Un paciente debilitado
En algunas regiones, con Andalucía como caso destacado, una de cada tres personas activas está desempleada
PAMPLONA Actualizado: GuardarMalos, muy malos. Esa es la única forma en que pueden calificarse los últimos datos de la Encuesta de Población Activa. Parece que, por desgracia, avanzamos con rapidez hacia la durísima cifra de seis millones de desempleados, tras la destrucción de casi 375.000 empleos en el primer trimestre del año en curso. En el camino, ya hemos alcanzado tasas de paro cercanas al 25% para el conjunto del país, y en algunas regiones, con Andalucía como caso destacado, una de cada tres personas activas está desempleada.
Determinadas voces se han alzado culpando a la reforma laboral de esta nueva caída del empleo. Desconozco qué parte del aumento del paro es directamente achacable a la reforma, pero atribuir todo el problema al nuevo marco legal es un error. Como en otros muchos ámbitos y ocasiones, de nuevo nos encontramos con esta tendencia (¿o necesidad?) a realizar valoraciones rápidas para identificar causas simples en fenómenos complejos. Son muchas las razones para el pésimo comportamiento que nuestro mercado laboral viene mostrando desde el inicio de la crisis. Por ejemplo, la composición sectorial de la economía española o la propia inercia del desempleo: más paro daña la renta disponible y la confianza de los consumidores, reduciendo el gasto, la actividad y el empleo. Desde luego, la política de austeridad aplicada por el gobierno contribuye al problema, pues los recortes hunden la demanda interna. Lo hace además en mayor medida cuando el resto de países europeos está inmerso en procesos de consolidación fiscal similares, recortando las posibilidades de que sea la demanda exterior la que dé oxígeno a la economía española.
En este contexto, es probable que los datos hubiesen sido ligeramente mejores sin la reforma laboral. Ahora bien, el precio a pagar sería un problema más grave a medio y largo plazo, conforme la rigidez del mercado ahogase a muchas empresas. Por eso, más que a la reforma laboral, deberíamos dirigir nuestra atención al ritmo de consolidación presupuestaria por el que ha optado Europa. Está siendo un tratamiento demasiado agresivo para un paciente muy debilitado. Al menos así lo sugieren las constantes vitales del mercado de trabajo español.
José Luis Álvarez Arce es director del departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Navarra