El Prado celebra el genio maduro de Rafael
Con 'El último Rafael', el museo pondrá el broche de oro a su brillante temporada
ROMA Actualizado: GuardarLe bastaron 37 años de vida para reinar en la pintura renacentista y convertirse en el pintor más influyente de la historia del arte occidental. Rafaello Sanzio, Rafael, (Urbino 1483- Roma 1420) conforma con Leorando y Miguel Ángel el triduo sacro de la pintura del cinquecento. De haber sido tan longevo como sus colegas -67 años Leonardo, 89 Miguel Ángel- sus fabulosas obras habrían superado a la de sus egregios colegas. Así lo creen algunos críticos e historiadores, como el director de los museos Vaticanos, Antonio Paolucci, que sitúa a Rafael y a Velázquez "sin duda" en la cima de la pintura universal. El museo del Prado se apresta a facilitar la comparación al revisar el genio más maduro y sobresaliente del maestro de Urbino en una muestra histórica e irrepetible con la que a mediados de junio pondrá broche de oro a una más que brillante temporada que arrancó con los tesoros del Hermitage.
Aliado con el Louvre, con cesiones de grandes museos del mundo y patrocinio de la Fundación Axa, 'El último Rafael' reunirá más de ochenta piezas entre óleos y dibujos de este mago de la pintura. Un talento precoz, poderoso e indómito que con poco más de 25 años llegó arrasando y para quedarse la misma Roma en la que imperaba el genio de Miguel Ángel. Además de pintor, fue arquitecto y jefe de antigüedades, grabador, diseñador, insaciable amante, intrigante conspicuo, casi cardenal, e implacable hombre de negocios que no descuidó la vertiente crematística de su arte.
Factoría
Cuatro siglos antes que Warhol o Hirst, hizo Rafael de su taller, la 'bottega', "una factoría, una máquina de hacer dinero, con más de medio centenar de colaboradores. Era un artista global que murió tan joven como rico, muy rico. Forrado, como Miguel Ángel. Es imposible saber hasta dónde habría llegado con un vida más larga" explica ante uno de sus frescos en el Vaticano Miguel Falomir, jefe del departamento de pintura italiana del Prado, que junto al subdirector, Gabriele Finaldi, ha rastreado en Roma algunas de las más esplendorosas obras de Rafael.
Piezas míticas que no viajarán a Madrid pero cruciales para entender el antes y el después en la obra del maestro, su salto de lo religioso a lo profano, de la temeridad juvenil al genio de madurez. Los frescos que con tan poca experiencia como talento y osadía pintó en los Palacios Vaticanos que decoró para los pontífices León X y Julio II, la 'loggia' o galería por donde paseaban los papas, conocida como 'la Biblia de Rafael'. También el espectacular y tardío fresco del 'El triunfo de Galatea', un delirio de virtuosismo en la suntuosa Villa Farnesina del banquero papal Agostino Chigi donde le sorprendió la parca "mientras amaba con más pasión de la que ponía en la pintura" según Falomir. En este prodigioso palacete renacentista dejó Rafael sus trabajos más profanos y diseño en 1517 la primorosa decoración de la 'loggia' que concluyeron sus discípulos.
Espía y aventurero
Fue Falomir quien propuso centrar la muestra en 'El último Rafael, "algo inédito e irrepetible". Explora y celebra el genio que a partir de 1513, tras su llegada a Roma, convulsiona y renueva la pintura. Era un joven y temerario pintor al que su inusual talento y el favor papal hicieron subir como la espuma. Mientras decoraba con frescos de inspiración bíblica las 'stanzas' vaticanas disfrutó, gracias a su pariente, paisano y valedor Bramante, de la insólita oportunidad de "espiar" lo que Miguel Ángel hacía en la Capilla Sixtina desde 1508. "Le aterrorizaba quedarse obsoleto y no paraba de curiosear qué hacían los demás y experimentar" explica Miguel Falomir.
Era un "aventurero que lo probaba todo" en busca de un éxito que lo convirtió "en el pintor más influyente de la historia del arte hasta el siglo XIX". Pintó mucho más que Leonardo, con quien tuvo buen trato, y tuvo un repertorio mucho más vigoroso y variado que el repetitivo Miguel Ángel, a quien admiraba y con quien se llevaba a matar, por saber que lo consideraba un advenedizo. "Evolucionó como pintor más que Leonardo y Miguel Ángel, al extremo de que siendo la antítesis del academicismo, acabó como su paradigma, el más copiado en las academias de todo el mundo" destaca Falomir. "Cuando se inauguró el Prado -recuerda- su mayor gloria era 'El pasmo de Sicilia', pero el abuso académico que se hizo de la obra de Rafael acabó por condenarlo al ostracismo".
Su legado es una obra portentosa realizada encadenando encargos "que jamás desdeña", que mantenían su "industrializada" 'bottega' activa y a toda máquina y en los que "la concepción prima sobre la ejecución". Lo mejor de su obra está, a juicio de Falomir, en los retratos como el del Papa Julio II, y en los de su amigos, como el de Baldassare de Castiglione que viaja del Louvre al Prado, "realizado en plena libertad y recreándosey dejando de lado la inseguridad de su lienzos florentinos".
El Prado cuenta con ocho obras de Rafael, de las que seis estarán en la muestra junto a piezas míticas cedidas por el Louvre. Ambos museos atesoran el mayor número de piezas producidas por Rafael y su taller en los últimos siete años de vida del maestro. Se reunirán en grupos temáticos más de cuarenta pinturas, con tablas para altares, Sagradas Familias, Madonnas, retratos y obras narrativas de esta última época. Estará la copia del taller que atesora el Prado de la última y fastuosa tabla de Rafael, 'La transfiguración' (1515-1520) joya del Vaticano y "compendio de toda la pintura de Rafael, en la que da un salto de cien años y muestra cuánto aprendió de Miguel Ángel y Leonardo". El Louvre aporta una treintena de dibujos relacionados con su pintura y con la de discípulos como Giulio Romano (h.1499-1456) o Giovanni Francesco Penni (1488-1528).
Fueron asistentes y discípulos destacados de su portentosa 'bottega' cuya labor es decisiva y sobre los que un Rafael que apenas pintaba ejercía "un estricto control de calidad". Habrá obras de Romano y Penni realizadas antes y después de la muerte del maestro que permiten calibrar el desarrollo de las ideas de Rafael sobre el dibujo, el color el claroscuro en el contexto de la cambiante contribución de su taller.
Miguel Falomir es junto a Vincent Delieuvin, conservador de pintura italiana del Louvre, el coordinador de una muestra para la historia que se inaguar el 12 de junio y de la que será comisarios los británicos Paul Joannides y Tom Henry, dos autoridades en el genio renacentista. El Louvre recibirá la muestra entre octubre y enero de 2013.