El Papa, en México: de ayer a hoy...
MADRID Actualizado: GuardarBenedicto XVI visita México en una visita que parece, tal es el programa breve y suave, una especie de escala de acomodación ambiental ante la parte central de su viaje a América: Cuba, donde hay más materia social y política a la vista y mucho más morbo periodístico, incluyendo el rumor de que hablará con Fidel Castro. Pero lo de México tiene, curiosamente, el interés de que apenas suscita ninguno particular, lo que es prueba definitiva de que un proceso tan fascinante como el de la animadversión entre México y el Vaticano pasó a la historia. Aunque de eso hace muy poco.
En efecto, la Revolución mexicana de 1910, que fundó el sistema político-institucional aún vigente, hizo de su condición estrictamente laica un dogma político y del anticlericalismo una especie de certificado de buena conducta revolucionaria. La Constitución hizo casi clandestina a la Iglesia Católica con su célebre artículo 130 y algunos momentos, singularmente la presidencia de don Plutarco Elías Calles (1924-28) fueron de abierta persecución. Tal periodo es recordado por algunos como la cristiada y otros la bautizaron como guerra de los cristeros.
Esto era muy notable porque el PRI (“Partido Revolucionario Institucional”) hegemónico hasta la trampa, corporativo y nacionalista a su manera, partido-cancerbero del legado revolucionario, sabía de sobra algo que recuerda con gracia Enrique Krauze en su impagable obra sobre el régimen y que atribuye a un franciscano del siglo XVI según el cual los mexicanos son religiosísimos. Así y todo, la Iglesia no pudo levantar cabeza sino muy lentamente y obtuvo una confirmación aparatosa con la apoteósica visita al país en 1979 de Juan Pablo II, quien repetiría nada menos que otras cuatro veces. Para la normalización oficial y un Concordato decente, sin embargo, aún habría que esperar a la presidencia de Carlos Salinas de Gortari (1988-94), modernizador del país, de sus hábitos y de sus instituciones.
Poco después ocurriría el milagro: el “Partido de Acción Nacional”, explícitamente católico y apoyado por la Iglesia durante su larga emergencia social, ganó la elección presidencial en 2000 (Vicente Fox) y 2006 (Felipe Calderón). Los sondeos indican que este año volverá al PRI y si eso ocurra será otra señal de normalidad. Este PRI no es el antiguo, ni este México es el de Luis Echevarría, por poner un ejemplo arquetípico, ni siquiera Benedicto XVI es Juan Pablo II. No irá al santuario capitalino de la Virgen de Guadalupe ni pondrá los pies en la capital porque la altura de la ciudad (2200 metros) podría afectar a su salud no muy boyante. Así, la visita es un mínimo en el nivel protocolario y social y los comerciantes de Guanajato lo acusaban ayer: se quejaban ayer de que apenas se concentraba público y estaban vendiendo pocos recuerdos de la estancia …