Kofi Annan./ Reuters
análisis

Kofi, sobre el terreno

El ex secretario general de Naciones Unidas visita este domingo Siria como nuevo enviado de la ONU-Liga Árabe

MADRID Actualizado: Guardar
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Este domingo, se diría que por fin, debe empezar su misión en Damasco Kofi Annan, el muy respetado ex secretario general de las Naciones Unidas, designado como enviado de la ONU-Liga Árabe para el conflicto en la “Reunión de países amigos de Siria” celebrada en Túnez el 24 de febrero por iniciativa y con financiación de Catar.

No trascendió quien tuvo la excelente idea de recurrir a Annan, pero sí que su figura reunió en seguida un merecido consenso tras acordarse, eso sí, que sería el embajador no solo de la ONU, sino también de la Liga Árabe, que tiene un considerable papel en la crisis en contraste con su condición habitual, más rutinaria o mortecina.

No es aventurado suponer que solo tal doble representación permitió que el ala beligerante anti-siria en la Liga, Arabia Saudí y Qatar en cabeza, lo aceptaran. El mínimo que podrían exigir era eso, un papel árabe… y, curiosamente, esa condición le conviene mucho no solo a la misión, sino al propio régimen sirio que en su día aceptó un plan mediador, en el lejano noviembre, por lo mismo… porque era una solución entre árabes, algo que se compadece bien con su puntilloso nacionalismo.

El aval de Washington

Tampoco es aventurado creer que Washington estuvo por completo de acuerdo: Hillary Clinton, la muy fuerte Secretaria de Estado, estuvo en la sesión de Túnez y mostró su completa aprobación, además de mostrar su educada oposición a la tesis del ala dura mencionada de militarizar el conflicto armando a la oposición y dándole el status de un agente político relevante y representativo.

Esto explicó en su día la decepción de los árabes intervencionistas del Golfo, pero reflejó lo que parece todavía a día de hoy un cierto consenso internacional: en ausencia de luz verde del Consejo de Seguridad, por la férrea oposición rusa y china a promover otro escenario libio, el criterio debe ser el de sancionar al régimen en el registro político (boicot diplomático, ya en ejecución), económico (bloqueo de la acción financiera oficial y lista negra de instituciones) y jurídico (amenaza de acciones penales internacionales contra los responsables).

Se puede suponer que cuando Annan recibió el difícil encargo alguien debía saber que el régimen sirio aceptaría su visita pues lo contrario habría sido un mero brindis al sol al que el propio interesado probablemente no se habría prestado. En estas circunstancias, hay un cierto misterio acerca de qué cosa es exactamente la misión que, formalmente, no es una mediación. Nótese que no hubo argumento al respecto el día del nombramiento: Annan es lo que el comunicado en inglés dijo, the UN-Arab League special envoy to Syria…. a quien la Liga, por cierto, le ha puesto un adjunto de calidad: el ex-ministro palestino de Exteriores, Nasser al-Kidua, sobrino de Yasser Arafat.

Lo que se puede hacer

Pero ¿para hacer qué? Necesariamente para intentar detener la matanza, en primera instancia, y, eventualmente, promover un proceso de diálogo político entre los contendientes del que no ha habido la menor filtración. Es prácticamente seguro, sin embargo, que un alto el fuego y la entrada clara de la ayuda humanitaria en las áreas de combate (y singularmente en Bab Amro, en Homs, devastado por la artillería del gobierno) es el primer objetivo y, si todo va mal, acaso el único al alcance del veterano diplomático.

Ni siquiera se ha dicho que será recibido el domingo por el presidente Assad y la escueta nota siria de aceptación del viaje mencionó “conversaciones con el gobierno” sin más. Sin embargo es probable que el jefe del Estado le reciba e incluso no es exagerado pensar que en Damasco están sopesando la posibilidad de ir algo más lejos ahora que el régimen ha hecho exactamente lo que quería: a) una exhibición de fuerza militar y cohesión política que hace problemática la victoria opositora sobre el terreno; b) una demostración de que sus lazos políticos con Rusia y China son fuertes y estables.

Una solución “entre sirios”

Aquí podrían empezar los matices. Moscú ha reiterado sus criterios y está enviando equipo militar y dando blindaje político al régimen, pero también patrocina un desenlace negociado entre los actores sirios y desea el fin de la violencia. Podría, por ejemplo, aprobar una resolución que parece estar en preparación para exigir que la ayuda material llegue sin restricciones… lo que ha trascendido cuando ya Valerie Amos, jefa de las misiones humanitarias de la ONU, fue autorizada a entrar el miércoles y se declaró aniquilada por lo visto en Homs.

Hay que añadir, en fin, y no es casual la coincidencia temporal que Pekín también quiere hacer una contribución positiva. Rompiendo su habitual impasibilidad diplomática y su poco gusto por meterse en problemas ajenos, un enviado chino, Li Huaxin, acaba de visitar Damasco, ha hecho propuestas muy parecidas a las mencionadas y presentado un plan en seis puntos. Hay en él, como en la posición rusa, una condición: sirios, solo sirios y para sirios, así debe ser el arreglo. Kofin Annan no se ha separado un milímetro de este criterio y en El Cairo el jueves lo reiteró con claridad, lo mismo que su oposición a la definitiva militarización de la crisis con el rearme de los rebeldes…. que garantizaría una guerra civil de consecuencias imprevisibles.

Tal vez nada de esto funcione, pero que alguien como Kofi Annan vaya a venderlo a la cueva del dragón suscita algo más que interés. Es como si estuviéramos ante la última oportunidad de parar el desastre….