El hijo del porquero
La de Juan Roig, el presidente de Mercadona, es la historia de un empresario que alcanzó el éxito partiendo de un negocio familiar bien gestionado y una particular filosofía empresarial
MADRID Actualizado: GuardarLa historia de éxito de Juan Roig Alonso (Valencia, 1949) ha ocupado esta semana numerosos titulares. Los resultados presentados por el presidente de Mercadona aportaban algo de luz en medio del pesimismo económico crónico tras conocerse que la cadena de supermercados cerró el año con un beneficio neto de 398 millones de euros, un 47% más respecto al ejercicio anterior. Otro dato aún más positivo son los 6.500 contratos indefinidos que la cadena ha incorporado durante el año pasado y que suman un total de 70.000 en un país que amalgama ya más de cinco millones de parados, el 23% de la población en condición de trabajar, según las estadísticas oficiales.
La de Juan Roig es la historia de un empresario que ha sabido hacerse un hueco en la carrera hacia el éxito y que, siguiendo la estela de Amancio Ortega -que gracias a la expansión de Inditex ocupa el quinto puesto entre los más ricos del mundo- va camino de instaurar un imperio partiendo de un negocio familiar bien gestionado. Otro detalle que comparten ambos empresarios es su discreción. Roig, como Ortega, no es dado a conceder entrevistas ni a desfilar por los saraos nacionales en los que se inmortaliza a los más granado. También el recuerdo constante de sus orígenes: "Yo sólo soy el hijo del porquero" y una idea clara de la importancia de la cultura del esfuerzo. No en vano declaró en una ocasión, sobre el futuro de su conglomerado empresarial, que sus cuatro hijas "tienen las mismas oportunidades que los 70.000 empleados de Mercadona para dirigir la empresa, ya que la propiedad se hereda, pero el puesto de trabajo no".
Su historia se remonta a la empresa familiar que regentaban sus padres en la localidad valenciana Pobla de Farnals, un total de ocho carnicerías reconvertidas en tiendas de ultramarinos y que suponen el origen de Mercadona. Una vez jubilados sus padres, el negocio fue adquirido por Roig y sus hermanos y no fue hasta 1990 cuando el actual presidente de Mercadona pasó a ostentar la mayoría de capital de la compañía y comenzar su particular aventura empresarial. El gran despegue comenzó a partir de 1993, cuando Roig se desmarca de la política de ofertas puntuales que ejerce la competencia y apuesta por su propia política, la llamada PSB: ‘Precios Siempre Bajos’.
En apenas dos décadas, su particular filosofía empresarial basada en la búsqueda de beneficios a largo plazo, así como la inversión de los mismos en la expansión de la empresa, ha convertido a Mercadona en una pieza importante del sector y un ‘milagro’ que en 2010 fue objeto de estudio de la Harvard Bussines School. ¿Y en qué consiste el milagro? Según explica él mismo, su compromiso con los cinco componentes de la empresa: El Jefe, El Trabajador, El Proveedor, La Sociedad y El Capital. O lo que ha dado en llamar el Modelo de Calidad Total.
Paraíso laboral
En este modelo encadenado, el jefe es el cliente, para el que se destinan los esfuerzos dirigidos a arañar céntimo a céntimo en cada paso de la cadena logística para competir en precios con las grandes multinacionales y en la atención brindada, con un trato que intenta emular al de los negocios familiares, con espacio para expresar dudas y pedir información sobre los productos. Otro elemento importante es la relación con los proveedores, que se cuida a través de relaciones a largo plazo, pagos en plazos más cortos y la posibilidad de convertir sus productos en una marca blanca de la cadena, a cambio de exclusividad. Para favorecer esta relación, la cadena de supermercados ofrece una gama de productos menor y reduce los productos de marca a favor de sus propios fabricantes, marcando tendencia en el consumo de este tipo de productos.
Pero el personaje estrella, sin duda, es el trabajador. Visto desde fuera, la plantilla de Mercadona ostenta un puesto de trabajo de calidad y con unas connotaciones sociales que contrastan con los ‘contratos basura’ y relaciones a corto plazo que proliferan en el inestable mercado laboral actual. Buen trato, contratos indefinidos para un 85% de la plantilla, salarios por encima de la media del sector, ventajas como la inversión en formación o el reparto de beneficios de la empresa a través de primas, flexibilidad para cambiar de puesto de trabajo y una fuerte política de conciliación que amplía las bajas por maternidad a seis meses, ofrece turnos flexibles y garantiza la ubicación en el supermercado más cercano al domicilio del trabajador. El resultado es una alta fidelidad a la empresa y un índice de absentismo seis veces inferior a la media.
En resumen, un modelo meritocrático en el que se potencia y valora el esfuerzo por crecer profesionalmente, un valor que ha demostrado ser también beneficioso para la estructura empresarial y la consecución de beneficios. Son las claves de un éxito que Roig ilustró de manera muy gráfica en la portada de su memoria anual; un espejo que refleja la imagen de quien la lee junto al lema: 'La cultura del esfuerzo y del trabajo: El éxito depende de mí'. Como sentenció el empresario valenciano: "El futuro que necesita nuestro país pasa por poner nuestras habilidades, conocimiento y esfuerzo al servicio de los demás sin que nadie nos lo pida. Hay que pensar en qué podemos hacer cada uno por España en 2012, pues es momento de hechos y no de palabras, porque el ejemplo arrastra".