Bolivia también expropia
La osadía argentina de la viuda de Kirchner al nacionalizar YPF ha marcado con toda evidencia un temible precedente
MADRID Actualizado: GuardarLa osadía argentina de la viuda de Kirchner al nacionalizar YPF marcaba con toda evidencia un temible precedente: el populismo latinoamericano había encontrado una cabeza de turco en los intereses españoles, muy eficaz para servir de carnaza a las muchedumbres airadas por la crisis creciente que comienza a adueñarse de aquellos pagos. Y, en efecto, el pintoresco Evo Morales, adalid del indigenismo fallido, autor de una descabellada Constitución que eleva los ritos mágicos a la categoría del derecho moderno, ha optado también por una medida elusiva semejante: ha expropiado “Transportadora de Electricidad”, filial de “Red Eléctrica Española”, con el argumento de que la empresa sólo invertía cinco millones de dólares al año desde hace dieciséis… Excusas de mal pagador, evidentemente.
Morales está también desde hace tiempo en un atolladero. Los indígenas a los que halagó se han revuelto contra él al ver su ineptitud, el país está inmerso en una permanente revuelta social y su continuidad en el poder es dudosa. De ahí el gesto grandilocuente en la festividad del primer de mayo. La expropiación se ha anunciado en el curso de un patriótico discurso "como justo homenaje a los trabajadores y al pueblo boliviano que ha luchado por la recuperación de los recursos naturales y los servicios básicos". Farfolla dialéctica para consumo de radicales.
El asunto tiene una dimensión económica evidente pero también, y sobre todo, un alcance diplomático tan grave como desconcertante. Porque España no sólo no ha mantenido contenciosos recientes con los dos países latinoamericanos que están sometiéndonos a inaceptables desaires sino que ha tenido gestos munificentes con ellos. En el caso argentino, el anterior gobierno del Partido Popular salió en socorro de Argentina cuando tuvo que suspender pagos y abrir el humillante ‘corralito’ en 2001; en aquella ocasión, España puso a disposición del país hermano 1.000 millones de dólares, en momentos en que toda la comunidad internacional le daba la espalda. Y en 2003, ya con Néstor Kirchner en la presidencia, España tuvo que remover cielo y tierra para burlar el embargo y hacer llegar a aquel país cooperación cultural y de la otra, en momentos también de grave dificultad.
Con Bolivia, nuestro comportamiento no ha sido menos generoso: el Gobierno español, con Rodríguez Zapatero en la presidencia, condonó a Bolivia deuda procedente de créditos del Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD) por un importe de más de 62 millones de euros. La medida se aprobó oficialmente en febrero de 2010, pero ésta se acordó en septiembre de 2009, durante la visita a España de Evo Morales.
No hay, pues, explicación para ambos desaires, que son gravísimos y fracturan la que ha dado en llamarse comunidad iberoamericana, mimada por España sobre todo desde la instauración de las cumbres anuales en 1982. De cualquier modo, es evidente que las dos expropiaciones marcan un antes y un después en el sistema de relaciones en el interior de dicho ámbito: la fractura entre la izquierda populista y el resto de los países –con México, Chile, Colombia y, probablemente, Brasil, como adelantados del principio de legalidad- se ha vuelto muy profunda. En cualquier caso, la diplomacia española tendrá que hacer un esfuerzo singularísimo en el espacio iberoamericano, en el que hay fracturas cuando falla la integridad democrática.
España debe ahora movilizar con todas sus fuerzas a la Unión Europea para que sea ella la que defienda nuestros intereses –hay muchas otras empresas españolas en Latinoamérica que podrían ser represaliadas- de la voracidad demagógica del grupo de países díscolos que siembran inseguridad jurídica en la zona. Y la UE ha de movilizar asimismo al G-20 y a la OMC para que estos desmanes no queden impunes.