores, el presidente Lugo, democráticamente elegido en 2008, fue exonerado de su cargo, se dirigió a la Nunciatura – ha sido obispo y ahora tiene una especie de excedencia de la Santa Sede – y el vicepresidente asumió de inmediato.

La escena política

El recuento de los votos da indicios relevantes para entender lo que pasa: ¿sólo tenía el presidente cuatro partidarios? Pues… sí, o dos o tres más perdidos durante la travesía legislativa. La explicación es sencilla: Lugo, lanzado por su cuenta a la política, pareció en seguida un buen candidato… pero sin partido, de modo que varios movimientos, incluidos uno muy progresista, el llamado Febrerista y otro conservador, el Liberal Radical, se unieron con fuerzas menores y pudieron coser una llamada “Alianza Patriótica por el Cambio” que, en efecto, ganó hace cuatro años.

La formación del gobierno ya dio en su día problemas que rezumaban criterios dispares, pero la personalidad fuerte de Lugo, en un régimen tan presidencialista, mal que bien los resolvía. Su mala salud y los sucesivos escándalos con su vida íntima en los años anteriores a su ingreso en política, pero ya como sacerdote y obispo, le erosionaron bastante. Pero, con todo, y en un ambiente de tolerancia que en Europa parece excesivo, su cese abrupto evidencia no desconfianza personal o un deseo de castigar sus pecados, sino una pugna política clásica.

En efecto, era sabido que el vicepresidente – y hoy presidente – era sencillamente ignorado por el jefe y las fuerzas de seguridad, en manos del ministro del Interior, y más leal y cercano, Carlos Filizzola, carecían del entrenamiento y la responsabilidad para manejar situaciones de emergencia. Pero el ministro dimitió en el acto y el jefe de la Policía fue cesado y se anunció una encuesta independiente sobre lo ocurrido en Curuguaty bajo los auspicios de la Organización de Estados Americanos. Debía haber sido suficiente si, además, se añadía la penalización política, el desgaste inherente a un desastre como el anotado. Pero no: alguien interpretó que la Cámara de Senadores podía inhabilitar al presidente por el mal desempeño…

Guerrilleros y vecinos

Muchos observadores hostiles a lo sucedido, incluidos algunos gobiernos, han descrito lo ocurrido como un “golpe de estado” blando y algo hay de eso, aunque haya que adjetivarlo de formalmente legal. Otras versiones – más enrevesadas y no muy dignas de confianza – están sugiriendo que el sedicente “Ejército del Pueblo Paraguayo”, una guerrilla residual, una banda más bien, se infiltró entre los campesinos que exigían tierras en nombre del programa de reforma agraria incumplida o retrasada…

¿Por qué lo harían si se autodenominan “marxistas leninistas” y por tanto debían estar más o menos cómodos con una administración de izquierda? Eso es más fácil de responder: Lugo fue catalogado por los rojos del EPP como un instrumento de la oligarquía y la reacción y hasta fue “condenado a muerte” por la insurgencia, realmente insignificante en términos militares y cuya fundadora, Carmen Villalba, está en la cárcel.

De modo que parece que los vencedores del extraordinario evento son… los aliados formales de Lugo en la coalición que nunca existió excepto para ganar la elección en su día. Su deposición, extravagante y poco merecida, fue aceptada por él en un escueto e inesperado comunicado ayer que parece estar siendo revisado hoy mientras los vecinos en la región, en general, lamentan o condenan sin más su cese.

Paraguay está batiendo un record de originalidad legislativa… pero es dudoso que lo sucedido sea positivo el país, pacificador y aceptado.