El presidente de Foro, Francisco Álvarez- Cascos. / J.L Cerejido (Efe)
NEGOCIACIONES EN EL PRINCIPADO DE ASTURIAS

Cascos pierde la partida

El pacto entre el PSOE y UPD pone fin al Gobierno de Foro y supone un importante revés a la ditirámbica disidencia de su líder

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Cascos, desacreditado, ha perdido ya toda esperanza de permanecer al frente de la comunidad autónoma de Asturias, una vez que se ha anunciado el ‘principio de acuerdo’ obtenido entre el PSOE y UPyD, que esta tarde se convertirá en acuerdo solemne ya en presencia de la portavoz nacional de Unión, Progreso y Democracia, Rosa Díez, lo que parece indicar que la decisión de pactar a babor adoptada por este partido ha sido tomada al máximo nivel. Como es conocido, el PSOE –el partido más votado, con 17 escaños- e IU suman 22 escaños, los mismos que el PP (12 escaños) y Foro, por lo que el diputado de UPyD, Ignacio Prendes, tenía la llave de la gobernabilidad.

La historia de la disidencia de Cascos es ditirámbica: con una personalidad difícil y un temperamento explosivo, el ingeniero Cascos se había irritado con su propio partido, el PP, del que llegó a ser vicepresidente y con el que ostentó la vicepresidencia del Gobierno y la cartera de Fomento, porque, apartado por propia voluntad de la disciplina de su grupo en Asturias, no fue escuchado cuando pretendió el liderazgo sin cumplir los trámites. Entonces fundó una nueva organización, Foro Asturias, con la que consiguió 16 diputados en las autonómicas de mayo, por 10 del PP, y se convirtió en presidente de la comunidad gracias a la abstención de la izquierda.

Pero no contento con este alarde, cuando comprobó que no conseguiría apoyos para confeccionar los presupuestos autonómicos, disolvió el parlamento y convocó nuevas elecciones ante la perplejidad general, ya que esta nueva rabieta era consecuencia de la nula capacidad de diálogo del personaje. Percibida este evidencia por los ciudadanos, el apoyo social al candidato heterodoxo cedió, y aunque el PP estuvo a punto de otorgarle su apoyo como mal menor, ha cundido finalmente el sentido común: el régimen de partidos, como la democracia misma, tiene unos procedimientos tasados, unas formalidades, que hay que respetar, y Cascos mostró su intemperancia al violarlas con estrépito. En un sistema parlamentario moderno a la europea, la política se hace primero en el interior de los partidos, y no dando portazos en las organizaciones.

Finalmente, las aguas han vuelto a su cauce: pese a la excepcionalidad de la ocasión, va a gobernar Asturias el partido más votado, y con toda probabilidad Foro se disolverá en su propia inanidad antes o después. Cascos puede dar por concluida su carrera política.