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Romney sobrevive

El exgobernador de Massachusetts se impone en las primarias de Michigan y Arizona a Santorum, su principal rival

MADRID Actualizado: Guardar
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El título de la nota no es exagerado: de haber perdido la primaria republicana en Michigan su condición de candidato potencial del partido republicano habría quedado herida de muerte y provocado una tempestad de desunión y desconcierto en sus filas, pero ha salvado el trance con un 41,1 por ciento contra el 37,9 de Rick Santorum.

Las razones para explicar el peligro a que se ha expuesto su candidatura son conocidas: si no era capaz de ganar en su estado natal y donde su padre fue un reconocido gobernador ¿cómo pensar que ganará en noviembre en la elección nacional?

La pregunta puede responderse hoy con otra: si ganó en un estado industrial por excelencia (automóviles) en el que el paro está bajando poco a poco y donde la base obrera sindicada y demócrata es numerosa y determinante, ¿quién le discutirá ahora que los conservadores han optado por la mejor opción disponible frente a Obama?

Tal condición ha inspirado el voto de muchos electores y permite decir a algunos cronistas que ha funcionado la cabeza más que el corazón. En Arizona, por el contrario, su gran victoria (47 contra 26 por ciento) estaba descontada y había sido prevista por las encuestas.

Hacia el “superpartes”

Con todo, lo sucedido, aunque relevante, debe ser considerado provisional e indicativo, no decisivo. Es posible incluso que ni siquiera el próximo superpartes (el día seis de marzo, la semana que viene) deje la carrera del todo expedita para un candidato en el campo conservador pese a que se votará en once estados y habrá más de 400 delegados en juego.

La razón es obvia: hacen falta más de 1100 delegados para ganar la Convención republicana de Tampa en agosto y solo se habrán atribuido fehacientemente algo más de la tercera parte. Además, como no se cansó de repetir Hillary Clinton cuando perdía algún estado contra Obama en 2008, ella tenía el voto popular y no excluía cambios de humor o mero sentido práctico entre el electorado centrista cuando se acercara la hora de la verdad, la de la Convención.

La dirección republicana nacional parece dividida entre la esperanza de que un Romney unificador sea un buen candidato final de consenso y al tiempo, para la preocupación: hay indicios de división profunda en las filas y el gran debate, contra su deseo, está versando sobre la condición personal de los candidatos, su perfil familiar, su compromiso religioso y, de hecho, su animadversión probada a Obama, literalmente detestado por buena parte de sus adversarios.

El sistema se resiente

Lo sucedido ya es muy notable porque el éxito de Rick Santorum, el ex-senador de Pennsylvania que partió como una figura decorativa sin posibilidades reales y subió como la espuma en el último mes, no fue intuido por nadie ni pareció sensata su candidatura a los medios cuando anunció su concurrencia. Michele Bachmann y Rick Perry cubrían inicialmente y de sobra el ala derecha republicana y tenían la bendición del Tea Party, sobre todo ella.

Ambos se retiraron de la carrera en cuanto sufrieron severas derrotas a manos de Romney y Newt Gingrich y el duelo entre éstos pareció pronto decantado a favor del primero, que sería el buscado conservador moderado capaz de derrotar a Obama. Y, de hecho, los sondeos prueban su capacidad al respecto: con un margen de error de cuatro puntos, ambos están en empate técnico, según el cómputo que elabora semanalmente Real Clears, la guía indispensable al respecto.

Pero Romney no pasa la frontera de los neo-conservadores tradicionalistas, en auge, que le tienen por un político convencional que no asume los valores de fuerte religiosidad y perfume moral-regeneracionista que se busca. Otros republicanos, más pragmáticos, están promoviendo nada menos que un “tercer partido” y hasta consideran designar a un republicano y a un demócrata como sus aspirantes a presidente y/o vicepresidente respectivamente.

Esto que atenta contra el sistema político es algo más que una ocurrencia. Hay al respecto un activo movimiento en marcha, el “American Elect Group” cuyo inspirador más conocido no es ningún frívolo: el antiguo senador David Boren, ex-demócrata y hoy presidente de la Universidad de Oklahoma…