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El Inter repite suicidio en el descuento

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Dos horas de duelo y solo cinco minutos de emoción. Así se resume la eliminatoria de octavos de final que apartó al Inter de Milán de la Liga de Campeones y clasificó a los franceses para la siguiente ronda. Dispuso el equipo italiano de sus mejores opciones después de igualar la desventaja de la ida cuando Diego Milito marcó a quince minutos del final, pero un inexplicable error de concentración en el descuento volvió a prestar un gol de los marselleses.

El caso es que empezó el equipo italiano como un volcán en erupción. En cinco minutos probaron los reflejos de Mandanda los disparos de Sneijder y Diego Milito. Al lanzamiento dentro del área del neerlandés respondió el guardameta con velocidad. Luego Diego Milito se inventó un remate con el pecho que el francés nacido en Kinshasa frenó la pelota a bocajarro con su buena colocación. Pero el Inter parecía otro. Nada que ver con el aburrido conjunto que se arrastró por el Velodrome o que solo sumaba una victoria en sus últimos diez partidos. Porque a diferencia de la ida, la escuadra milanista mostró más cuerpo y personalidad. Aunque sin más argumentos que el empuje y el balón largo se mostraron superiores y asentados con la convicción de buscar la portería rival.

La clave del partido pudo estar en los vestuarios, cuando Didier Deschamps cuando ordenó a sus futbolistas adelantar sus posiciones para sacudirse el dominio italiano. El plan resultó acertado para los franceses porque el Inter se alejó de la portería contraria durante el cuarto de hora en el que el Olympique se sintió más sólido. Contestó Ranieri a la estrategia con apuestas poco convencionales. Sacó del campo a Sneijder y al malhumorado Forlán para que entraran Pazzini y Obi para presionar a sus rivales. A cambio de perder calidad y cartas a balón parado sumaban fe y carreras.

Un gol de confianza

Con las nuevas piezas en el tablero poco cambió en el camino tan enmarañado del partido. Como si trataran de resolver un cubo de Rubik, de la emoción solo participaban los competidores mientras nadie podía adivinar la solución final. Ante la falta de elementos vistosos, los únicos momentos de pasión se vivieron en acciones a balón parado. Primero avisaron los franceses con su fuerza física pero Júlio César contestó con una buena parada. Después tocó el turno a los de Ranieri, quienes recogieron el inesperado gol. Gracias a la insistencia de sus futbolistas en un balón suelto dentro del área, se agarraron a la oportunidad de la prórroga. El elegido para igualar la eliminatoria fue Diego Milito, el único futbolista de ataque que sobrevivía en el césped del equipo titular.

El tanto mejoró la confianza del Inter, que vio en varias jugadas consecutivas como un nuevo gol y el pase a los cuartos de final. Primero Maicon y luego Cambiasso acariciaron el tanto. Pero los errores no parecieron preocupar a los interistas porque se sabían ganadores después de la seguridad inyectada por el gol. No se podía pensar más que en la victoria italiana.

Frente a la personalidad arrolladora y la confianza en victorias ‘nerazzurri’ pretéritas basadas en el mismo plan, el Olympique se defendía esperando la cuenta final como un boxeador agarrado a las cuerdas cuando vio la luz. Como en la ida, el tiempo de descuento alumbró un tanto inesperado. El guardameta Mandanda lanzó un balón lo más lejos posible de su portería que cayó en el recién salido Brandão. Stankovic no acertó a despejar y el resto de los defensas permitieron demasiado espacio al delantero brasileño para que marcara. Allí acabó la esperanza. A pesar del destino fatal del Inter, todavía encontraron un momento para marcar un gol decorativo. Mandanda cometió penalti sobre Pazzini y el italiano lo transformó justo antes del final del partido.

De todas maneras, el equipo de Ranieri se despidió de la ‘Champions’ con una victoria pero con la sensación de haber dejado escabullirse en sus manos el pase de la eliminatoria cuando el escenario estaba como habían deseado. El Olympique solo debió aprovechar sus escasas opciones para eliminar al gigante italiano. Los prodigios físicos de Didier Deschamps estarán en los cuartos de final porque estuvieron en el lugar adecuado en el momento justo.