ANÁLISIS

Egipto: Algo más que una sorpresa

Nadie había previsto que el Constitucional se atrevería a dar por nulas las elecciones legislativas para la cámara baja del parlamento

MADRID Actualizado: Guardar
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Nadie había previsto que el Tribunal Constitucional -que atendía la reclamación de un particular, un abogado- se atrevería a dar por nulas las elecciones legislativas para la cámara baja del parlamento elegida a finales de enero, pero lo hizo sin pestañear y, además, haciendo saber que no solo el tercio de los escaños atribuidos irregularmente, sino la totalidad, queda invalidada.

Al mismo tiempo, en este caso sin sorpresa, estatuyó que es legal la candidatura presidencial del candidato del viejo régimen, el general Ahmed Chafik porque aunque el viejo partido único ha sido disuelto, él concurre legalmente designado por el suficiente número de electores y nunca fue condenado.

Técnicamente el TC se apoya en que, con la legislación disponible en la mano (que es, como la mayor parte del arsenal jurídico-político vigente y la propia constitución del Tribunal, de los tiempos de Mubarak) no se respetó en su integridad la disposición que prevé que ciudadanos aislados (los llamados "independientes") puedan tener determinado número de escaños y se benefició así a los partidos políticos contra los particulares con vocación política…

Un legalismo de récord

Esto es probablemente exacto, pero lo es también que con más esmero formal el resultado se parecería al que fue como una gota de agua a otra y la sentencia tiene un perfume de legalismo extremado que en el escenario presente se ha convertido en una bomba política. Sobre todo porque la sentencia podía haber esperado cuatro días y ser difundida el lunes… es decir, con la elección del nuevo presidente de la República terminada. Tal elección tendrá lugar el sábado y domingo.

Se recordará que los partidos islamistas obtuvieron una victoria extraordinaria en las legislativas: los más moderados Hermanos Musulmanes obtuvieron 235 escaños (de los 508), los salafistas de 'Al Nur', más radicales, 123, es decir dos tercios de los escaños en manos de partidos islamo-confesionales, aunque muy distintos.

Se abrió entonces el periodo clave de preparación de la presidencial (y siempre lo mismo: bajo la legalidad parcialmente vigente, el presidente de la República es el corazón del poder, porque el régimen es fuertemente presidencialista) mientras el parlamento elegido debía designar a su vez a una 'Asamblea Legislativa' de cien miembros encargada de redactar la nueva Constitución. Solo anteayer, bajo fuerte presión de la autoridad militar, parece haberse alcanzado al fin un acuerdo sobre la composición de dicha Asamblea, que tendrá la labor capital de escribir la nueva Constitución. La aplicación literal de la vigente en asuntos que nadie podía prever es la explicación formal del caos vigente.

¿Y ahora qué?

Parecía suficiente la Carta, pero no lo era. Es verdad que la acción política ya acusó sus insuficiencias prácticas. Por ejemplo, el primer candidato islamista, fue vetado como aspirante presidencial… porque había estado en la cárcel, metido allí por el régimen de Mubarak, y los ex – presidiarios no podían concurrir. En otra dirección, también se vetó la candidatura del vicepresidente de Mubarak, el general Omar Suleiman, porque la autoridad adujo que no había reunido el exigido número de avales en apoyo de su candidatura y un candidato salafista fue excluido porque su madre había tenido en los últimos meses de su vida la ciudadanía de otro país…

En fin, en aplicación estricta de la legalidad moribunda, el TS (a su vez parte del aparato judicial antiguo, pero cuyo presidente, el juez Faruk Soltán, tiene reputación de eso, de legalista con ínfulas de muy independiente) ha complicado las cosas, ha obligado al Consejo Militar a retomar, lo que hizo a toda velocidad, su condición de poder legislativo y dejó en el aire la pregunta de si su arriesgada decisión influirá en la elección presidencial del fin de semana.

En puridad no tiene por qué ser así: el ciudadano que tenga elegido su candidato probablemente mantendrá su decisión. En tal caso, de creer los pocos augurios disponibles y algunos datos empíricos (la gran victoria islamista entre los egipcios expatriados que ha votado en Arabia Saudí, los Emiratos y Qatar) y el apoyo de al-Nur a los Hermanos es de suponer que Mohammed Mursi ganará. No se puede decir lo mismo, empero, de una nueva elección legislativa porque los diputados ya se han manifestado y pueden merecer eventualmente una apreciación distinta de sus electores.

En ese caso, la noticia es mala para los Hermanos Musulmanes, porque les será difícil obtener de nuevo una victoria tan rotunda como la de enero. Toca esperar…