análisis

Primarias: hay partido

La candidatura presidencial republicana se complica para Romney tras la victoria en Alabama y Mississippi de Santorum

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Contra pronóstico, la competición por la candidatura presidencial republicana en los Estados Unidos se ha complicado para Mitt Romney tras la victoria ayer en Alabama y Mississippi de su rival Rick Santorum, quien obtuvo el 34,5% y el 32,9% de votos respectivamente, 5,5 y 2,9 puntos más que el favorito.

La candidatura de Romney sufrió además el revés adicional de verse sobrepasada por Newt Gingrich, quien fue segundo en los dos estados y anunció su decisión de seguir en competición hasta la convención de Tampa en agosto aunque se dibuja ya una fuerte corriente de la opinión conservadora le pide que abandone para hacer de la carrera cosa de dos.

En una reacción muy profesional, Romney dijo que había añadido un buen puñado de delegados a su candidatura (24 contra 30 para Santorum) y que estaba satisfecho con el porcentaje de votos en dos estados sureños y ciertamente muy permeables al discurso más ultraconservador de su contrincante. A día de hoy es verdad que Romney mantiene una gran ventaja en número de delegados (476 frente a 246 para Santorum y 131 para Gingrich) pero también que la jornada fue todo menos el fin de la carrera, que se le complica.

Emociones y realidades

La competición sigue abierta y Santorum aún puede esperar otros avances y, en particular, una victoria en Texas el 29 de mayo, con 155 delegados en juego, pero la gran tacada de California el cinco de junio (172) se le escapa del todo según un pronóstico generalizado. El gran estado del Oeste es de tonalidad liberal media poco compatible con un acento tan crudamente conservador y religioso como el suyo, convertido en una potente señal electoral.

De hecho, los observadores más racionales no creen que la victoria de Santorum signifique un decisivo cambio de tendencia. Los grandes estrategas del partido republicano, hechos a la tozuda realidad de que a fin de cuentas el mejor candidato es el que sea percibido como más presidenciable, empiezan a salir de su discreción. Así, el senador Lindsey Graham dijo ya el domingo en voz alta lo que muchos medios creen: aunque “emocionalmente las primarias no han terminado, matemáticamente sí lo han hecho”.

El senador hizo las cuentas incluso antes de la jornada de ayer y recordó que Romney había ganado en 14 de 25 estados y obtenido el 40 por ciento de los votos y 455 delegados (del total de 1144 precisos) contra 217 para Santorum y 107 para Gingrich. Y señaló un dato capital: tendría que ganar nada menos que el 75 por ciento de lo que queda para obtener la investidura, y eso es poco probable. El cálculo, aunque matizado por lo sucedido ayer, sigue siendo razonable.

Todavía no es probable la victoria final de Santorum no solo porque la geografía, el ambiente social y la conducta habitual de las poblaciones de muchos de los estados que restan lo sugiera, sino porque el debate centrado en la condición personal del candidato, su aptitud para ser visto antes que nada como la antítesis de Obama está casi agotado. La campaña de Santorum lo exprimió con éxito, pero fijando sus límites. Recuentos exactos encontraron, por ejemplo, que los católicos dieron más votos a Romney que a Santorum en Michigan y en Ohio.

De la fe a los programas

Romney ha hecho un gran esfuerzo, no sin éxito, para superar el obstáculo principal en el Sur: su condición de elitista, urbano, muy rico y educado en Harvard... es decir un retrato que le presenta como insuficientemente conservador. En efecto, Santorum recibió de sus convicciones, las de un católico muy tradicional, su argumento capital, el de ser más y mejor conservador que Romney y el de exprimir la verdadera antipatía, aversión en ciertos medios, que suscita el presidente Obama.

A propósito de este debate sobre identificación religiosa de los contendientes hay que anotar un sondeo de inspiración demócrata según el cual la mitad de los votantes republicanos en Mississippi tienen a Obama por musulmán, incluso un 22 por ciento de esa mitad cree que practica el islam, un 12 por ciento lo identifica como cristiano y un 36 por ciento dice no estar seguro… Y otro, un recuento matemático, probó que en Michigan y Ohio los católicos votaron más a Romney, un mormón, que al católico Santorum, lo que invita a relativizar la importancia de la fe religiosa de los candidatos. Newt Gingrich, por cierto, también es católico (convertido).

¿Cuándo pasará la campaña a los programas y las propuestas? Muy pronto probablemente porque los argumentos ad personam parecen cerca del agotamiento. Y ayudará al cambio la situación económica. La baja lenta, pero sostenida, del desempleo y la política de pacto presupuestario funcionaban a favor del gobierno, pero el incremento de precio de la gasolina (que ha subido medio dólar por galón en lo que va de año) ha movido el humor de los consumidores. De hecho a eso se atribuye un dato relevante que ha merecido poca atención aquí: aunque algo más de la mitad de los preguntados cree todavía que Obama será reelegido, un sondeo encontró desaprobación de la gestión económica (50 frente a 46) y otro, por vez primera, que Romney ganaría hoy al presidente (49-47) pero Santorum perdería (46-49).

De modo que hay partido, pero parece que el público considera a Romney como la mejor baza disponible en el terreno de juego y ese será, a fin de cuentas, el argumento decisivo…