ABANDONO DEFINITIVO

Portugal anuncia la defunción del AVE con España

El Tribunal de Cuentas invalida el contrato para el tramo portugués entre Lisboa y Madrid

LISBOA Actualizado: Guardar
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El primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, ha ratificado hoy que el tren de alta velocidad entre Madrid y Lisboa "está archivado", tras la decisión del Tribunal de Cuentas luso de anular el contrato para construir uno de sus tramos.

En declaraciones a los periodistas en Oporto (norte del país), el dirigente conservador ha señalado que Portugal dará prioridad a las conexiones ferroviarias de mercancías y en ancho de vía europeo entre los puertos lusos de Sines y Aveiro "que puedan llegar no solo a España, sino también a Francia". "Esas conexiones no precisan de alta velocidad", ha aclarado al subrayar que el proyecto de ferrocarril Madrid-Lisboa, puesto en marcha por el anterior Ejecutivo socialista, "está definitivamente abandonado", como anunció anoche el Ministerio luso de Economía.

Con las razones apuntadas por el Tribunal de Cuentas, que anuló ayer el contrato de concesión de las obras por irregularidades, el Gobierno "no ve ninguna razón para insistir en esta materia", ha añadidp el primer ministro, que llegó al poder en junio pasado. "El TGV (como se llama en Portugal al AVE) está archivado", ha afirmado, y el Ejecutivo no va a hacer otra licitación.

En relación a las reclamaciones que ha anunciado el consorcio portugués Elos, que ganó el concurso de obras ahora anulado, Passos Coelho ha reconocido el derecho a pedir las indemnizaciones que correspondan. El Gobierno las tendrá en consideración, pero atenderá las recomendaciones del Tribunal de Cuentas y el interés de los contribuyentes portugueses, ha puntualizado.

Críticas desde las filas socialistas

La decisión del tribunal y el inmediato anuncio del Ministerio de Finanzas luso sobre el abandono definitivo del proyecto ha generado críticas desde las filas socialistas y entre empresarios y alcaldes afectados.

La cancelación del programa de alta velocidad, nacido hace casi una década, era una de las promesas electorales de Passos Coelho, que suspendió la construcción del ferrocarril poco después de ganar las elecciones anticipadas de mayo de 2011.

Desde la oposición lusa, la diputada y secretaria de Estado de Transportes durante el anterior Gobierno socialista de José Sócrates, Ana Paula Vitorino, ha calificado de "incomprensible y lamentable" la postura adoptada por el Ejecutivo conservador.

En una reunión con España "el ministro de Economía (Álvaro Santos Pereira) le dijo a su homóloga española (Ana Pastor) que iba a revisar el proyecto para ahora decir que va a acabar con él", ha manifestado Vitorino. "No se puede actuar así después de que el presidente de la Comisión Europea, (José Manuel) Durao Barroso, reafirmara la importancia de esta conexión tanto para Portugal como para la UE", ha insistido la diputada.

En esta misma línea, responsables municipales y empresariales de las regiones del Alentejo y Lisboa han hecho pública hoy su preocupación por el impacto de la desaparición del proyecto de alta velocidad, debido a las inversiones que llevaba aparejadas y cuya falta puede perjudicar el desarrollo económico.

La constructora lusa Soares da Costa, que encabeza el consorcio Elos al que le fueron adjudicadas las obras en cuestión, entre Poceirao, en las afueras de Lisboa, y Caia, junto a la frontera de Badajoz, ha elevado a 300 millones de euros la indemnización que el Estado portugués debería abonarle. En Elos, además de Soares da Costa, están presentes la empresa lusa Brisa (participada por la española Abertis), la concesionaria Iridium y la constructora Dragados (ambas filiales de la española ACS), así como la estadounidense Babcock Brown.

Desde la coalición conservadora que gobierna Portugal varios diputados han pedido, en cambio, que se investigue la adjudicación del contrato del ferrocarril. Cuando gobernaba el Partido Socialista, la concesión fue cuestionada en el Parlamento por los partidos del centroderecha con el argumento de que su coste, de 1.400 millones de euros, era demasiado elevado en medio de la crisis que ya vivía Portugal.