
«El flamenco está sano a pesar de las heridas»
El cantaor Miguel Poveda publica 'Artesano', un disco que recorre los cantes más tradicionales del flamenco acompañado por guitarras maestra como la de Paco de Lucía
MADRID Actualizado: GuardarSi le hubieran dado a elegir, la carrera del cantaor Miguel Poveda (Barcelona, 1973) habría seguido creciendo pasito a pasito, sin el acelerón vivido en los últimos años. Su anterior disco, 'Coplas del querer', a priori un trabajo con la única pretensión de reivindicar un género que le apasiona desde niño, le valió un Disco de Platino con 60.000 copias, una nominación a los Grammy latinos y premios varios. También el cineasta Pedro Almodóvar ayudó a acercar su música al gran público incluyendo el tema 'A ciegas' en la película 'Los abrazos rotos'.
La expectación generada cristaliza ahora en su noveno disco de estudio: 'arteSano', un recorrido por los mejores palos del flamenco que se publica mañana y que Poveda define como "un disco de flamenco clásico con un amplio abanico de colorido rítmico, de sonidos, de melismas, de guitarras distintas, de ciudades distintas, Triana, Cádiz, Jerez, Sevilla y Málaga". En su nuevo trabajo, el cantaor aborda la bulería en tres formatos; la gaditana, con la colaboración del maestro Rancapino, una jerezana grabada en directo en una bodega y otra más coplera con un texto de Rafael de León, 'La ruiseñora'. El resto de composiciones dibuja un recorrido por otros cantes tradicionales del flamenco, acompañados de una guitarra distinta cada uno. El plantel es de lujo, con maestros como Paco de Lucía o Manolo Sanlúcar, así como Isidro Muñoz, Manuel Parrilla, Diego del Morao, Chicuelo, Juan Ramón Caro, El Bolita o un jovencísimo Jesús Guerrero.
El disco incluye también una minera, una aportación especial con la que salda una deuda contraída hace casi dos décadas, cuando, con apenas 20 años y recién llegado de la 'mili', le llegó la alternativa en el Festival del Cante de las Minas de 1993 en La Unión (Murcia), donde el joven cantaor se llevó cuatro de los premios mayores, un millón de pesetas y el aplauso de la hermética afición del mundo flamenco. La experiencia supuso un punto de inflexión en su carrera y le dio la oportunidad de demostrar su valía y sentimiento pese a unas credenciales bastante atípicas como cantaor flamenco: payo, catalán, de padre murciano, madre manchega y sin antecedentes en el mundo del cante. Incluso tiene cuenta personal en la red social Twitter desde la que se comunica con el pelotón de fans que le siguen allá donde se suba a un escenario, un fenómeno que tampoco es habitual en un cantaor de flamenco.
"Mi intención era hacer un disco de flamenco tradicional, clásico, por supuesto pasado por mi filtro, con aportaciones que lo actualizan y le dan esa frescura, como las letras nuevas que incluye, las percusiones o las alegrías que acompaña Paco de Lucía", explica. Un maestro, el guitarrista, por el que Poveda confiesa admiración. "Es impresionante su involucración en el cante que acompaña, en cómo consigue no repetirse, hacer cosas nuevas en ese concepto de acompañamiento tan discreto pero a la vez tan presente, tan genial. Grabar con él es un sueño conseguido", confiesa.
Optimista
El nombre del disco, 'arteSano', incluye dos interpretaciones, la confección artesanal del álbum, "con esas imperfecciones que lo hacen tener más viveza y encanto", y el estado de salud del flamenco. Según defiende Poveda, "el flamenco está sano a pesar de los batacazos y las heridas tan graves que tiene, como la pérdida de Enrique Morente, Chano Lobato y tantos otros que nos han dejado, aunque su obra sigue viva. Además, hay mucha gente joven para sanarlo y para tirar adelante", explica Poveda, que forma parte de esa nueva generación de artistas que, con trabajo y pasión, han llevado al flamenco a vivir de nuevo un momento dulce a pesar del eterno debate sobre su salud.
"Soy bastante optimista por el amor que le tengo a esta música, por lo que quiero contarle al mundo para que se enamoren del flamenco los que todavía no lo están", explica Poveda, que sigue impresionándose con la acogida que recibe cada vez que traspasa la frontera española. "Reciben la música flamenca como el que está en el desierto y ansía un sorbo de agua fría que alimente su alma", explica. "Su respeto y admiración es tan grande que me emociona, porque yo vivo el flamenco de una forma más natural, así que no me queda otra que asumir ese compromiso y contarle al mundo lo bueno que tiene el flamenco".