Senna pone más picante la Liga
Como hizo Cazorla, el hispano-brasileño sorprendió a Casillas en un golpe franco y dejó helado a un Madrid que acabó con nueve y sin dirección por las expulsiones de Ramos, Özil, Rui Faría y Mourinho
MADRID Actualizado: GuardarEl Madrid se empeña en animar la Liga tras dejarse otros dos puntos en El Madrigal después de un extraño partido marcado por los nervios de los blancos, el gol 100 de Cristiano en el torneo de la regularidad, la falta que clavó Senna por el palo de Casillas y la actuación lamentable de Paradas Romero, que primero dejó sin sanción dos penaltis de Arbeloa a Nilmar y luego dejó al líder con nueve y sin dirección en el banquillo por cuatro expulsiones. El típico árbitro superado por los acontecimientos, más pendiente de los banquillos que del juego, y con inusitado afán de protagonismo.
Solo por la forma de celebrar el gol de Cristiano Ronaldo, tras un pase de tacón genial del mago Özil, quedaba claro que la visita a El Madrigal no era una más de esta Liga. El Madrid necesitaba sumar su undécima victoria seguida fuera de casa para alejar los fantasmas sobre la caza del Barça. Por eso, jugó agobiado, más presionado que nunca en esta Liga que sigue teñida de blanco porque seis puntos siguen siendo muchos. Vio el cielo cuando Cristiano abrió la lata pero acabó preso de un ataque de nervios cuando Senna sorprendió a Casillas son su toque preciso.
El hecho de ver por el retrovisor algo más cerca a los azulgrana generó inquietud en el Madrid. Es verdad que ganó sin merecerlo en sus anteriores visitas a Vallecas y Benito Villamarín, pero esta vez el mal juego se vio acompañado de cierta ansiedad. Muy poca elaboración, demasiadas prisas y errores atrás nada habituales y poco comprensibles. Si no es por esa tensión que a veces atenaza, resulta difícil que a Sergio Ramos le robe un par de veces la cartera Nilmar o que Arbeloa se la juegue con dos agarrones dentro del área que, si Paradas Romero llega a verlos, suponen sendos penaltis y amarillas.
Trivote de ‘Mou’
Tampoco es muy normal que Mourinho recurra al trivote, un sistema que no había empleado desde hace tiempo pero al que suele recurrir en las citas que considera clave a lo largo de la temporada. Por mucho que el portugués lo defina como «triángulo de presión alta», alinear a Lass con Khedira y Xabi Alonso no deja de evidenciar cierto temor. El luso reaccionó antes de la media hora y cambió el dibujo. Fuera Lass, amenazado además con una tarjeta, y dentro Callejón. Özil se vino algo más al centro y dejó el carril para el exespanyolista, luego reemplazado por Altintop por culpa de un plantillazo violento que le dobló el tobillo.
Con Lotina, el Villarreal fue un equipo más cerrado y junto de lo habitual. No por la alineación sino por la colocación de los jugadores. Seguramente, tuvo mucho que ver la situación en la tabla, la inseguridad del equipo y, por supuesto, que enfrente estaba el líder. Pero dejó hacer el ‘submarino amarillo’ al Madrid para intentar salir a flote al contragolpe. Acusó, y mucho, la ausencia por lesión de Borja Valero. En el primer tiempo, empero, dispuso de tres ocasiones, la más clara desbaratada por Casillas ante Nilmar.
El Madrid también generó buenas opciones de gol pero casi siempre en acciones a balón parado, ya fueran ejecutadas por Xabi o por Cristiano. Pepe tuvo dos muy claras y, además, de cabeza, su punto fuerte. Pero su primer testarazo lo sacó bajo palos Zapata y en el segundo remató muy flojo cuando solo tenía a Diego López delante. El central fue noticia poco antes del intermedio, ya que recibió un manotazo de Musacchio que le hizo sangre en el labio y, sin embargo, vio la amarilla por supuesto teatro. Mourinho se indignó tanto que se marchó al vestuario antes de tiempo.
Mucho más lío en la reanudación. Volvía Rui Faría tras cumplir dos partidos de sanción y fue expulsado por Paradas Romero, superado por el partido. Mucha protesta, fútbol trabado e intentonas de un Cristiano dispuesto a probar fortuna desde cualquier sitio. El Madrid dominaba pero la falta de pausa y de control hacían su fútbol previsible. Lotina decidió mover ficha por partida doble, quizá porque venía a sus hombres cada vez más desgastado. Buscó desborde con Camuñas y músculo con De Guzmán, pero instantes después llegó el 0-1. Una jugada extraordinaria, la mejor de partido. Taconazo de Özil a Cristiano, regate del luso al portero y remate a placer. Festejo a lo grande de los blancos y puño al aire de Mourinho, a la calle después de aplaudir de forma irónica al trencilla tras la falta que originó el empate. A partir de ahí, las rojas a Ramos y Özil y el caos demostrativo de que hay Liga.