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«Si la reforma laboral no coincide con el despegue económico, no será buena»
El ministro de UCD y antiguo integrante de la dirección del PP defiende regular los sectores que marcan el estado del bienestar
VALLADOLID Actualizado: GuardarEl exministro Rodolfo Martín Villa pronunció en Valladolid la conferencia 'Política y economía en la España de hoy' en la que se mostró partidario de la existencia de la regulación en algunos sectores económicos y también resaltó la importancia de que el estado del bienestar sea capaz de sostenerse a través de iniciativas que deben alejarse del liberalismo más extremo. Nacido en Santa María del Páramo (León) el 3 de octubre de 1934, Rodolfo Martín Villa considerado uno de los políticos claves de la transición española desde su cargo como ministro de Gobernación en el gobierno de la Unión del Centro Democrático (UCD) entre 1976 y 1979, ha ocupado casi todos los puestos posibles en la Administración pública. En 1989 ganó el acta de diputado con el PP y abandonó la Cámara Baja en 1997 para aceptar la presidencia de la Endesa.
–Al escucharle me ha recordado la anécdota de aquel político que dijo: 'Es que ya no sé si soy de los nuestros'...
–Me imagino que lo dice porque al definirme a mí mismo he dicho cosas que me separan de unos y de otros y en las que coincido con unos y con otros. Lo cual por otro lado es normal. Digo que a veces no coincido con algunos 'de los míos' en el sentido de creer que la propiedad privada no tiene que tener ningún límite ni exigencias social. Y no coincido con la izquierda en el sentido de que parece que el servicio público no se puede realizar si no es por una empresa pública, lo cual me parece también un despropósito. Soy partidario de que haya mercado y de que haya Estado. Y tiene que haber servicio público, aunque en algún caso la naturaleza del servicio público, como la Justicia o la Defensa o las Relaciones Exteriores necesita que se ejerza también por servidores públicos. Pero en Educación, o en Sanidad, puede existir una competencia entre la gestión pública y la privada aunque el servicio sea público. Tanto en la escuela como en el hospital no debe de haber problemas de mercado.
–Me llama la atención su defensa de unas posiciones ideológicas que en algún momento podrían considerarse intervencionistas frente a ese mundo en el que vivimos donde parece que el liberalismo impone sus condiciones en el mercado. ¿Es necesaria una regulación?
–He tratado de explicar que la desaparición del llamado socialismo real, del comunismo –y no voy a llorar porque haya desaparecido–, pero ciertamente desapareció con ello una línea que de alguna manera no dejaba de ser una referencia y un problema de límites para unos excesos que mi compañero, el difunto Fernando Abril llamaba 'el Fundamentalismo Liberal', que también tiene excesos y alguno de los cuáles estamos padeciendo. No digo que si hubiera habido comunismo no habrían sucedido algunas de las cosas que han sucedido, pero el exceso del liberalismo fundamentalista está en el origen de algunas de las cosas que tenemos. Es verdad. ¿Quién está sufriendo la crisis?, pues todos, ¡que teníamos poca culpa en ello! Y además, la sufren las empresas, es decir; los empresarios y los trabajadores. Y si algunos no han tenido la culpa en este proceso son los trabajadores y, sin embargo, los gobiernos tienen que tomar medidas, que al menos a corto plazo, afectan a la vida laboral y que defenderlas es muy difícil.
Regulación
–¿Hay entonces que buscar un equilibrio perdido hace años?
–¡Como en todo! ¡Como en todo! En la vida económica se puede ser liberal al cien por cien cuando se fabrican zapatos, o cuando se explotan ... las conservas vegetales, o cuando está uno en el sector textil, pero en los sectores básicos de la economía... Y no quiero con esto que se vuelva a la propiedad pública, porque la experiencia del Estado empresario es buena para una economía que emerge, pero en el kilovatio, en el gas, en el petróleo, en la banca, en el sector financiero en su conjunto tiene que haber regulación. La ausencia de regulación, de aquello que eran partidarios algunos: 'Mercado cien, Estado Cero' no tiene sentido.
–Y sin embargo, le noto crítico con algunos reguladores que según su opinión no han cumplido con la función para la que estaban diseñados.
–¡Hombre claro! Al Banco de España le hemos oído hablar durante años, más o menos acertadamente, de la política laboral. Y los españoles no le pagamos al Banco de España para que nos hable de la política laboral, le pagamos para que se ocupe, en serio, de un sistema financiero que se nos dibujó además que era como el cielo del Catecismo del padre Astete, o sea que era 'la colección de bienes posibles sin mezcla de mal alguno' ¡y que sin embargo tenía, lo cual es lógico!, sus dificultades a las cuáles había que hacer frente.
–Destaca una cuestión que se pregunta la humanidad desde hace muchos siglos de '¿quién vigila al vigilante?'
–Claro, y ¿quién juzga a los jueces?
-¿Y quién califica a las empresas de calificación crediticia...?
–Una partida muy importante de los Presupuestos Generales del Estado es el Servicio a la Deuda. Bueno, pues el Servicio a la Deuda y no ya la cuantía, sino el prestigio como nación, está en manos de tres calificadores. ¿Quién califica a los calificadores?, ¿cómo se han creado esas empresas de calificación? , ¿cómo se nutren las personas que opinan y que por lo tanto condicionan los mercados?, ¿quién las ha seleccionado?, ¿qué calificación profesional tienen? y ¿quiénes están detrás?, ¿quiénes son los propietarios?, ¿algunos de sus intereses no pueden estar presentes en la calificación que dan? Pero aunque no fuera cierto, porque no digo que haya inmoralidad, sí puede haber errores y deben de ser juzgados.
–Habrá quien piense: 'Claro, hoy puede hacer y decir estas cosas porque está liberado de esa actividad política'.
–Esto lo he pensado siempre y lo he defendido siempre. Es verdad que cuando uno es emérito en casi todo tiene una mayor despreocupación, por así decirlo, pero lo he defendido siempre. Me decían: ¿Es de derechas o de izquierdas?, usted es conservador'. Pues hay cosas en las que soy un conservador, como las que atañen a la religión, a la familia, al orden y hay cosas en las que nunca he sido conservador, como en la solidaridad y la igualdad. Eso del estado del bienestar y la solidaridad y la igualdad no crea que son muchas novedades. Porque no hay nada nuevo bajo el sol desde hace dos mil años. Al final era dar de comer y de beber a hambrientos y sedientos, enseñar al que no sabe y cuidar de los enfermos, ¡eso es el estado del bienestar!
–Si le he entendido, dice que despido más barato no es igual a mejora económica...
-¡Hombre! Creo que el conjunto de la reforma laboral será buena si colabora primero y luego esa colaboración coincide con un despegue económico. Si el despegue económico no se produce, esta o cualquier otra reforma laboral no será buena.